miércoles, 18 de septiembre de 2024

Un paseo Alice Oswald traduce Pablo Queralt. 2 poemas.

 


Secretaria de ensueño

 

 

Lo último de cada noche, salir a la luna.

Ponte el abrigo viejo, cierra la puerta del jardín.

Enrolla mangas viejas. Brazos oscilantes. Pobre alma.

Piensa en la puesta de la luna. Salida de la luna. Todo funcionando

según lo programado.

Mundo en blanco y negro. Camina por el carril.

Lo último de cada noche. Busca la luna.

No hay señales más que lluvia. Casi de vuelta a casa.

Una última más rápida. Mira hacia la luna.

 

 

Ojos despojados de las tinieblas. No puedo evitar notar

El pequeño resplandor de la lámpara de escritorio.

Como desde la ventana de arriba.

Hombro de mujer. Ahí está ella.

Muy vieja pobre alma, tal vez ya se haya ido.

Lo último de cada noche, enciende y apaga.

Enciende y apaga. Pequeño halo de antorcha de mano.

Ahí está ella. Lo último de cada noche.

Dejando ver solo la luz de una manga blanca.

 

A veces la luna es más una ventana de arriba,

Cortinas no del todo corridas pero iluminadas por dentro y habitadas.

Y a veces la luna es menor y

A veces se mueve detrás y a veces se ha ido.

A veces es la luna. A veces es la lluvia.

 

 

 

 

 

 

Observador de aves.

 

 

El observador de aves se mueve en silencio,

Viendo su camino en la oscuridad.

 

De garganta blanca, patas abiertas

Se balancea con las cañas,

Viendo los nados en sus cocinas.

 

Toda la noche la policía penetrante silba zarapitos

Están buscando en las marismas,

Manteniendo el río en alerta roja, pero se arrodilla

Indescriptible en su piel

De un cabo a otro

Sus ojos azules se deslizan sin parpadear.

 

 

El ve todo:

El zampullín que esta cerca debajo de la maleza,

Las aves zancudas descansando sobre taburetes plegables a lo largo de la línea de la marea.

 

 

Todo hasta el más mínimo susurro

De patos metidos en la almohada

Y comidas retorciéndose bajo las piedras,

 

 

Hasta el estremecimiento del ala un búho

Moviéndose a través de las estrellas

El escucha perfectamente…

 

 

Al fin en agua baja se pone en pie,

Recordando sus pesados pies. 

 

Ahora salpica a través de los campos de juncos celestiales

Y los innumerables estanques del amanecer…

 

A sus espaldas hay veinte diosas diminutas

Lavando sus vestidos en las olas.

 

Y las palomas en el bosque

Aplaude despierto cuando camina.

 

 

 

 

 

 

 

 

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