miércoles, 30 de marzo de 2022

Charles Reznikoff narraciones poeticas extraordinarias desde el interior del secreto.Por Pablo Queralt.

Charles Reznikoff . La poesía de Reznikoff es una brutal y fina escritura del relato poético en un ojo visor de guión cinematográfico teatral en cada acción del verso con la crudeza del sabor estético de acto puro. Imágenes contundentes expresionistas que calan en lo profundo del sensorio llevando a los lectores a una cosmogonía de lo que muere y lo que vive como el hachazo en la casa que destartala la estructura de los campos incorporales de la memoria sensitiva e imaginativa que se disuelve para ser otra a partir de su lectura. Este poder transmutador de la imagen residual de sus versos para dar una re-singularización de lo instalado en algo nuevo una arquitectura distinta del pensamiento. En esa implosión mental que produce la barbarie de situaciones en las cosas domésticas o el desierto que toca vivir y conjurada en la página enriquece aquello tangible en un dato natural. Un registro del azul monótono o del grito en su punto de ombligo del existir que se añade a nuestro universo incorporal verbal corporal espacial cristalizando una multitud de modalidades masmediáticas como contraefecto de aquello que nos aplasta. Una narración poética que va pasando de acción a acción y una voz en off relatora de hechos anteriores levemente modalizadas con interioridades de los personajes montados en esas escenas crueles, de violencia, o suspenso, intrigas que se resuelven en el remate final. Manejando intensidades de velocidad acto/escena/relato dando una conformación maquínica características de su creación estética en una sincronía de lo visto-escrito. Linda con lo periodístico crónica de hechos informados montados en escenario espacio-tiempo- amarrados al mundo del relato enganchadas a la realidad creada ficción- no ficción. Algo de Capote o los pasajes de Adorno. Lo descriptivo gana plano en el relato de lo que siente el retratado y lo que va sucediendo en la acción en un mismo movimiento de fluir de la raíz de lo que sucede. Y lo inquietante una especie de frenesí controlada que no es templanza ni firmeza sino cierta distancia del golpe del acontecimiento como caparazón que tiene un nivel de tolerancia al dolor. En esas operaciones se mueve entre los acontecimientos singulares territorios del relato. Juega con elementos de analogía y oposición de un mismo elemento como cuando dice “ Era casi de día cuando dio a luz al niño”. Y con lo sensorial “ y ella podía oír el agua salpicando. ”
Cuando regresó ella le preguntó donde estaba el niño. Él le respondió: allí afuera, en el agua. Le dio un puñetazo al fuego y regresó con un brazo de madera, y el niño, y echó al niño muerto al fuego ella dijo “¡oh John no lo hagas!” él no respondió pero se volvió hacia ella y sonrió. El relato así crudo y fuerte y tal vez de remate irónico o lacónico haciendo mella en una escritura de una palabra que se vacía en gestos y sentimientos.

martes, 29 de marzo de 2022

Louise Gluck por Pablo Queralt.

Louise Gluck.
Desde que voz nos habla Louise Gluck, no sé no lo puedo dilucidar, pero si es que nos habla desde una boca cuya lengua desconocemos que nos brinda claves, sintagmas de vida. Sus preguntas que son respuestas severas como ese verso de su poema “Atrapada en la tierra no quisieras ganarte un cielo”, en esa tierra donde no pertenece y no sabe cuantos veranos durará allí, en ese juego de luz y oscuridad como atenta a una señal, de la que no esta atada a la tierra, que sabe que esta de paso en su periplo sabiendo lo necesario y esa mentira para apaciguarse. La que no necesita protección fuera de sí, porque después de ocurrirle todo le ocurrió el vacío y allí se encontró con su saber con sí misma. Juega en ese tandem naturaleza- maquinaria dando nombre a lo real- el viento- y lo irreal- lo que la mente quiere en su brillar, siendo almas parlantes en vez de ser almas inmensas con lo provisto. Planificando sus vidas mirando para abajo sin ver escuchando el sonido de su voz sin imaginar que nunca fuera propia un eco que dice adiós, el llamado de un pájaro, el grito humano que en el otro mundo jamás escucharás. En el ámbito de la naturaleza la voz, la respiración la brisa de la tarde, los veranos, todo eso que ayuda a aliviar el dolor. La construcción del jardín y que todo puede perderse en el aire perfumado de un mar de amapolas. Nada importa si en ese espacio tan vivido liberando su esplendor alcanza la eternidad. Conocedora del sonido que emite el temor, la alegría, para aprender a amar la oscuridad y el silencio, para saber cuál es la felicidad para uno. Una eterna enamorada esa es la razón de su escritura, buscar esa luz o la sombra que hay detrás de ella. Quería solo quedarse quieta en un mundo que jamás ha estado en el instante previo a que todo es pasado. Pone en movimiento formaciones de sentido atadas siempre a la raíz de un mundo. Lo que dicen las lagrimas, sabe del anhelo, de la gracia de asomarse al ventanal y ver en una pequeña flor azul una estrella en un nunca abandonar el mundo, que en el fondo es el todo lo que va por debajo de la escena del vivir. Y las cosas que no pueden moverse aprenden a mirar, todo tiene su función, su mundo, su aprendizaje. Hacer las cosas como si nadie las hubiera hecho antes y permanecer en las cosas, dejar un paso, una seña. Igualando velocidades del acto y de la comprensión, en horizontes constantes infinitizando mundos. En intensidades existenciales transita la biosfera y mecanosfera del planeta. Nunca se pregunta donde esta a veces trabaja a su lado otras lo mira desde el portal, pero siempre es recorrido por su luz brillante que la atraviesa como al árbol desnudo. Porque después de ocurrirle todo le ocurrió el vacío y allí el limite no necesita liberarse en otro cuerpo ya que no necesita protección fuera de sí, de quién ama y por eso libera al amado porque ya lo ama y esta dentro de sí.

Bolaño poeta.Por Pablo Queralt.

Bolaño poeta. Los buenos poetas aman el cine pero también el teatro, las artes pláticas, o un brillante claro día más allá de lo que otras gentes perciben, esa ópera les es dada. Bolaño construyó su propia universidad móvil que es esa formación de una universidad desconocida que guía los pasos de todo escritor. Sus poemas novelados son narrados poéticos de quién escribe bajo un puente viendo la lluvia hasta con su hijo en sus rodillas siempre escribe hasta que el infierno se lo lleve, según dice, llueve espero que desaparezca la angustia, poniendo todo de mi parte, en su novela-nieve. La simultaneidad más allá del horizonte atravesando edificios, suburbios, de quién contempla todo ese movimiento tomando café mientras otras familias toman café también en sus casas y lo que ve es esa neblina transparente que sale de sus ojos, recreando un mundo una visión. Como que las esferas de la exterioridad no estuvieran separadas de lo interior y en esa continuidad su relato, poesía, charla- canción- susurro va en su misterio fusional. Los campos inmateriales territorializados van en la propia mudez que rodea su escritura por dormitorios donde todo es femenino, escribe, habla con ese tono tan particular de articular palabras unas con otras, adjetivar lo inesperado, detalles que disparan dardos al sensorio donde el espacio-tiempo nunca son y hacen su aquelarre como pianos abstractos que atraen al silencio. Nadar en la cursilería es su Disneylandia favorita ya que todo esta dicho pide permiso para añadir detalles, sus detalles. Que él aporta de verso a verso como quién quema todas las velas para lograrlo. La decoración oral o retorno al seno maternote una madre no imaginada ni real sino fantasma como mito o universo que lo sigue en un ritornelo eterno del boca a pecho. Muchachas que se desnudan en cuartos entre cortinas extrañas con sus ligas, medias, portaligas, y él que todavía no abandona la poesía con su ligue callejero, ella dice metemelo despacio o lo que dice la otra niña que habla en latín o la otra niña silenciosa mientras su escritura sigue en cadencia humo-niebla, Coltrane, Migus, y fuma y fuma toda esa atmosfera y sus compras en el mercado, sus botellas, sus pescados, su pan, sus papas, hará luego el consomé y pensará en esa muchacha rubia hasta quedar dormido y soñar. Escribir es bucear en las mujeres que amó, las que deseó y no pudo, también los estados de las cosas que se complejizan por su movimiento y ya no volverán a ser como antes, por arte de lo gratuito como perder el pelo, los dientes, ese devenir que decanta de causa efecto, rimadas en un juego infantil con mirada de detective, esa es su canción, un susurro creíble en medio del silencio dormido sobre la mesa donde se dice poeta demasiado tarde, aunque no tal vez lo era sin saberlo. Solo quedaran frases a través de los años de todo esto. Como el buen cocinero es el poeta que elige sus buenas palabras simples y sencillas pero construyendo atardeceres, neblinas, conversaciones con Platón, espacios que son paradoja como esta discoteca de la muerte donde apenas es un robot. Hila versos insólitos con los labios partidos por el viento para tratar de soñar en ellos más allá de la Lepra mundana para ser feliz y hacer felices a quines lo lean como una bítacora de viaje de un viaje que nunca terminará, feliz en una realidad de ojos de mosca helada queriendo saber que se siente. Estos son sus aromas, sus formas, su idioma que se clava con fuerza, sus horas en blanco y negro como quién mira una palabra sin tocarla, como 2 películas sobrepuestas, como 2 cines que se abaten en el vacío que intenta llenar. Esa charla constante con el lector interpela, cuenta, da su nota, su clave en la fealdad del viento que da sed, son sus modalidades performanciales que tienden a crear un nuevo gusto por la vida, una nueva ternura entre los sexos. En olas de provincia adormecedoras, toda esa inquietud de una escritura que desarrolla en un dámelo todo en plegarias que musitan antes de escribir poemas o antes de dar exámenes en la facu, como esas chicas de 23 que van después de hacer el amor, coger y coger toda la noche con toda esa juventud, esas son sus niñas de Dickens. Tal vez un vigilante nocturno de un cine de provincia Lovecraft? cuando la película está por terminar y encienden las luces y él empieza a leer el libro o a escribirlo. .

Darìo Cantòn. Operador de ritornelos. Por Pablo Queralt.

Darío Cantón. Operador de ritornelos. Cantón articula en sus poemas una construcción de marcha y detención del ser, reproduce, reinventa universos, ordena en su propia arquitectura la caosmia que nos rodea. Hay una transposición entre lo que oscurece e ilumina en una propia autopoiesis. Singulariza territorios existenciales con un abecedario médico, todo en él es un arte del curar, como ejercicios del espíritu que indaga en una saga de movimiento de una misma llama, la pasión por el otro y la vida justa y social. Es un escribir del reivindicar, lo perdido o lo que puede perderse o escaparse sin ser notado, escrito como en caligramas, a mensajes de golpe de dados que nunca podrá abolir el azar, pero tal vez si el destino. Del poeta que escribe por tomos, tal como lo hiciera Groppa en sus anuarios agrupando material que conforman muchos libros. De los argentinos que llenaron las playas y olieron por primera vez el mar, silenciosos con la mudez de la tierra que todo lo ocupa, como una canción que sigue cantando Gardel. El que con chorros de semen escribe habiendo llegado a grados extremos de soledad el que merecía estar acompañado. Por momentos manual de las cosas y el espíritu como enseñándote a bañar en analogía a masturbarte para limpiarte. En el centro de todas las cosas dice estar, eso que ilumina sus días, como un oyente. Y dice esto no es poesía y rompe el imaginario, juega con las palabras para encontrar la forma, porque el poema pide forma para que sea. Rehaceres del mundo, códig
os secretos, modelos describiendo el universo, lo coprológico, el Eros, formas armónicas y el no lugar donde el hombre se reclina cada día forjando una vida, un libro de hojas desencuadernadas. Crear un mundo fijado en el papel y luego romperlo, tan largo como una semana por eso se consume en un día, como quién se atiene a las reglas del juego nunca escritas. No le tiene miedo a las brujas, al brujo sí, como decía Dalmiro Sáenz. Poemas al son exclamatorio de la corrupción de la naranja la muerte ha terminado y los cuerpos son repartidos entre los perros vigilantes y allí la memoria presente desata el rayo. Encuentros de la carne que los Dioses escultores de su obra miden en el constante embate y allí el detalle siempre lo escatológico, el pedo solo el pedo al morir, para terrenizar el vuelo. Siempre sabe del juego, es el gato que conoce también las tretas donde se agazapa el instante. Se vuelve a aquel que era como aquel que estuvo y sabe, y sabe callar. Es un silencio del que vio el sueño desbocado y prescinde de la maquinaria engorrosa de enredarse en lo que no tiene gravedad ni incumbencia, como un testigo, un maestro en su quietud que habla largamente quieto en sus sentidos. Y el combate de los cuerpos se repite para que se advierta que no es el mismo, ni un simulacro, acción siempre acción escrita. Registro de las notas que le hubieran permitido llegar al Do agudo, ahora que mira el segundero esperando cambiar de alma, rostro por no estar solo. Son los latidos que le permiten completar su formación. No saber como volver a la normalidad siameses del sexo, del deseo cada vez más crecido fuera de toda proporción y ella gimiendo de dolor y placer, esa riqueza con la que estaban vestidos, ellos que ya nunca volvieron a ser los mismos. El relato descarnado de la pasión, objetividades- subjetividades encarnadas, encabalgadas unas a otras constituyendo entidades del erotismo, esa máquina flujo polifónico y rizómatico, encontrar en las formas la esencia y buscar esas formas, en las rutinas, los pequeños actos de cada día, lo que es indefinido en el rumbo del camino, lo que uno recorre, lo que el erotismo registra y termina por encontrar. Es un prestidigitador de las palabras. En un estado de equilibrio por debajo de si mismo que sabe cuando el trato entre dos seres es el pacto que se agota en el momento que no hay nada que pedir, agradecer. Cuando somos distintos y tenemos distintos caminos que transitar, cada uno con lo suyo sin poder compartirlo porque estamos hechos de distinta madera de amor. Y seguir, buscar al que en igualdad es lo que soy y lo que no, lo que tengo y me hace falta para llegar en vos, en mi a lo que somos. Para morir dignamente si hay que morir y no como quién baila sin gracia lo que jamás aprendió.

lunes, 28 de marzo de 2022

Yves Bonnefoy o la belleza de ver. Pablo Queralt.

Yves Bonnefoy o la belleza de ver el secreto de la vida.
Yves Bonnefoy es un creador o recreador de la naturaleza de lo que ve, si mira un horizonte a lo lejos diría es una caravana de autos o son nubes bajas en el final del campo, es un narrador poético que no negocia su libertad y no se pierde en su interior para expresar lo que mira alrededor de su paseo por este mundo de los grandes personajes, de los dobles y las mascaras. En un flujo de conducción de sobria templanza nos enfoca en sitios comunes con detalles de luz donde se resuelven algunos interrogantes o nacen nuevas preguntas como respuesta, ese saber tarea del traductor que se zambulle en el océano. Se sienta a mirar los cielos del día, todo lo que carezca de sentido, las cosas detenidas allí, como un lector que todas las tardes va al mismo banco de la plaza y abre su libro, su cuaderno y allí nace el poema. Se plantea que es silencio, que es la palabra, esa copa que se llena y se vacía, preservarlas, y nuestra voz donde se pasean los íconos, en lo raro de levantar la tapa de otro siglo, otro cielo donde se duda que sea real, que parece, que lo es pero es el lugar donde el poeta se pone y deseaba estar para observar y descubrir algo que nunca se comprenderá del todo. Eso que se llama amor por la vida. Una quema del reloj en ese pozo que se llama memoria. Buscar la belleza en esos instantes más allá de la vergüenza naturalizar la insensata palabra de la poesía más allá del significado fe del pensamiento en que se vive. Lo que las palabras pueden revelar y no al fin saber que la comprensión era solo un sueño para cumplir la vida, y seguir soñándola para ir hacia ese grito desconocido que nos llama del futuro. Y que al fin es el viejo profesor de filosofía que dice que se negaría a darle la mano a un visitante celebre que miente. En sus poemas la rigurosa descripción de situaciones, sonidos, misterios, cosas ocultas y las transparentes haciendo eco de un contrapunto del lenguaje que es ritmo de tonos, colores, vibraciones, que a veces son diálogos hasta consejos, variantes como visiones fotográficas y pictóricas que salen de su pincel. Cuando una mujer desnuda es el centro de la vida de quién llega a preguntarse tu existes? Yo existo? Y a través de los sentidos encuentra la respuesta. Imágenes y sensaciones como si el mundo se fuera a acabar. Se hunde el suelo, cae el cielo nos dice en un verso, como si las cosas se reirían de él. Una eterna pregunta donde estamos? Es esto el cielo, si son aguas del cielo y la habitación está en aguas. Y el amor ante todo de quién tiene el rostro amado entre sus manos. Y el juego de los colores el azul, el rojo, que enseñan que la vida nos protege por arriba e inhalamos no para imitarla sino para que renazca y la luz sea hija de nosotros. Es un regresar continuo a lugares extraños y a la vez íntimamente conocidos donde no hay un solo rastro de uno. Abandonarse a un respirar donde el espejo de uno es la ventana hacia el todo o sea el vacío. Es un chocar contra la inmensidad del tiempo cuando la llave falla en la puerta del ser y solo es belleza que busca existir. Leer a Bonnefoy es escuchar los círculos de lo secreto: la vida es lo excedente del sueño cuando lo invisible se abre. Escuchar las palabras a través de la angustia y reciclar la forma en lo informe y en esa esencia hacer el viaje. Realidades donde nos desvanecemos donde lo visible es el ser. Es el relator de campos imaginativos y realidades para conciliar espíritu y vida esas realidades sin prueba de evidencia suficiente, viendo puntas de iceberg como niño que entra por primera vez al jardín asombrado y abrazado por tanta belleza, ese bienestar que llevará hasta el último de sus días. Lo provisional y relativo de todo en esos reflejos que ve, como un resto de luna que cambia las formas de lo que se ve, una puerta que se abre y se cierra para salir de la oscuridad en que se esta del no saber. Su trabajo de mirar por encima de los árboles el cielo y aceptar que todo tiene su fin. Verlo sin soñarlo porque es la luz que hace nido en el sueño. La belleza de las cosas simples como la lluvia en verano, los bancos de arena, de las plazas y también en lo feo, a priori instituido. Que todo eso permanezca es más que un deseo un imperativo de lo que porque se vive. Una vida sin memoria, una existencia en los colores, los sabores, olores y otras partes del arrullo. Ese mundo ocupa su camino, su oleaje de vida, los que calan lo invisible, los que escuchan el murmullo sin fin de todas nuestras sombras, en el umbral del silencio.

Kenneth Patchen. Èl deber del artista traducciòn Pablo Queralt.

El deber del artista
Por eso es deber del artista desalentar todo rastro de vergüenza Para extender los límites Para empañarlos justo sobre el plato Para matar lo ridículo Para establecer un problema Ignorar soluciones Para escuchar a nadie No omitir nada Contradecir todo Para generar el cerebro libre Para no llevar la cruz Para emitir una advertencia cuando la humanidad se extravía Para explotar sobre todas las partes Herir más profundo que el soldado Para curar a este pobre mono obstinado de una vez por todas Para verificar lo irracional Para exagerar todas las cosas Para inhibir a todos Para lubricar cada proporción Para experimentar solo la experiencia Para poner una llama en el aire Para exclamar en el lugar común solo Para hacer que los ojos invisibles se abran Para admirar solo lo absurdo Preocuparse por todas las profesiones salvo la tuya propia Para levantar un hedor fortuito en los bulevares de la verdad y la belleza Desear un coito electrificable con un caimán hembra Para levantar la carne por encima del sufrimiento Perdonar lo bello su engaño desconsolado Para mostrar su insignia vengativa en cada abismo.

Bustriazo Ortiz, el poeta pampeano còsmico y universal. Pablo Queralt.

Bustriazo Ortiz. El poeta pampeano cósmico y universal. Ortiz le habla a las cosas de la naturaleza en la propia lengua de las cosas desde un yo lejano que se entrevera con ella en una voz dadora cósmica que canta el canto suyo y el de él en ese conjuro de armonía de habla universal haciendo galaxia de sentido en una escritura apasionada y apasionante por el decir de lo que bala hasta el confín. Rocía repetidamente hasta que la luna sea más luna revivida porque estamos allí para existir. Sale del vértigo se entrega al instante, en esa dimensión atemporal contemplativa. En esa procesualidad maquínica en el descubrimiento de materias de sensación de subjetividades que hacen una estética. Un canto una fuga hacia las cosas para extraer su sentido pleno, un enriquecimiento de mundo, entre esa subjetividad del afuera y el adentro. Como quién machaca en su tazón su soledad, ausencias de cenizas que perduran y cantan, enlaza frases, versos parafraseados inter-cortados en una parasintáxis de un parafrema que visualiza al alma suelta que reconstruye nuevas significancias. Que se vienen y se le vuelan por los ojos, la noche y los abejones, los ayes de la boca, la niebla de Dios que todo lo abarca, como un panpoema polifónico territorializando campos, entreveros tan soltados de sí mismo, de su bordona pampeana universal. Un poema que pasa ensípensando como niebla con su luz recogida, es una tonada que tona montado en un anochecer de a caballo como canturreo, silbido escuchado por quién dice siga que lindo eso que canta y como Atahualpa le contesta no se chancee amigo, y calla así su poema. Algarrobos y senda colorada, penachos escarlata donde vive el abandono y el templador del relato muere, al fin toda milonga es una máscara que rasguea la sal por que tañe el salitre de esa ausencia que todos cargamos o cargaremos. Es un neobarroco en lenguaje pampeano, rural que anubla la mente para que sienta el corazón, el murmullo cósmico que va por abajo. Como un beso de brizna, la siesta de una niña, una piedra en el corazón que escapa como palomo que busca su paloma en fino lloro. Es un espectador que escribe desde un lleguéme, fuíme solo, huíme, el que ve subir su carro al cielo, esos sus entuertos de vidalita donde los ojos comen desde la última visitación de lo tremebundo de estar. Sus baladas con neologismos al pie del cañón como quién va a vendimiar palabras recién cazadas anaranjadas y de regias plumas. Quién avanza rodilla hacia delante donde lo lleve bailarín de corazón quemado en un último galope del agua, azulamira que vuela como flauta dulce entre lloros y lloritos de niños que no lloraron cuando fue su tiempo y saben que va el 4 con el 3. Conversa con la piedra al viento, las galopa besador de la luz que se deshace en collares, a su manera vuelve al adiós de los adioses, a la siesta vegetal tornasolada que es su cantar del que se tiene que ir angeladamente mientras pasan culos fastuosos, clítoris en calcinados calzones. Así su modo de adjetivar, “como agua llovida chingolito que vino con su arpegio tirando a triste que canta tu aura”, “un vaiven de caderas azules negras tan señora el agua acostada”. Un ópalo ciego, triste de hueso de cáscara negra. Que echa a volar sin saber si un día volverá. Ese su mundo, su soliloquio, su existencia territorial enlazada, encabalgada en una musicalidad de sinécdoques, elipsis, hipérbaton, como centellas verdes bajadas de una empurpurada hechicera de un fuísteme. Un cuenta desmayos como desvaríos donde se impone la palabra del poema para sonreírte entristecí creado por pinturas, imágenes guardadas con rigor de miel y abeja, oda de lo que va dormido entre sus brazos, cópula de grandes alas, un no sabés que la vida es siempre una fiesta vos animal de frente triste soltáte a los fogones, dale chispa al tremolante corazón, pinta en la lengua de la tribu un hablabas con el cielo y ahora estas entretomada y yo susurrándote fuisteme un beso neblinoso. Una escritura para pasar volando y ser polen esa es su sonrisa contra el mundo, que cierra su ecosistema galaxia Ortiz, o sus juanjirones hasta lo claroso que hace colorinche de esa sombra hecha de enjambre hasta herir lo amarillo, hasta que la sed mate otra uva y entre lo destrozado volvamos.

domingo, 27 de marzo de 2022

Kenneth Patchen. Un poema. Traducciòn Pablo Queralt.

Como estamos hechos tan maravillosamente el uno con el otro Como estamos hechos tan maravillosamente el uno con el otro podemos caminar en nuestro sueño separado en pisos de música donde yace el manto blanco como la leche de la infancia Oh mi señora, mi más bella querida, mi más dulce, mi más hermosa Tus labios han salpicado mi casa aburrida con el discurso de las flores Mis manos son santificadas donde tocaron sobre tu curvado suave Es bueno estar cansado de ese brillante trabajo Es ser Dios sentir tu respirar debajo del mi Un vaso de agua en el escritorio se llena de mañana… No dejes que nadie entre para despertarnos.

Alice Oswald la paseante de la laguna, la luna y el salto cuàntico. Pablo Queralt.

Alice Oswald la paseante de la laguna, la luna y el salto cuántico. Oswald como la mejor discípula que aprende de uno mismo recorre el Severn y su existencia que es ella ilimitada en el contorno del afuera, la anciana que todas las noches da las buenas noches a la luna desde su ventana, esa es ella una de sus múltiples casitas. Los pescadores a orillas del riacho la recolección de peces, cada día con su escena, su vida son partes de una misma escena en sus distintas variantes. El río que escucha es el verdadero no el superficial, el que se reitera en su mecanismo de repetición golpeando el embarcadero una y otra vez. La que le habla a los cangrejos, el barro, la maleza, al mar que se conforma y se desfigura en una hora todo eso que merodea y se llama vida. Poesía de grandes alegorías y bellas imágenes suaves y abruptas, es la cirujana de la luz para entrar con su fina delicadeza en la grieta, es un tic toc a la verdad perdida como ella misma dice porque es “ Muy difícil de definir más cercano en especie A los poderosos ángeles del purgatorio Que vienen con energía solar a la oscuridad Sin usar otras velas que sus alas brillantes”. Su imagen vivida en la que esta en la misma luna musculosa, impasible en cuyo motor estoy viviendo, nos dice. Narra las distintas salidas de la luna entre el barro, allá terca y tirante atada a la tierra. Casi una elegía al tono Hérnandiano, “Entra un soñador Ojos cerrados. Espantados Pies doloridos Habiendo caminado por la carretera desde el anochecer” versos que te sacan de cualquier infierno. Y estos otros versos “Donde podría una vieja mujer en negro Deslizándose en el anochecer bajo la lluvia tan lejos hasta la esquina Haciendo que su camino se sienta en la premisa de cada pisada Donde podría ser encontrada”, y la que sigue preguntando y preguntándose desde el umbral de la vista, la que casi se arrastra con su bastón para poder descifrar un lugar oscuro desde el lado de lo oscuro, porque sabe hacerlo. Pone el coche en el corazón y escanea todos los lugares del mundo en este paseo por el Severn, fortalezas del agua tomando prestado luna, el olor de los pescados, el zumbido del aleteo de pájaros, todo es materia en su paso. La que sabe esperar con paciencia para ver la lechuza madre, todo en la naturaleza tiene su razón de ser en los ojos del observador de aves: el misterio, esperando un poder, cuando la niebla esta en flor y los dedos del anochecer flexionan y tiran sus dados a la suerte del mundo, como una madre que cuida a su hijo muerto y enseña su mansedumbre y el porque de su aversión a la luz.