Cadmus y Harmonia.
Lejos, lejos de
aquí
El Adriático
rompe en una cálida bahía
Entre las
verdes colinas ilirias; y ahí
El sol en las
cañadas felices, es hermoso
Y por el mar y
en los frenos.
La hierba es fresca,
el aire del mar
Flotantes y
frescas las flores de la montaña
Más virginales
que las nuestras.
Y allí dicen
dos serpientes brillantes y envejecidas
Que una vez
fueron Cadmius y Harmonia,
Tomar el sol en
las cañadas o en la cálida orilla del mar
En silencio sin
aliento, después de todos sus males
Ni ven su país
ni el lugar
Donde la
esfinge vivía en las colinas fruncidas
Ni el infeliz
palacio de su raza
Ni Tebas ni el
Ismeno nunca más.
Allí viven esos
dos lejos de los frenos ilirios
Se habían quedado
el tiempo suficiente para ver
En Tebas la ola
de calamidad
Sobre sus
propios queridos hijos rodaron
Maldición sobre
maldición, dolor sobre dolor
Durante años se
sentaron indefensos en su hogar
Un anciano gris
y una mujer, todavía de antaño
Los dioses
tuvieron que venir a su casamiento
Y en el
banquete cantaron todas las musas.
Por eso no
terminaron sus días
A la vista de
la sangre pero fueron arrebatados lejos
Hacia donde
juega el viento del oeste
Y vienen
murmullos del Adriático
A esos prados
de montañas vírgenes; y ahí
Colocados de
forma segura en formas cambiadas, la pareja
Olvidó su
primera vida triste y su hogar
Y todo ese
dolor Tebano y extraviado
Por siempre a
través de los valles placido y mudo.
Cadmus and Harmonia
Far, far from here,
The Adriatic breaks in a warm bay
Among the green Illyrian hills; and there
The sunshine in the happy glens is fair,
And by the sea, and in the brakes.
The grass is cool, the sea-side air
Buoyant and fresh, the mountain flowers
More virginal and sweet than ours.
And there, they say, two bright and aged snakes,
Who once were Cadmus and Harmonia,
Bask in the glens or on the warm sea-shore,
In breathless quiet, after all their ills;
Nor do they see their country, nor the place
Where the Sphinx lived among the frowning hills,
Nor the unhappy palace of their race,
Nor Thebes, nor the Ismenus, any more.
There those two live, far in the Illyrian brakes!
They had stay'd long enough to see,
In Thebes, the billow of calamity
Over their own dear children roll'd,
Curse upon curse, pang upon pang,
For years, they sitting helpless in their home,
A grey old man and woman; yet of old
The Gods had to their marriage come,
And at the banquet all the Muses sang.
Therefore they did not end their days
In sight of blood, but were rapt, far away,
To where the west-wind plays,
And murmurs of the Adriatic come
To those untrodden mountain-lawns; and there
Placed safely in changed forms, the pair
Wholly forgot their first sad life, and home,
And all that Theban woe, and stray
For ever through the glens, placid and dumb.
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