jueves, 28 de febrero de 2019

Patineta- Thom Gunn, traducción Pablo Queralt y Agustín Etchebarne.




Cabeza de remolque en su patineta
hila a través de una multitud
de pies y caras retrasadas
hacia a una lenta estupidez.
Dardos, dobles, giros.
Te das cuenta de lo ágilmente
que el cuerpo ha aprendido
a evaluar la relación entre la tabla,
los peatones y la cerca inmediata.
Emblema. Emblema de la moda.
Vistiendo el blanco sucio
en el alboroto tan delicado
como las cortinas que caen
sobre un santo renacentista
dandy.
Cadena alrededor de su cintura.
Una mano enguantada.
El pelo teñido para mostrar que está teñido,
llama pálida espigando del combustible.
Cabeza de remolque en patineta
perfeccionándose :
emblema extraordinario
de lo ordinario.

En la cara sin sexo
ojos inocentes de sentimiento
por tanto sugieren el espíritu.



lunes, 18 de febrero de 2019

Naturaleza muerta. Thom Gunn. Traducción Pablo Queralt y Agustín Etchebarne.






No olvidaré pronto
La piel amarillo- grisáceo
A la que se había puesto la cara:
Tapas apretadas: nada de él,
Ningún temblor desde dentro
Jugaba en las superficies.

Todavía encontró aliento, y sin embargo
Era una maña oscura.
No olvidaré pronto
El ángulo de su cabeza,
detenido y echado hacia atrás
En la cama crujiente,

De vuelta desde donde no pudo ni aceptar
Como un opuesto,
Ni como un respirante de toda la vida,
Dejar ir consentidamente
El tubo que su boca encerraba
En un asombrado O.




Ritmo, aire, verso esencia. Por Pablo Queralt.







El ritmo, el  aire del poema del verso libre o por lo contrario una respiración más convenida como la del soneto o haickus o alejandrinos o endecasílabos, una respiración más encorsetada, como si pusiéramos paredes o limites del  los cuales no pueden salirse los versos del poema esforzando la inventiva para mantenernos dentro de la métrica convenida, no una respiración libre de cada uno, como si el soneto fuera la forma del decir natural armonioso o el tankas y asi, pienso en respiraciones asmatiformes, bronquiolares u otras sometidas a tensiones que dificultan y no ayudan a embellecer de por sí un decir del poema, creo en respirar y decir en ese caos, buscar una unidad de decir con su propia musicalidad.
Cada verso al máximo a tope de su respiración hasta la  apnea y ahí el break la ruptura y otro verso al limite que segregue su fin de mundo, el sentido que desprende del texto su significante en la interacción de sangrados.
Y los tonos a trabajar en la voz : en una microtonalidad el susurro del poema, en la mediotonalidad lo reservado como una acústica que divide el aire del poema.
Top of Form
Pero también son necesarios los versos o sectores del poema correctos en el sentido ortodoxo o convencionales en cuanto a métrica rítmica estructurados simples como blancos que hacen contrastes por que eso es lo que buscamos no una armonía superflua encorsetada sino los contrastes los opuestos lo dulce, lo amargo, lo alegre y lo triste en esas diferencias hace la marca un buen poema, bien hecho en esa oscuridad donde la luz nos saca de la ceguera del gris y hace que veamos.
La tripolaridad en el poema según el tempo en que se mueve, sea el del sufrimiento, el de la huída o el de la autoafirmación de dominar la situación cuando hace gala de perfección, de tener todas las certezas, de conocer el juego para ganar o en el tempo de la huída, del retiro, de abandonar, de la soledad o de atacar a los otros o la de vivir el dolor, el miedo, la angustia diaria con la que se convive y no nos paraliza, distintas acciones que pueden dar el tempo de situación del poema.







El estiramiento de una cuerda en el poema como en un blues, el poema Blues, en esa frecuencia, ese ritmo de decir. No interesa buscar cosas claras, en ese strip poético de translación de imágenes, de palabra a palabra, en que en cada uno de sus hiatos se adivina lo que vendrá. Suerte de sortilegio, acertijo, contraste al compás de la desmesura, potencializando los sentidos a punto de desbocarse, de forma que se recuerde más un pensamiento adivinado que el texto, en esa tierra de claridad y confusión.
Puntos de concentración intensa con intervalos de relajación, así muscula, avanza el poema en su cinética plástica dada por los encabalgamientos, repetición de frases, interjecciones, regulando las luces y sombras de las palabras.  
Si podes plantear, montar una escenografía donde transiten las palabras podes decir de todo en el poema, todo lo que digas lo acepta en ese transcurrir repetido y diferente, en cada una de las partes del libro, en ese ir a la montaña o entre las olas, cielo y mar, en sus detalles que le dan los brillos o los matices, ese es el sostén necesario en el desorden, el soporte, la tela del pintor que aguanta cualquier conversación entre lectura y escritura, el logos para el pathos.







El lenguaje filtrado buscando un vocabulario claro, un trino para desarrollar una poesía más dinámica no estancada que intercambie registros cotidianos con tonos más puros y otros más elaborados lingüísticos de la erudición, de la sobria elegancia entre ideas que se contraponen entre sí como olas mostrando su luz. Incluso dialectos o localismos, jergas populares pero no quedemos esclavos de nuestros artificios o tácticas y estrategias poéticas encantados en ellas como un lenguaje de la poesía en una perfección que se aleja de la imperfección, que le da utilidad y vida al poema. Lo interesante es la imperfección que realza la belleza y la saca de un salón de exposiciones. En el poema podemos observar o contemplar tres niveles, uno primero: el de las palabras, su brillo el gusto por la metáfora o la imagen como algo que se ofrece de entrada, primera vista las lindas palabras. Un segundo nivel donde el poema nos ofrece el descubrimiento de un misterio algo oculto que se nos revela en las metáforas, las imágenes  y un tercer nivel más sutil el de las esencias donde fluye lo intangible la esencia que fluye flota o subyace por encima de las palabras o del misterio revelado, y no se puede explicar con palabras es la sensación del poema, su por que. Pero para poder entrar en cada nivel de contemplación es necesario una educación o training en la poesía que naturalmente surge de la lectura- escritura pero que pide algo más, abandonarnos de nosotros mismos para ser el poema o ser en el poema.


 Del libro de ensayos Dicho al oído, inédito.