domingo, 4 de agosto de 2019


HORAS EN ESTE PERIÓDICO QUE NO QUIERO 2. Yves Bonnefoy. Traduce Pablo Queralt.




Encuentro el cuaderno, todavía un poco tanteando, lo abro, garabateo palabras. Este resplandor, son estas grandes nubes que pasan delante de mis ventanas que están abiertas, pero aquí hay un rayo de sol deslizándose entre ellos, él presenta el día en mi mesa, toca mi mano, toma el lápiz, el decolora el sueño. Nada incomprensible. Y así es la expresión de sus primeros números, ese secreto que yo había percibido? Yo de eso no tengo más que esas sombras de recuerdo a las que no se sabe más dar forma ni contenido cuando llega el fin del sueño nocturno. Se cree poder volver a ver dando cara, no, eso no es más que un reflejo en una puerta vidriada, y ella ya ha vuelto borra toda su imagen. Yo estaba en esas grandes nubes rojas como dentro de esos paños de otro sueño. 

Y este es el presente delante de mi, el mundo como se muestra cuando él se hace canto, cosa tras cosa se retira en sí, se reduce a su momento de aparición haciendo regresar a la vida a esa otra y única evidencia que es el canto del gallo, el ladrido de un perro, en la ruta, el ruido lejano de un auto que pasa. Es como si esas nubes rojas hubieran sido grandes manchas de tinta en las cuales dormían figuras fantasmagóricas, y ellas son millones pero si se las observa bien, si se quiere verlas más profundamente esas que se deshacen en vapor, es el bello camino delante de la casa, con sus grandes castaños, que fueron plantados formando una hilera hace ya algún tiempo, mal brotados, que va a hacer que el jardinero vuelva a emprolijar.      

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