miércoles, 1 de junio de 2022

T.S.Elliot. El lenguaje de las palabras mostrando lo que ve el ojo del escritor por Pablo Queralt.

 


T.S.Elliot Cuatro cuartetos.

 

La escritura poética de los cuartetos sin lógica narrativa aparente monta imágenes, ideas, yuxtapuestas, contrapuestas o por agregación dando el tono, estilo y significancia del texto, constituyendo la estructura-armazón de poema con rupturas de fragmentos lingüísticos, en esa discontinuidad discursiva lleva su aliento con una mirada objetiva concreta de los instantes vividos en una forma cerrada de hermetismo construyendo una musicalidad ritmada en contrastes y elementos aglutinantes que resumen logos y pathos, metro e idea del lenguaje como hecho estético en una impersonalidad, forma de alejamiento, un despegarse sutilmente de los elementos de la composición y la contraposición. Burnt Norton, East coker, Las Dry salvages, Little Gidding, son sus 4 cuartetos distribuidos en un collage que abre con un “Están presente y pasado presentes /tal vez en el futuro y el futuro/ en el pasado contenido”. Fuga del elemento tiempo que instala su galaxia propia pictórica de los sucesos y procesos que dan maquina a lo que resuenan las palabras, esa puerta que nunca abrimos sea por h o por b. Y seguimos por amor a lo que vuela, en nuestro primer mundo no con el engaño del tordo, sino en el rayo invisible y la música inaudible, donde el pasado y el futuro miran a un solo fin el presente, como niños excitados corriendo bajo las hojas. Como si el poeta hubiera estado toda su vida haciendo una selección de materiales, imágenes, palabras, frases durante cada momento de su vida sensitiva, buscando un sentido cruzando del otro lado. Haciendo simpleza de los complejos existenciales, dandóles formaciones de sentido en la raíz de un mundo creado por un estilo y arte propio, tal vez compartido con Pound. La transversalidad y lo no discursivo dando expansión a su formación maquínica, donde la luz del alma alcanza la superficie. Es el punto inmóvil donde está la danza, y nos invita al baile del conocimiento del caos ordenado como el aleph borgiano donde están todos los puntos del dibujo, donde lo único que existe es la danza, pues dancemos. Es un éxtasis en la resolución de un parcial horror en un cuerpo cambiante que reconoce que solo en el tiempo  se conquista el tiempo. Ni plenitud ni ausencia. El camino no es movimiento sino abstinencia de movimiento que derriba el aquí, ese es el ámbito del sentido que cobra el poemario cuatro cuartetos y que maneja de maravilla T.S.Elliot, palabra, estilo, ritmo, estratificaciones que encuentran varios niveles de significación. Siguiendo sus palabras acerca de escribir poesía  “escribamos poesía como podamos y tomémosla como la hallamos” asi se nos aparece en sus poemas que nos conducen fluyendo en espacios que parecen mustios, estrechos pero que hiperbrillan en neutros de espacio-tiempo. La sensación y la materia mezcladas in situ de un devenir en otro en imágenes e intensidades en consistencias enunciativas haciendo su territorio existencial volver al cero. Se mueven las palabras y la música para enterrar el día de tal modo que fin y principio es lo mismo, estaban coexistiendo desde una, están uno en el otro. Como seguir una senda de ignorancia para llegar a lo que no se conoce, o lo que es lo mismo para poseer seguir el camino de la desposesión y para ser seguir el camino donde no estas. Como una ascensión, un camino que hace recordar a los 7 cielos del Dante, en un aprendizaje a utilizar las palabras para finalmente decir lo que no se quiere o no nos gusta. Un contemplar el sentimiento impreciso que patrulla la emoción, lo que vale es el intento no la ganancia o la perdida, es lo aprendido, instantes sin después ni antes.            

Hay una totalidad en cada una de las partes y el todo que esta afuera y llevamos adentro como un río y alrededor nuestro el mar con sus bramidos y aullidos, muchas voces, muchos dioses que cuenta un tiempo que no es nuestro tiempo, un tiempo más antiguo que el cronómetro, cuando se detiene el tiempo y el tiempo no tiene fin. Es una experiencia revivida en el sentido, y asi el pasado adquiere otra forma. El tiempo ausente entre las dos orillas, el momento que no es desacción ni inacción,  dice “ustedes que creen viajar, no son quienes el puerto vieron alejarse, ni los que han de desembarcar, es el momento en que la conciencia del ser esta alerta”. El momento inesperado que esta y no esta en el tiempo, la insinuación adivinada apenas, una unión de esferas de existencias donde pasado y porvenir son reconquistados y reconciliados para su liberación de una vida con sentido. 

Las estaciones como estados del anima, sentimientos, entre la congelación y el deshielo como espíritu del alma, lo que los muertos no pudieron expresar mientras vivían, ahora muertos te lo dicen. En la fricción fría del sentido ahora que se alejan alma y cuerpo, todos los momentos son momentos de la muerte. Un tándem apego y desapego que juegan en sus cuartetos su destino una expansión del amor más allá de su deseo, lo que puede ser servidumbre o libertad. Viajamos en una escritura que lleva su luz que declina en la tarde de momentos fuera del tiempo, y es ahora comienzo y fin de conocer por vez primera.     

     

         

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