UNA FIESTA DE ANIVERSARIO
Que hermosa reunión esta noche en los jardines
de esta antigua mansión del boulevard Saint Germain! Muchos amigos están aquí a
quienes les gusta estar juntos, algunos años después, si fuera posible por
siglos.
Pero lo que me sorprende es que entre ellos hay
algunos que no son los de siempre. John que llega de Oxford donde estudia, es
una vieja mujer toda achacada, su pelo blanco desordenado, con una hermosa
sonrisa.
Este hombre de espalda estrecha con rasgos
huecos, ojos inquietos buscando los míos, pero es la pequeña Jeanne que se ha convertido
en la gran escritora, o en una pintora de un siglo ido- es este Elsheimer, es
este Dante? Entonces yo veo que él me hace el honor, probablemente por
malentendido, de dirigirme la palabra. Yo no hubiera esperado de su parte una
postura muy noble, con una mirada fría o distante, no, son solo dos manos
temblorosas, excepto que sus dedos están muy apretados en una pequeña bola de
goma amarilla: para este amigo de siempre, es todo lo mismo también o todavía
la pequeña Jeanne con su sabido vestido a rayas, con sus faldas demasiado
largas.
Y a nuestro alrededor que inquietud tengo y
creciendo y esos hombres y esas mujeres altas algunos enmascarados gritando su
felicidad en este sol, que ahoga sus voces y risas en el deslizamiento de sus
sombras!
Voy a uno que esta un poco apartado, donde las
losas de la terraza se van convirtiendo gradualmente en césped. Es joven, viejo,
hombre, mujer, me contestará en francés, en italiano, en inglés o en uno de
esos idiomas desde el azul lejano o desde el fondo del tiempo del que ignoro
todo, como saber? Ocre, amarillo, pronto
vagamente ocre rojo su pullover, pero ya completamente roja la bufanda que se
anudó encima. Alejémonos de él, les dije. Ves este camino tan desordenado que
cruza el césped apacible? Estos arbustos altos y espinosos, estos nidos
acostados dentro, casi bloqueando el camino, y ahora estos enormes robles agitados
por el viento y por debajo, muy abajo en el abismo, donde descendemos poco a
poco, estas zarzas y moras que nos gustaba recoger, te acuerdas? Aquí estamos
en el bosque, amigo mío. Es oscuro, es áspero y salvaje, nuestro camino se
pierde allí, estamos en el medio de nuestras vidas no es así? Vamos a
encontrarnos con esas extrañas bestias… La lonza, no?
Quién es usted ? grita horrorizado.
Quién soy? Como saber? Qué vestimenta me roba,
de lo que podría haber sido mi vida? te tomo de la mano, adolescente que eras,
no te resistas, te arrastro bajo la cubierta de los grandes robles, tendremos
miedo, será oscuro, serán estas bestias las que yo decía, pero pronto veremos
brillar esta estrella en la cima de una colina, y de pronto…
Que has visto? Que has oído?
Visto nada. Me imagine que estaría allí, puedo
gritar “pero eres tú…?” Allí estos
árboles, estas bestias, incluso estas piedras, me dices que allí no existen. Retiras
bruscamente las cortinas de los árboles, ¡nadie! Y por lo tanto no hemos oído?
Si, una voz.
Yo escucho. Que son estos golpes, sordos,
irregulares, impetuosos? Nada más que voces de niños, sus disputas en el jardín
donde juegan, tan tarde ahora en la oscuridad… Ah, mi amigo, es cierto que allá
abajo, como aquí y allá no hay luz excepto de noche, por la noche?
Voy, es un camino muy estrecho que serpentea
detrás del pueblo. Setos que lo bordean pero por sus claros que son numerosos
veo un poco de una llanura inmensa que un resto de sol colorea. Bien conmovedor
en este país vecino al mar Báltico la forma en que lo lejano se hace horizonte,
lo visible de lo indistinto, los colores de las napas del silencio. Voy, se que
pasaré por una casa que la cubre sus grandes árboles, y ahí es donde juegan estos
niños, se diría infinitamente. Voy. Las hojas ya secas caen de las altas ramas,
polvo de oro. Y pasan por encima de mí cantando lor lai un vuelo de grullas que
durante unas semanas de cada otoño se reúnen muy cerca de aquí, estoy aquí
donde estoy y amo vivir.
EL CAMINO DEL BOSQUE
Querido Christian, recuerdas ese largo paseo
que hicimos
en el bosque de Ardenne? En que año fue, no nos
preguntemos.
Nosotros habíamos partido de Charleville donde
habías venido para unirte a nosotros.
Lucy y yo, en tu pequeño coche. Llovía un poco,
al salir de la ciudad. Pero pronto fue un sol débil.
La ciudad donde nosotros habíamos visto la
tumba, la estatua. Pero era eso
lo que buscábamos? No, la tumba de este amigo
que habíamos tenido, tú y yo,
esta tumba es transparente, de aire, una nube
detenida sobre uno de nuestros caminos.
Y aquí estamos ahora en el gran bosque. Con sus
largos caminos que a veces rozan, es solo un falso recuerdo, abren hendiduras
en los acantilados: y allí el cielo es más ancho.
Habíamos juntado los pedazos de pizarra. Me
imaginaba que Ubac nos acompañaba, silencioso como a menudo. Lo he visto
pintado de azul u ocre rojo o verde oscuro en otro de estos escombros
pedregosos grises antes de exprimirlos en hojas grandes. Era para un libro
donde también había tumbas, y para algunas voces que se hacen oír por encima de
ellas. Allí escuché el murmullo en las
hojas secas de otro verano, esperando que anochezca en nuestro camino.
Hubo ese almuerzo en Rocroi.
Y recuerdas esa reunión que hicimos, después
del atardecer? Hacia el final, cuando la luz en el bosque parece provenir de casi el nivel del suelo, detrás
de los árboles?
Tres personas que venían justamente de allí, se
diría que ellos también nos percibieron pues ellos se detuvieron, nosotros
vimos que se hablaban. Dos hombres y una mujer? Nosotros, nosotros mismos, sin
movernos, como si fuera una bestia que estuviera allí, toda lista contra un
arbusto, con las orejas erectas, lista para huir. Que me estás diciendo
Christian? Que me muestras en las hojas húmedas bajo nuestros pies o, no se en
el hueco una de tus manos cuidadosamente cerradas? Pero de nuevo estamos en movimiento. Y ellos,
también allá abajo, no, menos abajo de aquí donde estamos.
Nos cruzaremos en el único camino. Nos
saludamos al pasar.
Una mujer, dos hombres, de instante a instante
bajo este fondo de cielo claro por debajo de los árboles. Y bordeado por esta
luz, de modo que dentro de su forma
es negro! incluso creí por un momento que no
tenían caras, nada sobre sus hombros sino una antorcha con una llama oscura a
veces luces rojas. De todos modos, se están acercando los vemos mejor, son… Pero
somos nosotros!
Somos nosotros, estos tres, que avanzan
silenciosos, aunque con algún tipo de risas.
Esta mujer, pero eres tú, mi amiga, excepto que
con un sombrero que nunca te he visto.
Un largo sendero de niebla ondeando sobre un
cuello de piel azul con sombras de plumas. Y que tienes en tus manos?
Y este eres tú, Christian? Si, eres tu, no
puedo distinguirte de quién esta cerca de mí ir tan valientemente hacia estos
otros, pero que es lo que querías, y traes de nuevo? Esto es una pequeña
canasta, un libro, una bestia muerta, no, dormida? Pero este humo, todo alrededor?
Este color que sube a cambiar el cielo? Yo no tengo el tiempo para comprender.
Entonces, soy yo? este tercero, un poco
retrasado sobre los otros dos? Esta sombra a quién pertenece? Yo hacia allí
vuelvo inmediatamente a mis ojos.
Están allí, cerca de nosotros, pasan. Con un
gesto, en voz baja, nos saludamos, podríamos hacerlo de otra manera?
Y hemos pensamos que deberíamos detenernos, y
ellos también lo pensaron? Hubo algunas miradas para cruzar, caras que por un
instante se inmovilizaron al verse unas a otras, las manos llevadas hacia
adelante, rostros, manos, asustadas, sonrientes, todo en un estado de asombro,
de no ser . El bosque, allá arriba y por todas partes haciendo todo más oscuro,
un último pájaro se hecha a volar por arriba de ese conjunto con un grito de
nostalgia. No, yo no sabré lo que tenían entre las manos, mis amigos. Y lo que
llevaban, aquellos otros. Continuaremos ellos y nosotros, en ese camino que
felizmente mantiene todo el mismo estado en ese lugar tan amplio.
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