lunes, 23 de septiembre de 2019

BRAZOS QUE SE ABREN. Y. Bonnefoy traducción Pablo Queralt.





Aquí, estaba la sala. Restos marchitos de monedas de papas todavía están allí, en dos jarrones de cristal gris cerca del gran sofá desvencijado. Ah, me gustaron estas flores ocres marrones, esas hojas amarillas! Vine a sentarme al lado de ellas, les confié  murmurando las palabras que invente. Pero su fragancia suave se deslizaba bajo mis dedos tan respetuosos, sus hojas se desprendían de los tallos, sus pétalos caían, como  
un arqueólogo en antaño, había visto avanzar hacia él dentro de la sala funeraria, y el momento después de ser solo polvo, un rey tal vez una reina. Sombras, pero dentro de sus manos, brillando todavía, la mascara de oro que ocultaba su cara. Recojo esas hojas de monedas de papa, pongo un poco de ellas en una pequeña caja de hierro.  
Cuantas veces el día comenzó en la casa que quedó vacía hace tanto tiempo, cuantas veces la luz púrpura del anochecer se ha reflejado sobre las dalias? Yo dejo la sala. Esos  pájaros por millares, de todo tipo y tamaño, se alegran gritando en las habitaciones, y una de ellas cerrada con llave, yo no puedo más que sacudir la puerta.







domingo, 8 de septiembre de 2019

BRAZOS QUE SE ABREN. Y. Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt. 



Delante de la alcoba una cortina al que un gran cielo tormentoso, con el viento, mueve sus pliegues hacia el fondo de la habitación vacía. Este decorado, de palabras, incluso frases, entre las que hay una figura pintada, de una joven mujer con cara triste, con su corpiño bordado de pequeños frutos y flores. Quién sería ella, aquí en mi infancia, una entre otras, revivirá ella?  Si, ella se mueve, con sus brazos abiertos, ella se inclina sobre mí, pero una mano Dios sabe donde, no la veo, descorre la cortina, hace deslizar esas palabras unas debajo de las otras. Ahora nada más que escarlata, parece sangre, por todos lados dentro del pesado paño.




Y que ocultaba el decorado? Pero es una cama! Donde el cielo y la tierra duermen en los brazos del otro, casi desnudos. De hecho esta oscuro, no me sorprende, en esta casa donde estoy de regreso después de tantos años. Y la Osa que aparece tarde en la vida, la constelación más bella, baña pensativamente con su fuego al hombre y a la mujer de esas estaciones de antaño. 

Del libro Perambulans in noctem. Y Bonnefoy.