viernes, 20 de diciembre de 2019

Alfredo Fressia. Testimonio del cuerpo en el tiempo. La voz exquisita. Por Pablo Queralt.



Que es lo que nace del eclipse, hecho de tiempo, tal vez huevo, ostra? Tal vez como un profeta o visionario al que el astro no lo hiere, Alfredo Fressia nos da su respuesta. En una atmósfera de matinée que solo los poetas recuerdan con aquello que pronunció el alma. Aquello  que el pensamiento le dice, Fressia lo hace poema con finas palabras y fluidas, es que su boca echa versos, silencios, espacios, burbujas siguiendo las sombras del misterio, aquello fundamental en el ser, en la vida todo lo que entre cielo y tierra nos hace y define al poeta  en su forma de abordarlo.
Titiritero aleo, de feria en feria con lo poco que haya, canta su poema de agua viva. Su escarnio, su deshora, lo que brota por sus ojos es materia, máquina que fogonea ese aire que acariciamos, lo que se busca sin encontrarse, la resaca amarga del último poema, el mismo que tarde o temprano muere y nace para emerger en el trepidar del polvo del camino. El mismo que trae el anuncio del sol para sacarnos de ser otra vez fantasmas sin bordes bajo la penumbra de años perdidos. Así nos vemos de reojo en el espejo o por el ojo de la cerradura, allí donde estuvimos alguna vez o Alfredo nos invita a estar. Para salir por la calle cantando su canción, así sin quererlo como esas cosas que nunca hacemos dejamos de estar pasados para ser fruto y flor, poema. Allí Plinio, Nicias, Ovidio, Herodoto, Virgilio contra todos los que nos arruinaron la patria y la hicieron una película vieja donde todas las cosas parecieron bañarse en un vapor oscuro. Es el poeta en su Edén, que son sus palabras, sus versos, sus silencios cubriendo la hoja en blanco y allí su medida como los grandes poetas hacen: meterse con los grandes temas universales, aquellos de los cuales el ser humano no puede escapar cuando se enfrenta en su propio espejo y se hace esas preguntas fundamentales y de las cuales los poetas de su talla salen victoriosos. 
Esta allí lo que zumba en la orbita nocturna, lo que retumba antes de la huída, el secreto revelado, siempre  primero a sí mismo tal como decía William Carlos Williams. Hace territorio existencial de las pequeñas grandes cosas, las que existen para resistir como los preciosos tamariscos de las playas de Montevideo, que el viento curva pero no los arranca, como las páginas de sus poemas que hacen de un espacio estético: efusión cósmica.
Así Fressia va encabalgando versos en su gusto por las formas métricas( La mar en medio- ed Civiles Iletrados) construyendo entidades indisolubles cuerpo-mente-alma haciendo sentido, compás interior de aquello que danza fuera del espacio- tiempo. En sus enunciaciones, sus iniciaciones elabora bellas y eficientes formas plásticas : Fue en Praga allá por el otoño…..digo “je l’aime encore”, en voz alta y me río solo mientras dos muchachos se vuelven para mirar a un viejo que ríe sin motivos, allí se cristalizan subjetividades que se conjugan, complementan en alianzas de juego, miradas. Quien habla solo espera hablar con Dios un día, dice Antonio Machado, en su soliloquio, Alfredo Fressia nos cuenta que llegó a un país congelado que nunca estuvo en el Edén, entre golpes y mentiras se dice a sí mismo “abandona esa poesía y cuídate esa tos de perro y de ti mismo y de las cóleras en frío”. Sus presentimientos hechos ecos del camino que bordea siempre un abismo, el que nos sigue como un perro, como nuestra propia sombra, empilchados en la penumbra de un mar infinito donde navega el viscoso animal en  mi poema. Todo se escurre por el adoquinado, a la manera de Cage sabe que el silencio es música, esa que habita ente palabra y palabra de sus poemas, ese fulgor aureo de ese niño en la elipsis que duerme en la almohada que es ese sueño que nos saca de esta realidad, que es solo pasar de un sueño a otro, o simplemente un remate a la manera de Calderón “La vida es sueño y los sueños, sueños son”.   







Sus preguntas con sus finos estiletes al corazón ¿amaste a tu mujer? ¿para que te crearon? ¿no sabía tu padre que no resistirías? ¿comiste con codicia los frutos del pecado? Como una nostalgia, sin esperar respuestas, siempre risueño canta su romanza, sus sueños, Alfredo el exquisito entre verdades y chismes, el primer humillado y siempre, siempre, siempre el último a nacer.  Se está solo, se está en pecado, materia de versos. Esta vida frágil de un tiempo de rosas perfumadita de veraz: Donde puedo ver la muerte peinando sus muñecas. Corazón si sabes que no sos un reloj, oigo del efluvio que dejan sus palabras. En ellas siempre palpita un aria de ópera, o también un tango de Discépolo oigo en sus versos, o más que un lamento, un rumiar, un despertar en las entrañas de la vida donde nos desvalijan, donde oiremos, pero siempre ignoraremos las respuestas y diremos ahí va el que Nació bajo un eclipse…y al fin reunió en la aurora a sus espectros.
Uno de los grandes poetas actuales Alfredo Fressia, salud.

Algunos de sus libros:
La mar en Medio-Editorial Civiles Iletrados.
Poeta en el Edén- Editorial Civiles Iletrados y Lisboa.

Eclipse- Editorial Melón 2013.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Anne Carson. Que significa no querer desear. Por Pablo Queralt.



No sabemos quién es Anne Carson pero si podemos saber quién es en la página en blanco que ella completa. Las escenas que monta, en esa luz que posa sobre las palabras para resaltar objetos, situaciones como un cuadro de Hopper. En ese “Vivir para ver” deja que los colores los ordene la naturaleza en su caosmia, el tono de la pulsión lo pone ella, nos dice “Para que más” en su libro Hombres en sus horas libres. La observación, el punto desde donde lanza la mirada para reflejar la belleza de las cosas marcando su registro tan particular. Todo fluye en sus paginas  “los fines de semana largos y blancos” “ la vergüenza es un filo oxidado donde Deneuve…” y a su vez da su respuesta : “la característica primaria del dolor es su exigencia de explicación” en su poema Martes, y “polaridad significa sumar o restar” en el poema Barber shop.  Todo se desarrolla en esa blancura que se debate el tandem amor-odio, al fin el odio es un gran amor, es expansión lo opuesto al miedo que es retracción. En La belleza del marido un ensayo narrativo en 29 tangos dice “Su mano quitándose una marca de la cara era la cara de ella” en una maquinaria estética de gesto e inteligencia que da respuesta a lo que el alma necesita, nos saca de la desnudez de la imaginación y luego dice: “ Palabra que por la noche apareció en todas las paredes de mi vida inscribió sin explicación” engendrado un ser-ahí como diría Guattari. Palabra que se ancla como una voz en todas las intensidades del sentimiento para existir ahí y no pasar de largo. “Hay un primer plano de mí sumido en la desesperación” y en ese primer plano estamos todos, nos unifica su silencio de niños observando los colores en su noche. Vamos en su escritura, en los cristales que nos pone dejando nuestras propias muletas, para dejar de ser repulsivos aburridos para con nosotros mismos y escuchar definitivamente un lenguaje para ir a nuestra propia llamada. Algo que destruye el pensamiento, las palabras que nos acorralan. Conocer las leyes y cuando es necesario desoírlas, desaparecer del televisor y las cosas para leer lo que su mano quemada escribe sobre la naturaleza del fuego. Ese fuego que es vital, fundamental, la maquinaria estética que nos impulsa de palabra vacía a palabra llena, nos saca de la comodidad del sillón para hacer posible una recomposición de desterritorialización de nuestros propios campos incorporales. 






Tal vez Anne escriba para volver a ver escenas que se perdió de películas vistas, o para saber que significa no querer desear mientras pone el despertador sobre la mesa al lado de la cama, y en el espejo la mujer mira la garganta, los huesos de la garganta de una esposa.  


domingo, 1 de diciembre de 2019

José Kozer. “Inmemorial la cicatriz que dejó en el aire”. Por Pablo Queralt.





El poema en José Kozer es como su vivir, pasa de uno al otro estado sin el menor sobresalto, resalto, es un continuo fuera de la bipolaridad, léase alegría- tristeza, amor- odio, temerario- temeroso, para transitar por los cinco elementos a cada paso del día cumpliendo su mandala, como quién pasa del momento de la madre o del padre al del hijo- “mis hijas podrían respirar mi muerte en el polvo del camino, el polvo tendría que dejarse llevar por la brisa de la tarde”. Esta lo ácido, lo amargo, el dulce, lo salado, el picor, pasa por la madera que enciende el fuego o en la tierra prolifera árboles, esta el agua, el metal de los melancólicos esta todo en él y su poesía, todo lo vital da su registro del día completando el ciclo en uno. Cada vuelta con la minuciosidad en lo vivido, en el detalle como un medito- grama o grafía de expansión, disolviendo las categorías tiempo-espacio, ahí se mueve ese su sendero, su inspirar, expirar ese intercambio con las cosas como haría el tibetano. Un dejarse llevar a donde llevan las cosas que se le presentan y ahí su decisión su firmeza, ¿astucia? Elegir, para? Por que? Como? Donde? Son sus puntos cardinales las preguntas, no importan tanto las respuestas, él en el fondo tiene sus certezas: el té caliente, la fragancia de las hierbas, la puesta de un atardecer, las mínimas en las máximas estéticas esa es su maquina, bajar un cambio a la pulsión y que el yo sea manejado por uno. Allí arma sus conformaciones espaciales, lo postural, las formas plásticas, los sonidos, el ritmo del paseo, el oído prestado a lo natural que bordea o esta dentro de uno, lo que trasvasa, transmuta, atento a la existencia “ Y luego caminar: los brazos oscilan, se engolfan en las piernas, solo hay piernas rupestres invariables. La voluntad, natural; el esfuerzo imperceptible; moscas inaudibles; el cuerpo ajustado a la intemperie: a eso llama el Tao perfección (risas).En un primer espacio se aprende a respirar, beber. Caminar. Comer. Y -nada fácil- a defecar”. La palabra como soporte del sistema, la ruptura de ideas, es cuestión del instante ya que el presente ya se fugó “el viejo idioma está archivado en las aguas del Leteo el nuevo idioma a base de bisílabas anglosajonas. Manejan un vocabulario de unas mil doscientas palabras… que más se necesita? Estamos en un universo de lo bello y por lo tanto simple, verdadero, necesario. Como decía Ponge la belleza puede estar en un simple vaso de agua cuando el poema es la sed “Dio unas puntadas más al escarpín negro y las remató con un golpe fuerte de hilo. Planchó y almidonó todos los cuellos y puños…bebió una tisana, fregó la taza…tendió 12 años el lecho nupcial…sumergió las manos en todas las fuentes hondas en que sirviera frambuesas…. Y con esas manos desbandalló los periódicos… subió y bajó las escaleras paseando la victoria de los dedos índice y corazón...”.  Lo que implota, se elige, se rechaza, lo que va al costado, las transversalidades de la libido, el hundimiento de la territorialidad en otra territorialidad esa es  la cartografía del alma que avanza, un sinsaber en ese registro posible de la cotidianidad. Un mundo percibido. Una suma de cuerpos, componentes, la curvalidades posturales de la osamenta, el cuerpo aural, el biológico, el mental, el de los cambiantes pensamientos, todos juntos en el trabajo de estar ahí, en la instalación de un yo soy aquí-allá, una recomposición de carácter estético haciendo su constelación Kozer. Todos los elementos nos habitan, nos dice “aprender de la piedra tres lecciones:  imperturbabilidad…. Porosidad…. Monotonía.. en su poema Piedra inmaterial. 



Las formas de percibir y describir lo que los sentidos captan montado a una memoria sensitiva donde la imaginativa hace campo, donde moldea su pan, su momento de eucaristía, ese compartir lo que nos es dado y los mil colores y tonos de una voz que viene a completar universos incorporales llenados y vaciados en el devenir de un flujo de escritura, camino, pasos dados del que ve y es feliz en cada paso del trayecto del estar agradecido y bendecido por el aire, el sol y los elementos que se combinan para estar y poder  ser con.  “Nos vamos o regresamos no sabemos exactamente que es mucho todo esto no hay para qué alterarse : la forma de una isla es de configuración tautológica como el que dice aquí nací sobre el lomo de alguna palabra” .José Kozer escribe, respira, es en cada instante, busca la belleza de lo verdadero como algo esencial que ve en las cosas de su cotidianidad como leer, escribir, meditar en una unidad de atemporalidad llenando un territorio. “Los solsticios van y viene, me tumbo bajo una mata de guira, el reloj pulsera relumbra, estoy desnudo, todavía saboreo el café, la cucharada de azúcar prieta, iré a vivir a los hormigueros cuando estire, nada de vísceras complicadas la reencarnación...”. Es un diario de viaje sus cerca de 75 libros y de entendimiento y observación de un día feliz con ese afán de vivir vaciando la cabeza de la inmóvil condición más allá de la carne, una razón de ser y poner sus mil y un brazos para el transmutar, cambiar algo porque es necesario cambiar, vivir, mutar por ley vital, así creo que es su mirada sobre los astros.
Il miglior fabbro, decía Ezra Pound, podemos decir de José Kozer uno de los mejores artesanos de la palabra en nuestra lengua de hoy día.


Fragmentos de poemas utilizados de sus libros: La garza sin sombras, Un día feliz, Carece de causa, Un asterisco Polonia.




jueves, 28 de noviembre de 2019

Gerardo Deniz. Un grande de la poesía, el alquimista. Por Pablo Queralt.




Quiero decir de Gerardo Deniz : un grande de la poesía. Fue clown Augusto o Bianco?, da igual, si esa alternancia nos hizo felices como una película de Fellini, abrazo sus paginas, sus poemas, como enseñanzas de sofisticación, su empeño o no como una grisalla de sensaciones, me veo arrastrado hacia allí. Es una fuerza actualizada su obra, una formación permanente. Que quiere decir en formación permanente? Precisamente que el poema cada vez que es leído interactúa de una forma viva, diferente para cada actualidad presente, es material sensible dinámico, no una imagen, una foto quieta en el álbum, que más bien es un territorio familiar, el de la condición humana, eso somos en esas paginas de Deniz. Su donaire, su eros en pos de lo verdadero, en definitivo bello necesario, “pues claro que vergüenza se deriva de verga” juega con la semiótica de las palabras y a su vez con su significante ya que la vergüenza es la desnudez, ya en la mitología, cuando Adán y Eva se cubren su desnudez al comer del árbol de la sabiduría, pero no la desnudez corporal que es algo simbólico cultural sino la desnudez de aquello que aparece visible nuestro que conocemos y no nos gusta o no aceptamos. “Tan erótica locuela brinca de falacia en falacia” en su poema Envidia del pene, especie de poemas breves como haikus sin metro, irregulares de su libro Letritus, y su ironía burlona, sarcástica como en su poema Sigmund “como es una ladilla se cree autoridad en todo triángulo”. El juego con las palabras el uso de nombres farmacológicos o de la medicina o de la química, también palabras poco comunes finas y elegantes o creadas como inanidad, ripuario, peneja, fenilpiruvica, jenízaros,  lobezna, plombagina, elucidado, anagramarla, santonina, rosicleres, sabihondez, atrida, bacterias ferroautótrofas, propada, pepenando, y la voz de la calle como peliagudos, sanguijuelas, berrinche, pirujeces, besucón, todo es como un grifo que gotea en su poesía desde lo lumbroso hacia las sombras donde podemos estar aluna vez o estuvimos, recorre todos los rincones su voz su poema como un tango. En su libro Ton y son (1996) nos dice, pregunta “Moriré en escena sobre el adoquinado…?” “soy de esas moscas que asemejan abejas y haraganeamos en las colmenas…”, “Soy la cigarra de la fábula” “soy uno –un libro- donde deberíamos ser varios, más bien muchos afines.” Su escritura a veces poemas en prosa largos otras veces breves poemas cortos rimados otros de 2 o 3 versos, así su oralidad maquínica, no me los imagino más que leídos en voz alta. Alimentando su poesía de lo que esta en el cruce en el caos que va silencioso y hay que darse vuelta para percibirlo, entre un sí y otro sí algo que se vacía en sus versos y otro llena así construye universos una polifonía destruyendo composiciones y recreando otras, una deconstrucción de cada real, vamos sobre un cosmos del adentro-afuera, reconocible en cada uno de sus poemas con su fuerza abarcadora. 
Será que Deniz habla, piensa así como escribe o crea o compone un sistema, un artefacto, el artefacto Deniz perfectamente reconocible y propio, tal vez si tal vez no, pero lo cierto es su existencia para transmitir más allá de palabras, versos, ecuaciones algo que nos trasciende y nos pone en revelación. Sus autoafirmaciones y contrapuestos, silogismos al servicio del poema “me gusta tanto que sabiéndolo, empieces como si nadie estuviese al tanto”, “el amor es de esas mesas eternamente cojas que ni siquiera el mesero logra aquietar”, “quisiera devolverte cuanto das sin fingir cuanto tú tienes que hacer”. O en otro poema una vez más siempre presente el eros “una jovenzuela que apenas conocí, nombre ominoso, esta entregada cuentan a estudiar pornografía. Capaz y vacunada, ¿no es acaso excesiva?”.
Podríamos trazar paralelismos o nexos con flujos intensidades de imaginación tensiones estéticas con Pelongher, Severo Sarduy, Rosenthal Tauber, Osvaldo Lamborghini, tal vez allí hayan puntos de unión. “Mi infancia como la de todos no fue feliz pero si interesante”, autobiografía, recuerdos tomados de un afuera adentro, ritornelos, espacios vividos, en el eterno retorno. Hace carne lo sublime, la esencia hace su territorialidad en un trabajar para vivir en los distintos ritmos y espacios que se salen de lo limitado para ser campos incorporales ilimitados, “la materia envejece en su entraña, pronto lo descubrirán, ya no es como al principio ni como después”, “hay algunos que han estirado la pata…..todo ello es lento, muy mucho, para extraer moralejas sobra tiempo pero ¿Qué nos impide empezar a sermonear?”.        
“Tras varios concilios, la paz kantiana fue lograda. Se vio a más de un antropoide ser seducida por platirrina arte…. Zumbaba una especie de salmodia habitual” de Cronicón, así pinta sus escenarios en ese gajo de  alegría, tristeza, alboroto. También en sus poemas esta allí el reconocer el secreto, lo intimo tal vez en un tono semibizarro del brujo en esa alquimia de palabras “ te he visto despertar de malos sueños con una sacudida”. Poemas novelados con detalles alucinantes o Dantescos, que enhebran con un dulce acido el hilo
de las historias y operetas que guarda la memoria. Abre el cofre de la vida y sigue sus pisadas, sus pistas encarnando lo central y lo periférico rimando compases más allá del tiempo y el espacio con erudición del sabio y la picardía romántica del que tiene las cartas y sabe con destreza repartirlas.   



Poemas.

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A veces, alejándome en mi celerífero
que trocaré pronto por una draisina,
se me ocurre (entonces me vuelvo y te tiro un beso)
que si tus esteroides te hacen tan bella,
los míos más bella todavía,
y hasta crean el concepto de belleza,
bien pudieran
con un estorbosísimo sulfhidrilo en 8 beta, quizá
lograr que al dejar de mirarte no me afectara tu
                                pendejez
(ya que suprimirla
sería superior a toda química)


#

Ponderan mi memoria de cosas variadas
(—Tiene usted una memoria felicísima,
me dijo a mis diecisiete un viejo químico),
pero el secreto que sólo yo conozco
es que más y mejor recuerdo todo
lo que atañe a cierto olfato y cierto tacto
(no hablo de zonas erógenas pues son el cuerpo entero),
y que estos rastros mnémicos
me asaltan a mano armada en mil circunstancias.
De pronto mi órgano de Jakobson, mis manos y lo demás
despiertan, desvergonzados y simultáneos,
ante la estantigua de las ausencias,
quienes, por si fuera poco, cargan a la espalda
sentimientos, palabras, preguntas sin respuesta o respondidas,
más toda la tramoya necesaria
para seguir existiendo sin perder lo existido
que siempre concluyó de igual manera,
pero dejando todos los detalles tragicómicos.
Huellas dactilares, indicios de ADN,
parafernalia caduca, pero ello,
lo puedo asegurar, no tiene gracia ninguna.

#
Me preocupa (entre otras quisicosas) pensar,
ahora que me quede ciego,
qué voy a hacer con la mesa de billar que traigo dentro de la cabeza
cuando rueden por ella
(y a oscuras)
cisticercos, pezones lisos como caramelos chupados,
canicas, avellanas, vólvoces (gónadas), burbujas de chicle, o es
y hasta una que otra piedra de la locura.

(No) vamos a ver qué pasa.


Gerardo Deniz nació en Madrid y vivió y murió en Méjico.
Publicó el poemario Adrede (Joaquín Mortiz, 1970), Gatuperio (Fondo de Cultura Económica, 1978), Picos pardos (1987), Mansalva (1987), Grosso modo (1988), Mundos nuevos (1991), Amor y oxidente (1991), Alebrijes (1992), Fosa escéptica (Madrid, Ave del Paraíso, 2002) y Erdera (Poesía completa) México, Fondo de Cultura Económica, 2005. También el FCE publicó en 2016 Sobre las íes (Antología personal), así como De marras (prosa reunida), en 2016. 



lunes, 18 de noviembre de 2019

EN EL OTRO BAÚL. Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt. 




- Y en el otro baúl?

- En el otro baúl? Nada.

- Estaba vacío?

- No, las cartas, los paquetes de cartas atados por elásticos, que estaban rotas, todo se mezclaba, se deshacía, y quedó, tarjetas postales, cuantas imágenes de estaciones  u hoteles de ciudad, o de un viaducto impreso en gris o vagamente azulado o sepia en cartón ahora amarillento, donde también veía estas cinco o seis palabras tan a menudo, los mismos escritos diagonalmente en el lado que llevaba la dirección! Oh, créeme no estaba leyendo, estaba zambullendo mis manos en esta masa desordenada, estaba revolviendo este papel que hizo un ruido que me encantó, entro en esas fotografías, viejos hombres con corbata, muy dignos, mujeres en moño tímidamente sonrientes, con el corpiño un hermoso espíritu santo, en su montura plateada. Y allí, a veces también toqué una mano que aún estaba viva, y ella se estaba cerrando en mis dedos, muy rápido, ella estaba tirando, estaba tratando de atraerme, en su noche, pero me resistí, tu de todo eso bien dudabas mientras yo tiraba en otro sentido, hacia arriba, hacia mi, y pronto no buscó más de retenerme, ella se estaba disipando en estos escritos, apretados, llegué a escuchar un sollozo.       


Esa mujer, quién era ella?

Era una mujer, sin duda ya que yo cuando me levanté de ese otro baúl, sobre el marco bajo, en el calor pleno de pequeños granos de polvo, yo allí veía nada más que por un instante sentada detrás de uno sobre un pequeño banco. Una vieja mujer, era. Ella no miraba nada, ni se movía. Yo diría era una ilusión. 


Quién es ella? Sigo insistiendo.

Ella se llama Petronila. Una de nuestras antiguas tía- abuelas de uno de esos pueblos lejanos al fondo sobre la meseta. Ella dirigía una tienda de ramos generales. Ella vendía allí bacalao seco, los Biscuits en grandes cajas de lata, agujas y tijeras, hilos de todos los colores, y ovillos de lana. Asimismo, ella exhibía suspendida debajo del techo juguetes, donde la mayoría de los viajantes de comercio allí pasaban a veces, en ese extremo de mundo, en el insoportable calor. Trompos de lata, rojos o amarillos. Las imitaciones de violines.



-     Cállate!
-         Tu bien sabes que nunca he dejado de callarme.


Yo moriré con mi secreto. La mano que esta por debajo de las palabras me lleva sobre su noche, y tu no sabrás, amigos míos que me reclamen esos sollozos, esos gritos, esas exclamaciones de espanto, de dolor, que yo escuchaba en la noche en la casa vacía. 


Del libro Perambulans in noctem. 






sábado, 26 de octubre de 2019

EL AMANECER DE LOS TIEMPOS 2. Yves Bonnefoy, traducción Pablo Queralt.





Y es también que yo no puedo olvidar que ese desván, esa maciza estructura baja, calurosa, con fragancia, suelo de tablas mal unidas, tenía verano durante largos años, el lugar del fin de la vida de arcones que quedaban abiertos por que desbordan de viejos libros y de revistas. Muchos de ellos estaban en habitual desorden, pero yo encontré entre ellos aquellos titulados Lo sé todo, enciclopedia mundial ilustrada, con una página de cobertura de pequeño hombre vestido de negro, cuya cabeza era el globo terráqueo.  
De un dedo, que aterrorizaba! El se toca la frente, los ojos perdidos en su sueño. De rodillas, delante de un baúl, yo paso las horas leyendo, Lo sé todo, contemplando de lejos litografías de carbonilla de ríos de la Polinesia, con bellos seres, semidesnudos sobre las arenas, o me aterrorizaban habitaciones mal iluminadas por esparcidas lámparas de aceite dentro de la ronda de claridad en las que se exhibían abominables cabezas de las que jamás habría sabido.  




jueves, 3 de octubre de 2019

EL AMANECER DE LOS TIEMPOS. Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.



Yo vuelvo a la casa de hace mucho tiempo. Y grande es mi entusiasmo de descubrir que las habitaciones son más grandes que en mi memoria y que es verdad, sobretodo, que la escalera estaba en un rincón de mi memoria, pues yo amaba transitarla cada mañana desde lo alto de nuestro primer piso. Yo iba a sentarme sobre algunos de sus escalones en la medialuz que venía por el espacioso zaguán del vestíbulo. Yo de eso disfrutaba también la frescura en las horas más calurosas, y una vez yo allí me caí, mi padre asustado gritó y me tomó en sus brazos. 

Pero ya no recordaba más que esas caminatas fueron tan largas y tan profundas, sobre maciza piedra gris, ni que su progreso continuara tan majestuoso hasta este desván donde por lo tanto yo me quedaba tan frecuentemente, para las lecturas. No se va al desván, en casas comunes. Yo comprendo en el presente que esta casa no es de este mundo, que fue diseñada anteriormente a él, en otra parte, y veo a estos seres antiguos agrupados alrededor de una mesa con planos y mapas bajo sus ojos, inmensos horizontes de largas colinas de piedra caliza. Ellos se  miran pensativamente. Uno de ellos coloca el dedo sobre el plano, donde dos niños, pequeño niño y pequeña niña, sentados al pie de la escalera, pelean por un objeto que es difícil de distinguir, en esta vieja fotografía. Es un pequeño animal, eso que tenían en sus brazos? Una pequeña vida con movimientos bruscos, gritos débiles, y que era parte del cuerpo de uno o del otro, o de los dos, o toda una aleta del cielo estrellado que aún no se había borrado, esta mañana a la luz cada vez mayor del día de verano? Yo no sé que tienen ellos allí, y que ellos dejaban escapar, pero yo los veo que suben por la escalera, ahora tomados de mano en mano todavía.


lunes, 23 de septiembre de 2019

BRAZOS QUE SE ABREN. Y. Bonnefoy traducción Pablo Queralt.





Aquí, estaba la sala. Restos marchitos de monedas de papas todavía están allí, en dos jarrones de cristal gris cerca del gran sofá desvencijado. Ah, me gustaron estas flores ocres marrones, esas hojas amarillas! Vine a sentarme al lado de ellas, les confié  murmurando las palabras que invente. Pero su fragancia suave se deslizaba bajo mis dedos tan respetuosos, sus hojas se desprendían de los tallos, sus pétalos caían, como  
un arqueólogo en antaño, había visto avanzar hacia él dentro de la sala funeraria, y el momento después de ser solo polvo, un rey tal vez una reina. Sombras, pero dentro de sus manos, brillando todavía, la mascara de oro que ocultaba su cara. Recojo esas hojas de monedas de papa, pongo un poco de ellas en una pequeña caja de hierro.  
Cuantas veces el día comenzó en la casa que quedó vacía hace tanto tiempo, cuantas veces la luz púrpura del anochecer se ha reflejado sobre las dalias? Yo dejo la sala. Esos  pájaros por millares, de todo tipo y tamaño, se alegran gritando en las habitaciones, y una de ellas cerrada con llave, yo no puedo más que sacudir la puerta.







domingo, 8 de septiembre de 2019

BRAZOS QUE SE ABREN. Y. Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt. 



Delante de la alcoba una cortina al que un gran cielo tormentoso, con el viento, mueve sus pliegues hacia el fondo de la habitación vacía. Este decorado, de palabras, incluso frases, entre las que hay una figura pintada, de una joven mujer con cara triste, con su corpiño bordado de pequeños frutos y flores. Quién sería ella, aquí en mi infancia, una entre otras, revivirá ella?  Si, ella se mueve, con sus brazos abiertos, ella se inclina sobre mí, pero una mano Dios sabe donde, no la veo, descorre la cortina, hace deslizar esas palabras unas debajo de las otras. Ahora nada más que escarlata, parece sangre, por todos lados dentro del pesado paño.




Y que ocultaba el decorado? Pero es una cama! Donde el cielo y la tierra duermen en los brazos del otro, casi desnudos. De hecho esta oscuro, no me sorprende, en esta casa donde estoy de regreso después de tantos años. Y la Osa que aparece tarde en la vida, la constelación más bella, baña pensativamente con su fuego al hombre y a la mujer de esas estaciones de antaño. 

Del libro Perambulans in noctem. Y Bonnefoy.

viernes, 30 de agosto de 2019


HORAS EN ESTE PERIÓDICO QUE YO NO TENGO. Y. BONNEFOY. Traducción Pablo Queralt.




Yo comprendo, y que eso es simple, transparente! Donde estaba mi cabeza?  Estaba tan profundamente dormido hace solo unos momentos? Pero sí, esos árboles, allá abajo, los castaños todavía, a veces robles, alerces y también nubes que han dejado de ser  rojas- apenas un rosado sobre estas dos sombras de bufandas blancas, retenido todo contra esta colina donde hay, se dice, círculos de piedras, quizás tumbas- y también la hierba que mi pie arruga y la alondra de debajo del seto que al ruido de mis pasos levanto vuelo, pero si, esas vidas, todas esas vidas que se evaporan del fango claro que parecen ser, son, van a ser un momento todavía, no más que una simple materia sino signos, en un texto que en una hora, al alba, propone al espíritu, desgraciadamente en vano cada día. Signos no muy simples, seguramente. Las diferentes letras de esta lengua que, lo leeríamos, nos permitiría ser, parecen innumerables en su apariencia, pero aquí están ante mis ojos en toda su plenitud y delicia de la escritura invisible, y entre las palabras que esas letras forman esa alegría, que razón tan bella y apaciblemente respirable!  No queda más nada de estas formulaciones, ecuaciones, sueños de la última hora! Yo comprendo, descifro. Y entonces tengo la tarea de hacer esta palabra para aquellos que duermen todavía. Rápidamente, encuentro en mi bolsillo la libreta que llevo conmigo cuando empiezo
el camino. 


Aquí esta. Pero donde esta el lápiz que siempre llevo? Pienso en otro bolsillo, en otro todavía, yo busco, y es como si dentro de mi cama me volviera hacia la pared pero la luz del cielo raso está también de este mismo lado en reflejo en el crepi blanco, y escucho de nuevo el canto del gallo, los ladridos, el paso de un automóvil. Me pongo de pie, escucho. Que hay en mi espíritu? El hermoso poema de Matthew Arnold, Dover Beach, y especialmente su última estrofa. Estos versos de la noche serena, de la mar en calma, pero donde el ruido de los guijarros también resuena cuando la marea se mueve en la playa.           

Ah, love, let us be true
To one another! For the world, which seems
To lie before us like a land of dreams,
So various, so beautiful, so new
Hath really neither joy, nor love, nor light,
Nor certitude, nor peace, nor help for pain;
And we are here as on a darkling plain,
Swept with confused alarms of struggle and flight,
Where ignorant armies clash by night.

 Quién soy? Veo cerca de mi amigo, mi compañera, dormida otra vez, ligeramente destapada. Y pienso en lo que me dijiste ayer y ahora escucho aún mejor, otra pagina de este periódico que yo no tengo. Estabas en la ventana de nuestra habitación. Ven, me dices. Pero ahora: ah, es muy tarde! Muy tarde? Ya no hay más luz dentro de este anochecer final del verano, y que ha aparecido en  un instante, sobre tres o cuatro árboles grandes cerca de aquí : un aumento extraordinario en su brillo, de este don que ella es para la tierra? Ah, love, vivamos esta tardanza, todavía tan luminosa. Es lo mismo que contemplar la darking plain, no es así?    







sábado, 17 de agosto de 2019

HORAS EN ESTE PERIÓDICO QUE YO NO TENGO. Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.



Yo he soñado saberlo, lo he reconocido, he vuelto a la divina ignorancia. También tan silenciosamente como pude dentro de la casa todavía adormecida, giré la llave de la puerta que daba al jardín, yo salí, lo rojizo del cielo tiene todavía alguno reflejos sobre las dalias de la terraza invadida por la hierba: haré quitar la hierba, no, esta bien así como esta, fuera del tiempo. Yo empujo ahora la barrera sobre el camino, un poco chirriante. Se extiende bajo mis ojos el admirable horizonte sobre esa primavera que comienza, ligeras ondulaciones de sol da suaves colores que toman sus manos bien hacedoras. Yo voy a ir hasta allí donde la ruta y el horizonte y el cielo se juntan, los otros árboles, de repente, pero la misma paz…. Y yo comprendo!


Yo comprendo, y que eso es simple, transparente! Donde estaba mi cabeza?  Estaba tan profundamente dormido hace solo unos momentos? Pero sí, esos árboles, allá abajo, los castaños todavía, a veces robles, alerces y también nubes que han dejado de ser  rojas- apenas un rosado sobre estas dos sombras de bufandas blancas, retenido todo contra esta colina donde hay, se dice, círculos de piedras, quizás tumbas- y también la hierba que mi pie arruga y la alondra de debajo del seto que al ruido de mis pasos levanto vuelo, pero si, esas vidas, todas esas vidas que se evaporan del fango claro que parecen ser, son, van a ser un momento todavía, no más que una simple materia sino signos, en un texto que en una hora, al alba, propone al espíritu, desgraciadamente en vano cada día. Signos no muy simples, seguramente. Las diferentes letras de esta lengua que, lo leeríamos, nos permitiría ser, parecen innumerables en su apariencia, pero aquí están ante mis ojos en toda su plenitud y delicia de la escritura invisible, y entre las palabras que esas letras forman esa alegría, que razón tan bella y apaciblemente respirable!  No queda más nada de estas formulaciones, ecuaciones, sueños de la última hora! Yo comprendo, descifro. Y entonces tengo la tarea de hacer esta palabra para aquellos que duermen todavía. Rápidamente, encuentro en mi bolsillo la libreta que llevo conmigo cuando empiezo
el camino. 



domingo, 4 de agosto de 2019


HORAS EN ESTE PERIÓDICO QUE NO QUIERO 2. Yves Bonnefoy. Traduce Pablo Queralt.




Encuentro el cuaderno, todavía un poco tanteando, lo abro, garabateo palabras. Este resplandor, son estas grandes nubes que pasan delante de mis ventanas que están abiertas, pero aquí hay un rayo de sol deslizándose entre ellos, él presenta el día en mi mesa, toca mi mano, toma el lápiz, el decolora el sueño. Nada incomprensible. Y así es la expresión de sus primeros números, ese secreto que yo había percibido? Yo de eso no tengo más que esas sombras de recuerdo a las que no se sabe más dar forma ni contenido cuando llega el fin del sueño nocturno. Se cree poder volver a ver dando cara, no, eso no es más que un reflejo en una puerta vidriada, y ella ya ha vuelto borra toda su imagen. Yo estaba en esas grandes nubes rojas como dentro de esos paños de otro sueño. 

Y este es el presente delante de mi, el mundo como se muestra cuando él se hace canto, cosa tras cosa se retira en sí, se reduce a su momento de aparición haciendo regresar a la vida a esa otra y única evidencia que es el canto del gallo, el ladrido de un perro, en la ruta, el ruido lejano de un auto que pasa. Es como si esas nubes rojas hubieran sido grandes manchas de tinta en las cuales dormían figuras fantasmagóricas, y ellas son millones pero si se las observa bien, si se quiere verlas más profundamente esas que se deshacen en vapor, es el bello camino delante de la casa, con sus grandes castaños, que fueron plantados formando una hilera hace ya algún tiempo, mal brotados, que va a hacer que el jardinero vuelva a emprolijar.      

jueves, 1 de agosto de 2019

HORAS EN ESTE PERIÓDICO QUE NO QUIERO. Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.



7 horas.  Me despierto. En mi mente todo está claro. Preguntas que me parecieron insolubles están presionando en mi espíritu pero es por sus respuestas, sus soluciones ahora evidentes, más que evidentes: es la luz misma, que ha tomado forma verbal. La secuencia de números primos, por ejemplo, es infinito, pero si, y sé por que, y es simple, lo demuestro fácilmente, tengo pleno acceso a esta interioridad de números que desanimó a los buscadores: y hay buen tiempo, todo es un cielo!  Otra cosa. Que quiso decir Mallarme cuando evocó, su “gran trabajo”, un libro, simplemente en muchos volúmenes? Cuando trató de hablar al infinito grado de cielo estrellado? El también estaba buscando en el hueco de los números. Los números fueron además su palabra, pero se estaba perdiendo, y yo mejor que él entiendo lo que quería, lo acompaño en su proyecto que vuelvo a visitar y que también – ay por que lo veo ilusorio- lo analizo palabra por palabra… Dios, existe? Rápido, tomo este cuaderno que veo en la mesa, el gris sobre gris, uno más oscuro que otro, en el resplandor del día que se levanta. Otros descubrimientos están por venir, tengo que contar todo esto.


Del libro Perambulans in noctem. Editorial Mercvre de France. 

jueves, 25 de julio de 2019

Rafael Espinosa. El vaquero sin agua en la cantimplora. Por Pablo Queralt.



Un vaquero sabe que como hay que parar en el desierto para descansar y luego seguir, hay que tener H2O. Porque la sed existe y sino se calma comienza la confusión y el principio del fin. Hay un sendero adentro y otro afuera, con eso es que hace el poema Espinosa. Un aquí -allá, un pasado para demoler, un presente para dispersar y un futuro para morir, eso dice el oráculo.  Eso es lo que derrotan algunas parejas, el elixir es saber amar, y Espinosa bien lo sabe. Entonces suena música de Evangelio, y se espía el mundo, con eso se hace una vida, la cosa y la abstracción de la cosa. La idea es una opción y no creó las cosas, esa relación que crece entre las palabras y las cosas, como bien nos contó Foucault. Y Espinosa además nos cuenta que los sentidos nos engañan a veces generan ira, melancolía, lujuria, como si quisiéramos atrapar el mundo. Cuál es la realidad entonces? La restitución nace de la bondad de ver pasar sin sentido el tiempo. El testigo, el poeta es el que observa, hay un adentro y un afuera, cuál de los dos prevalece? El poeta nos dice El mundo cumplió con dejarnos entrar y retirarse luego. Tocar, conocer es todo lo que tenemos, lo demás fenece. Como una cuestión de hacer conciencia y hacerse real.
La única casa es uno, no hay salvación más que solo allí, lo demás es perentorio, esa nada, esa selfie imaginaria de nosotros. La felicidad en los ceibos, casuarinas, poncianas, cerezos, la naturaleza vegetal presente como también el reino animal en las aves,( pelícanos, gaviotas, gaviotines, playeritos y otros) hacen su mundo en la mente en un sentimentalismo que nos une, hermana.
Yo con los demás y con el todo, un mundo natural, un ecosistema que reina en nosotros de lo que conocemos, un jardín se contiene a sí mismo, que nuestros ojos profundos traducen. Donde las maquinas deseantes se aquietan. Como volver al estado del cero, naciente para una practica creativa. Donde somos ilimitados, donde nuestra mirada dejo de ver
campos limitados. Es otro el devenir humano. Me pueden echar de mi vida pero no de mi mirada.
Y acerca de vivir aconseja, vivir no con una quemadura en la memoria. La vida como lluvia donde caen los secretos en lo austero, lo simple de vivir dentro de los ojos si es que vivir es un asunto natural.
Pescas y plantaciones sirven de escenario para aprender a respirar en la pagina palabra a palabra, tomar una forma de la felicidad, la de haber vivido la antología sin que se le escape el secreto.
La voz interior que pastilla a pastilla hace el poema, la sabiduría, la canción que puede cantarle a la vida para poder ver el poniente y poder verse la espalda. Sol y luna en el mismo acto, en una ruta de autoconstrucción, buscar ese aire que infla en los pulmones y permite volar, sobrevolar el territorio de existencia, el cuerpo del fantasma, la transversalidad instalando habitats.
La potencialidad de lo acontecido y la expresión del sensible al sumergirse en esa zona de ser con todos donde se pierden las coordenadas.
Registros de mundos de distintas intensidades, flujos de persistencias, trazando un mapeo de universalidades no dimensionadas. Una abstracción articuladora de un aire que se aferra al vacío y allí en la soledad del Ego mirar un tiempo para despedir una estrella de cine y dar la bienvenida a la estrella de tu vida, y allí ser. Este libro es una forma de Ser, el que nadie te puede enseñar, excepto uno. Un camino. Un libro que no te deja escapar. Los gorriones del barrio, los preámbulos del sexo, los óvulos, los bañistas, las películas de amor, el ardor en los ojos, las palabras en las pupilas. Farmacias donde se vende sin receta, camposantos donde amenguar el dolor y que el recuerdo nos permita crear la herida de una herida, así los poemas para no desplomarnos en el llanto. Aquello que no da Netflix, ni el Tinder, ni la play, aquello que construimos con lo que nació para perderse o con lo que vamos perdiendo, los que llegamos siempre tarde donde nunca pasa nada.
Pasamos el humo, la bruma para ver que olvidamos por completo lo vivo, y nunca olvidamos lo muerto. Así somos. Aprendiendo a vivir en sinónimos de realidad, como Humphrey en Casablanca cuando deja a Ingrid. En esa potencia estética. Una hoja en blanco, un cielo limpio por venir.  



Libro El vaquero sin agua en la cantimplora. Rafael Espinosa. Editó Caleta Olivia.

jueves, 18 de julio de 2019

ZURITA UNA VELOCIDAD DE UNIVERSO.
Por Pablo Queralt.




Un montaje supersónico de imágenes, ideas, sentidos que van en direcciones diversas, paisajes por donde el  sufrimiento pasó. Esa es la translación que propone Zurita en sus poemas escena-acción. Estética de los nadies, aquello desaparecido que en los parpados del cielo se hacen nuestros un sueño donde nadie muere ese es su canto.  Rescata lo que hay vivo, aquello que se mantuvo aun muerto, desaparecido, vigente en ese espacio de tiempo que nunca dejó de mirarnos.
La incertidumbre, la confusión que da su pique, sus palabras, la enseñanza el signo que debemos entender para seguir.
Una velocidad Zurita donde vemos pasar las cosas como en un formula 1 resucitando horizontes, con esa nitidez de aquello que decía: estás muerto pero ahora estas vivo.
Es un regresar a la casa para contar de ese campo incorporal donde se estuvo llenando el espejo de lo perdido y zumbó por dentro en su umbral de lo neurotransmitido, un gemido entrecortado que se oye y no se oye. Espacios alucinantes montañas, estrellas, flores, nieve, abismos, ese granizo que no deja de caer. Todo se incendia cielo arriba, ese torbellino en la luz que va y vuelve del campo de batalla. Todo lo consumado, todo fue consumido, las cales blancas de los muros ahora son plástico, es el INRI de los muertos y desaparecidos. Es la vida que vuelve de los que fuimos asesinados, rotos en esta resurrección de los libres del mundo que responden “Oh juremos con gloria morir”. Si esta es su verdad, su canción, un grito último.
La poesía de Zurita irrumpe, no pide permiso, entra se apodera del espacio texto y hace su crónica de todos los amores muertos que fuimos. Observa, pregunta, se pregunta, y profetiza o asegura un devenir. Él oye, escucha como ver de nuevo. Y narra ese escenario que pone en el papel, un rostro es una flor en el desierto tal como el desierto es una noche para las flores. Y se convence que las flores nos aman con un amor que nuestra patria nunca nos dijo y a la vez que aún las flores muertas nos aman. En un todo subiendo al cielo.   
Se traslada en la universalidad del mar, cielo, cordillera con su fuerza expansiva contraponiendo la soledad, el horror, el terror del desaparecido muerto, creando un estilo poético de narrar con todo eso que envenena el aire, en una suerte de Truman Capote o Rodolfo Walsh poético.
El espacio del poema es la inmensidad y allí el encuentro álmico. Los muertos y los vivos encuentran su paisaje inexistente para el que no esta atento y los poemas de Zurita son los signos y señales significantes de esa noción, espacio del vacío que es llenado y así sucesivamente en esa cadena, enlaces de poemas.


Sus poemas, como cuerpos arrojados, flores existentes o inexistentes, ruta de la soledad surcando un océano, liberándonos de lo encerrado, para que el tiempo de la vida no se nos pase deseando sin conocer. Algo que perviva más allá de morir. Hay un todo Zurita buscándonos pedazo a pedazo, como un país desmembrado que volviera a juntarse. Esa idea de totalidad de un todo que emerge de una virtual ilusión de separatividad, como olas de un mar que ondula levantándonos de nuestros cadáveres.     
Algunos de sus poemas son volcánicos nos lleva en esa erupción a flor de piel, en una invitación a una fiesta de los sentidos. Ese “ser-ahí”.
Una voz que expande su universo, su real, la reactualización de un antes, en un ahora, mezclado reterritorializando una unidimensionalidad desde una polifonía estética, el sentido pleno de la máquina sensible.
Poemas como ecosistemas que buscan el gusto por vivir, un territorio existencial donde encontrarse, un presente que nos salva.
Un universo transpolado de líneas de fuga, en una intensidad que va desde lo finito a lo infinito y así en círculos que avanzan en las líneas del poema, en la caosmía del movimiento. El holograma entre ser y no ser, en esa nada, vacío en que el poema arremete. Zurita es el testigo. Instala un habitat de recomposición, una forma de ser, su matrix.
  
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2 poemas

*
Escuchamos caer el mar, las cumbres, las llanuras
y eran nuestros cuerpos ciegos los que se
derrumbaban amontonándose debajo de las
piedras. Las margaritas gimen y tal vez ellas son
los dedos que nos palpaban tocando en nosotros las
vaciadas costas. Quizás es común para las flores.
En una tierra enemiga es quizás común que las
margaritas se doblen tocándonos en el mar
desmoronado. En una tierra enemiga tal vez las
margaritas palpen subiendo en sus dedos las
montañas.
.
*
.
Están la cordillera de los Andes y el Pacífico
abrazados debajo de las piedras. Las margaritas
crecen en la primavera. Tal vez la primavera
crezca. Tal vez las montañas y el océano
abrazados se levanten desde abajo de las piedras
y sean margaritas de la nueva primavera.
Bruno, Susana, tal vez sus cuerpos se levanten
desde debajo de las piedras. En una tierra enemiga
es cosa común que las margaritas sostengan la
nieve que quedó de los cuerpos en la
primavera.
.


sábado, 13 de julio de 2019

Un espacio- Thom Gunn- Traducción Pablo Queralt.




El año en que los dolores terminaron, ellos tuvieron que fusionarse
En una última pena, con una sola propiedad:
Para verse a si mismo como una nube suelta perder el filo
Y separa, y deja un cielo vacío.

Viendo los porches Victorianos a través del cristal,
Desde el bus 6 ví a un amigo
Parado en una esquina para dejarnos pasar,
Un niño rubio de cuatro años tirando de su mano,
Que tirón aguantó con una leve sonrisa.
Conocí la sonrisa de ciertos pasajes
Hace dos años, por lo tanto no lo conocía bien,
Ya que tuvieron lugar en mi habitación y la suya.

Un joven admirable de aspecto robusto.
Dijo “elegí hacer esto con mi vida”.
Casualmente se reunió lo dijo del plan  
Que emprendió sin un amigo o esposa.


Ahora visiblemente tirado por su decisión
Caprichoso y ansioso. Así que este era su hijo!
Lo que admire de su auto permiso 
O era que se había apartado de todo lo que había hecho,
O fue, o había sido, incluso mientras transpuso
Las expectativas que sacó en la oscuridad
-del juego de Eros, características no reveladas-
En otro lanzamiento donde podría trabajar
Con la misma melodía, y optó
Por educar, permitir, guiar, alimentar, mantener caliente
Y amar a un niño para ser adoptado,
Aunque todavía estaba en blanco en un formulario.
El blanco ahora era carne, corriendo sobre su nervio,
El organismo de techo justo denso de encanto,
Su músculo trenzado agarrando lo que serviría,

Su tirón contrario, su propio brazo devoto.

miércoles, 26 de junio de 2019

Su mascota- Thom Gunn- Traducción Pablo Queralt.




Camino por el suelo, leo, veo un espectáculo de copas, bebo,
Escucho a los autobuses subir cuesta arriba a través de la neblinosa llovizna   
Luego vuelvo al libro pintado para pensar
De Valentine Balbiani y su perro:
Está reclinada, leyendo en su tumba;
Pero se abalanzó, trata de interceptar su mirada,
Sus patas delanteras en su regazo, como en esta habitación
El gato intenta husmear bajo mi libro.


Sus rizos apretados, sus pechos sujetados por su corpiño alto,
Volcanes crujientes, boca calma, manos largas y delicadas,
Todo en la pausa del mármol significa
Una fuerza tan lujosa que ella puede limitarla.
Ella no dejará que su perro mascota llame la atención
Por su dignidad, y su ingenio.

A continuación, de la misma tumba se reproduce
Un relieve lateral en el que reaparece
Sin su perro, y todo esta perdido-
Su cabello suelto desde el secreto de sus orejas,
Sus grandes orejas, y su cara arrugada sin género
Estirada desde su garganta nerviosa. La muerte es tan simple!
Sus pechos son perillas bajas a través del vestido suelto.
En las características trabajadas puedo leer el dolor
Que ella pasó para llegar hasta aquí, sacudirlo todo
Pensando al principio que su fuerza ágil se escondía
Como un perrito dentro del recuerdo,
Hasta pensar que eso, ella sabía era fingir
Y deshecha la esperanza, buscó el dolor largamente
Y trabajó con ello para ponerle fin.