martes, 25 de marzo de 2025

Ted Kooser. Depression glass, traduce Pablo Queralt.

 


Depression glass

 

 

Parecía que esos platos rosas

que ella guardaba para sus acompañantes especiales

siempre estaban fríos, bajados

del estante en fila tintineantes,

los platos como cristales de hielo

que ella rompió del cubo de agua

las mañanas de invierno, con las tazas acampanadas

como tulipanes que se abrieron demasiado rápido

y fueron mordidos por la escarcha. Enfriaban

el café sin importar lo rápido que bebieras,

mientras que una taza pesada

de todos los días lo habría mantenido

un poco más caliente durante

la mayor parte de la conversación. Fue duro

mantener la conversación con el café frío,

pero aun así era una ocasión especial

para sentarse a la mesa de su cocina

y beber a sorbos el amargo caldo

de los rumores de la semana pasada

en tazas que habían tardado un año en recoger

de supermercados, una pieza gratis

cada dos kilos y medio de harina.    

 

 

Depression Glass

BY TED KOOSER

It seemed those rose-pink dishes   

she kept for special company   

were always cold, brought down   

from the shelf in jingling stacks,   

the plates like the panes of ice   

she broke from the water bucket   

winter mornings, the flaring cups   

like tulips that opened too early

and got bitten by frost. They chilled   

the coffee no matter how quickly   

you drank, while a heavy

everyday mug would have kept   

a splash hot for the better

part of a conversation. It was hard   

to hold up your end of the gossip   

with your coffee cold, but it was   

a special occasion, just the same,   

to sit at her kitchen table

and sip the bitter percolation

of the past week’s rumors from cups   

it had taken a year to collect   

at the grocery, with one piece free   

for each five pounds of flour.

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