Lealtades Loo Robson traduccion Pablo Queralt
Viejos zapatos
donde me están llevando ahora?
Ustedes que han pasado una noche en el
Pacifico
más allá de donde yo me animaba a ir
y los encontré de nuevo, manchados de barro
en la mañana
separados por 50 metros de
playa
con sal en todas sus costuras, y arena y
algas.
Yo pensé que estaban perdidos para siempre.
Viejos zapatos, los primeros que aceptaron
mis pies crecidos
Sin el dolor profundo que viene de probar
los que otros han significado para mi. No se
preocupen
es de mi de quien se rién, los que nos
encuentran pasados de moda.
Nuestro ultimo dia erguidos en la tierra
todavía encajaremos uno en
el otro.
No dejen que los engañen
y los hagan caer en la tristeza.
Si los meten en una caja demasiado pequeña
en el fondo de algún placard desconocido
recuerden los paseos que dimos
el final del compañerismo de zapatos y pies.
Recuerden los largos y deliciosos días
cada lugar donde descansamos
solo por tomarlos en ellos. Lo tomamos
por una razón para que en el momento que nos
escondieran
donde no hay nada que ver, que hacer, que
sentir.
Y cuando lo hayan revivido todo lo que lo
necesitan
cuando se cansen de quedarse quietos
recuerden los agujeros imperceptibles como se
hicieron y crecieron
las medias, esos suaves gatitos que se
interpusieron entre nosotros
juguetones que pronto la caminata los
desgastó.
.
Loyalties Roo Borson
Roo Borson
Old shoes,
where are you taking me now?
You who’ve spent a night in the Pacific
farther out than I dared to go—
and I found you again, bedraggled in the morning,
separated from each other by fifty feet of beach,
salt in all your seams, and sand, and seaweed.
That time I thought you were lost for good.
Old shoes, the first my grown feet accepted
without the deep ache that comes
of trying on what others have meant for me. Don’t worry,
it’s me they’re laughing at, those who find us unfashionable.
Our last day upright on the earth
we’ll fit each other still.
Don’t let them trick you into sorrow.
If they stow you in a box that’s too small
in the depths of some unfamiliar closet, remember
the walks we took, the close
companionship of shoes and feet.
Remember the long
mouthwatering days, each place
we rested, just taking it in. We took it in
for a reason, for the time when they’ll stow us away
where there is nothing to see, to do, to feel.
And when you’ve relived it all as much as you need,
when you tire of standing still,
remember the imperceptible holes, how they tore and grew,
the socks, pair by pair, those soft
kittens that came between us, playful, how soon
the walking wore them down.
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