lunes, 11 de julio de 2022

Ferreira Gullar. Poema sucio/vertigo del dia. Por Pablo Queralt.

 


Ferreira Gullar. Poema sucio/en el vértigo del día.

 

Ver la vida desde las entrañas de un animal, gato, gallo, caballo, ahí en una boca de tu cuerpo no como boca de palabras sino como una entrada. Y allí nos invita Ferreira, a hacer girar la vida. En la profusión de las cosas ocurridas, constelaciones del alfabeto, noches, confites, cumpleaños, domingos de futbol, barajas, ruleta, corsos, mítines, entierros. Cuantas cosas se pierden en la vida haciendo lo que uno no debiera hacer, sino vivir. Y quedan en el huerto olvidado, con el resplandor del sol muriendo en nuestra ventana. Consumiéndonos en colectivos, micros, trenes cuerpos con poca llama. Mi cuerpo es mi tamaño en el mundo pero realmente lo que vale? Toda esa masa que se reintegra y se desintegra en hidrógenos y helios, que hace que sin el no hay Ferreira Gullar, asi de simple y muchas pequeñas cosas quedarían olvidadas para siempre. Lo que hay que saber para poner límites a días de fronteras impalpables, en un horizonte de trabajos infinitos. Y que en una noche hay muchas noches igual que días, en el día de formas diferentes, asi las muchas noches parecen una sola noche. Y a la noche como la luz es poca uno tiene la impresión que el tiempo no pasa, y los esposos se aman sin hacer mucho alarde para que los chicos no se despierten, como si el tiempo durante la noche se aquietara y allí en la oscuridad también junto al cancel cuando la calentura es mucha deciden casarse. Sensaciones vivas como cuando uno se despierta tarde y ve todas las cosas funcionando. Asi territorializa sus campos imaginativos coronando los universos del afuera con los internos, allí las almas se unifican en el poema. En esa inmovilidad fantástica uno puede tener la idea que el universo murió, es el resplandor del puño cerrado de la vida. Va con su máquina sensible develando secretos y sus mundos, donde el tiempo no se diluye, ni fluye, ni siquiera se deslice sino que se debate en su jaula de sombras. Se hunde en su propio abismo, vértigo, tan sin velocidad que no se vuelve a la luz sino a la oscuridad, pensada en una ciudad desdoblándose en callejuelas, esquinas y cuestas donde muchos ojos humanos se apagaron antes de que estuviesemos y alguna voz de algún blanco sonara en ese escenario. Las tardes calientes respirando el hedor, ya nadie anda desnudo en este escenario que los blancos hace años nos trajeron con la moral y las buenas costumbres además de la sífilis, dice, y se perdió esa voluntad. Tampoco valió mantener analfabetas a las mujeres y dopadas con emulsiones de castidad, la población creció tal vez como no querían y creció festiva y sabiendo que solo vale la pena vivir para asistir a los bares y arriesgar en la centena, en una ciudad donde la vida es menos cada día sembrada de asfalto y contaminada. Eso es la ciudad con su gente que no planta y come lo que compra y para comprar se vende. Asi enfrenta la crisis del ser en la vida, la ciudad, estoico, heroico, hiperdinámico y de veloces intervenciones entre las sombras de los que viven la vida de ellos y ellos que viven su vida. Andando en taxi, mientras enterraban a Clarice, al borde de la laguna hacia Botafogo descubre como las piedras y las nubes y los árboles en el viento mostraban alegremente que no dependen de nosotros. Esa es la voz, la de nadie, la del viento, el ventarrón, un soplo de aire como el día que se hace. Es un hombre con un espejo hecho de un segundo esqueleto, el que le revela los misterios, lo inacabado, lo que esta embuído en el cuerpo, lo que no puede volverse hacia atrás, solo estar una imagen sin ruido, solo reflejar el vuelo. Las bananas podridas en el almacén metida en la vida de la familia con su suave de baño por las tres de  la tarde, esa suavidad de casa, de tarde que atraviesa para siempre una suavidad de luz hiriendo la vida en el cuerpo de la gente. Es como un agua esmeralda este conversar en versos que propone que murmura como el mar, es el mismo estampido, el mismo grito, que nos toma de la cintura. El cosmos se hace corporal

 intensidades de conjuntos de palabras, nexos que interactúan, seccionan, atraviesan como este mar con su baño donde gravitan perfumes, futuros, nocturnos donde la tarde se pudre, hecha carroña vegetal  y se asienta la abeja y la mosca y que tienen que ver con esta gente que trae en el cuerpo y hasta en el nombre, quemados de pobreza vida que en la boca es risa y en la barriga hambre, asi nos habla, este es su clamor. Su pregón. La poesía cuando llega no respeta nada, relincha y solo después besa en los ojos a los que tienen sed de felicidad y justicia.     

 

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