martes, 15 de septiembre de 2020

MARIO BENEDETTI. POEMAS EN ACTO. Hoy cumple 100 años y su poesía simple, sencilla, que dice al pan pan tiene un lugar bien ganado en el sitio de la poesía. Aunque muerto él sigue viva, HOY en el Instituto Cervantes de España lo celebran con una antología de su obra, están allí el poeta García Montero a quién conocí en el ICI de Florida por fines de los 90, Joan Manoel Serrat, la poeta Elvira Sastre, Sabina entre otros más. Yo lo conocí brevemente a Benedetti en un encuentro casual en el patio Bulrich de Buenos aires, yo entraba y él salía del cine, estaba con su mujer y al verlo venir de frente no pude menos que saludarlo y me dio su mano, fue muy cortes me presenté como poeta inédito hasta esa fecha como asistente al taller de Horacio Salas, y ya luego supe por alguna entrevista en canal “a” de su gusto por Apollinaire y Baudelaire, supe entonces que era un hombre que conocía la poesía y que él había elegido el oficio poético que no parece poético por su simpleza pero de una verdad absoluta que te puede caer como un rayo o calentar como el sol, esa del que pregona no te salves, o que te proporciona un corazón coraza. Las pasiones tienen quién le escriba en su lengua y cadencia de alegría, deseo, y placer y amor del que lucha y vence a la tristeza- odio –aversión- dolor. Yo escribí una nota sobre su poesía hará 7 o 8 años en la que decía algo así como que era el poeta de la realidad en acto sin más y ahora sería hora que fuera considerado por los poetas que componen la poesía, como decía Borges de Baldomero F. Moreno como el poeta del nervio óptico, en lo que se asimilan ambos como poetas de lo instantáneo, del ya ahora, de lo que sucede. Hoy que veo este acto conmemorativo me hace rememorar cuando leí en esa primavera Alfonsínsta, Inventario, Montevideanos o Los poemas de la oficina o cuando leí La tregua o Gracias por el fuego. Y me quedo con ese corazón profético que hoy es nostalgia y pienso que todo el disco de Serrat “el sur también existe” donde musicaliza sus poemas canción, son todos excelentes poemas narrados, cuentos canción, de una belleza de un sueño de una noche de verano o simplemente vitales frases que enlazan un poema con remate final y hay que tener en cuenta que si a la gente les gusta hay que prestar atención a ese detalle que la poesía no es solo para los poetas y la popular tiene su causa efecto y su oficio que cuando es trabajado como en muchos poemas de Benedetti son poemas dignos de un buen poeta, más allá de que haya publicado todo lo que escribía y que tal vez se lo reclaman poemas como una mujer desnuda y en lo oscuro, los formales y el frío, defender la alegría, no te salves, corazón coraza que trabajan lo obvio pero exaltando esa condición. Aquí repito el texto sobre Mario Benedetti. Mario Benedetti y su poesía. La poesía de Mario Benedetti es como agua, cristalina pura transparente sin artificios, directa es agua y como tal no se la considera por que siempre esta es simple básica incolora inodora transparente pero necesaria vital y guay que no nos falte así la poesía de Benedetti como un punch de una realidad que puede pasar inadvertida por el aparente simplismo y ser considerada un bien devaluado, pero el agua persevera perfora la piedra avanza no se la puede detener no retrocede encuentra busca su cauce y persevera como esas verdades simples y contundentes verdaderas de la poesía de Benedetti que como el agua no se puede parar si encausar guiar utilizar. Como una mujer desnuda y en lo oscuro que nos ilumina y nos alumbra en una noche de apagón o desconsuelo o sus decálogos de defender la alegría o la compañía de los árboles solidarios. Sus slides pequeños fragmentos de luz captados “usted sonríe y usted nace”, esos diálogos que va planteando en su cabeza en sus veredas como una canción sus tácticas y estrategias o la compañera que sabe que puede contar conmigo no hasta 2 o hasta 10 sino contar conmigo o el sabio no te salvés no reserves del mundo un rincón tranquilo no te pienses sin sangre no te juzgues sin tiempo. A diferencia de esas canciones cursis pegajosas dulces peligrosas que no podemos olvidar y que cada vez que las repetimos nos van matando la poesía simple directa clara transparente verdadera que no olvidamos de Benedetti nos va vivificando cada vez que la recordamos con su soplo de aire fresco de calle de ciudad de pañuelo un abrazo amigo rioplatense con esa cadencia de sus olas su música de sentarse en el café. En el juego que juega la poesía de Benedetti a responder las preguntas que se hace también tiene su respuesta en este río cada pregunta tiene su respuesta pero luego nos dice como los grandes poetas que saben que no salimos de la incertidumbre en ese deambular entre los interrogantes que cuando tenemos todas las respuestas nos cambian las preguntas es el río de Heraclito y de Pármenides, siempre es distinto esa es el agua de la poesía de Benedetti, el agua del río de Heraclito como él nunca nos bañamos 2 veces en el mismo río, y Benedetti tiene esa llave que abre el juego del misterio entre las relaciones entre nosotros como su poema los informales o compañera o la de los deseos, la soledad una mujer desnuda y en lo oscuro o la militancia con sus informes de situación el sur también existe un hombre y sus circunstancias con un lenguaje llano claro y contundente de igual a igual en sus verdades. Podría decirse que es uno más de los poetas claros transparentes sencillos como también Baldomero Fernández Moreno como lo bautizó Borges el poeta del nervio óptico que transmite automáticamente la imagen que capta el ojo en ese cristal del cristalino natural orgánico simple fácil real verdadero. Tal vez la poesía de Benedetti no sea tan valorada entre los escritores por que asusta por mostrar lo difícil de escribir sencillo como la simpleza de un haikus o el viento que trae el otoño asi sin pedir permiso presentándose nada más, nada más.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Lorenzo García Vega. Una cuenta del callado rosario. Por Pablo Queralt.


 

Lorenzo García Vega es un poeta sabio y callado que cuando pone la palabra en acción pone la bala al modo de los pintores minimalistas con grandes espacios y detalles pequeños alucinantes, minuciosos. El ve el detalle que marca la diferencia, busca el pelo en la sopa como suben y bajan las lomas de la juventud y la vejez, como maduran las palabras. Su tiempo y espacio van en paralelo al del mundo, transmutando, transpolando un lenguaje de lo que es y debiera ser, por que en él impera y hace blanco ese orden natural que lleva en él. Como se autodenomina Lorenzo Vega: escritor no escritor que gira alrededor de un centro que no es geométrico, va recorriendo sus laberintos de versos e infidencias de la vida que la vida misma le enseñó y hace su sabiduría día a día como quién cuenta a otro lo que le pasa en ese aire clandestino del oficio. Un sottovoce a todas voces que atraviesa lo real y la escritura, en esa transpolación va toda su polenta, su máquina a puro pulmón y estrategia dirigiendo sentido y palabras. Trasladar lo olfativo a textura para crear otra dimensión, una construcción que fuera una cajita, otro sentido como una música de jazz, todo es una traducción de un relato que no relata, lo que seduce es el modo garcilariano neobarroco de imágenes, ideas, convencimientos entrecortados, entrecruzados como rupturas, de lo fractal, fragmentario que fluye libre en el yo desbaratado por el ser como autenticidad de lo vívido, aprendizaje del dicho “de para lo que te va a servir”. Lo burlesco, lo irónico de lo inevitable como un gran mar que nos apodera, y es que somos de allí y no esto que creemos que somos, esto que vemos. Y allí queda en un sentido el olfatorio para pasar de un olor a otros olores como secuencias, relatos, piezas pequeñas que pudieran entrar en una cajita, ese es el material con el cuál trabaja, algo que tal vez pudiera hacerle daño, y es que hay recuerdos, situaciones, sucesos, que nos afectan, bueno él se mete con lo que otros prefieren olvidar. Es la curiosa valentía del poeta que lo lleva y va de cuento en cuento como en una zaga siguiendo a los fantasmas que ama. Dice, me pasé la vida guardando piezas contrahechas para trabajar con ellas pero los escritores y artistas son tan brutos que no lo pueden entender. Ladrillo a ladrillo va construyendo el ideal del sueño con esos rincones, espacios, cocinas, lugares maternos, recreos, patios, donde sale su verdadero actor. En un intentar ver las imágenes como un traductor para ver la borrosa infancia entre la luz mocha. Se sube a todos los trampolines para atravesar esa luz opaca, ese silencio denso de lo secreto, para encontrar, para masticar palabra alguna constructora de lo verdadero. Atender al suspenso que engendran los miedos, y ver cuál suspenso será el más efectivo como cuando en una película se ve una bomba dentro de una maleta entre dos que van charlando en los asientos de un tren sin que ellos la hayan visto y luego estalle, a que directamente estalle. Maneja los tiempos y escenas del yo y del ser, con gran maestría en esa sospecha de al más mínimo gesto. Avanza con sus versos como sombras fílmicas que lo salvan de remontar el río al revés, recorre esas escenas silentes de Tom mix en la pantalla, de algo que no existe más y es la lluvia sobre el parabrisas lo que lo lleva a su realidad, su pasado ya fue y el futuro no llegó, ve y comprende la cantidad de cosas raras que en el inconciente pueden suceder para quedar razonando extraños porcentajes. Como un niño que se ha puesto los ojos y se auxilia con libros y dice en esa realidad había estado?   El lirismo barroco de Lorenzo Vega como un dibujo apagado por el destrenzar pálido nevar de invierno. Porque nuestro centro galopa y a veces sabe a donde va y otras no, es el azar y la dicha de estar que una conciencia que va adquiriendo y asombrándose desde el niño que nunca perdió y ejercita poemas como juegos o fuegos de quién transfigura o transilumina desde la vida real a la vida de la escritura sin saber finalmente cuál es cuál. El poema nos lleva por varios lugares construyendo. Tal vez ese jinete de la lectura de imaginarnos la noche y nuestro traje y nuestra tristeza con su canto de rasgado insecto. Así va como en una película de Cronemberg. Una cuenta del callado rosario en las roturas que no preguntan, sus poemas para una penúltima vez. Su soliloquio con el libro dice, ahora vuelvo al libro del ocioso dandismo, del juego de mis manos como inútiles payasos en su juego de dedos y de la mujer  dormida donde levanto mis piedras. Toda esa voluptuosidad, ese sensorial sensualismo del Eros. Ya vuelvo libro del tedioso horizonte. Escribe ausente desde el imperativo un nosotros, hay que mirar, no se van sus palabras, la luna se esconde, trote rápido de caballos, signos esta noche trazando cambiándome revolviéndome. Aunque el yo aparezca aparece ausente como observado por otro como si fuera un testimonio de anacrónicas líneas que parecen conocidas. Es un rumor de distancias hacia las cosas el sueño de un instante como nave de iglesia. En esa nave donde vamos todos en su lectura. Sueños que fluyen como collage fotográfico y que se atascan allí donde está el conflicto que interesa al ser para confrontarlo, dilucidarlo como esas pausas de luz, navegar siempre en lo curioso del cuento para capturar el instante de lo fantásticamente diminuto, lo que el mediodía traduce, lo que mejor ni hablar, lo que no se puede hablar y jugar con eso. Con lo que nuestro destino requiere, un lograr estar seco un día de lluvia, una suerte de conciencia creada. Es todo tan difícil de resolver nos dice el poeta, nos vamos a entretener un rato desde el juego que saben los grandes poetas, ofreciendo todos los coloretes de si, una vida con las rayas del buen tigre y el sabroso caramelo. Sus campos son esos trozos de vida incorporal que los demás desdeñan o les son inútiles, para filosofar sobre lo profundo de pequeñeces viendo la biblia y el calefón y no llorar total para qué si es más de esa lluvia o agua que no moja, es las 2 visiones del fantasma, el desnudo y el imaginado, archivado de sueños que nos llega por correo y cuando abrís el mail ya fue, y seguís buscando tu tornillo aunque te lleve toda una vida, ese es su poema, su libro, su obra, su territorio existencial. Mirar por mirar cuando algo se ha ido de uno como capas de pasado que se han ido muriendo.  Quien encuentra a quién en ese encuentro cotidiano que asombra, sorprende, todo eso que va en la energía de collage barriendo, spoliando imágenes capturadas por el ojo visor en ese plasma territorial de lo que es dejado en el centro mismo de la llama que guía la mirada que se resiste y dice que no es hora que se borre ese objeto de sombra, ese tren de tanto paso, esa risa que perduró.  





Epiléptica. Alice Oswald. Traducción Pablo Queralt.




Todas las noches camino de esta forma
Los caminos del río lunar
Mirando con un ojo creciente
Los rifs y trapos de polillas.

Oh gentiles polillas que me siguen,
Les dejaré escuchar mi mente
Sobre cosas que se acercan
Y desaparecen como el viento.

Todas las noches corre el mar
Sobre un barrio pobre de arena.
Lleva toda la semana ver la marea
Y varios años para conocer el viento.

Puse mi pie sobre la hierba,
Pensé que era un sendero,
Pero primero suspiró y luego se hundió.
Yo desearía ser una polilla de alas blancas.


Desearía ser ese aleteo zumbido
Salida sobre las cañas temblorosas
Entre la brisa y yo
Es difícil decir cuál sería más ligero.









martes, 18 de agosto de 2020

Charles Kenneth Williams. Donde estoy en ese momento. Por Pablo Queralt.




El contraste y lo análogo entre naturaleza y ser humano es un relieve constante en la escritura que va desenvolviendo como un legado de conocer, en el como, cuando, donde, en el sinsentido el summum del yo, el poeta de New Jersey. Una construcción que se expande de verso a verso de una situación existencial presente encabalgadas en diversas variaciones rítmicas de la interacción mente-realidad, en un proceso creador que abre campos incorporales donde es testigo de lo que deviene interactuando con el ser que hace conciencia para saber la verdad, para dejar lo que mayormente somos esa memoria que pasa de futuro a pasado para experimentar el éxtasis de estar. Una luz encendida que guía al navegante, un amateur, un director improvisado, un Vivaldi que tiene y cree en la ternura, la locura y la cordura para dejar de crecer en simulacros como decía Unamuno, para escuchar la música que somos hasta completar la tristeza, la alegría y que todas las pasiones reposen en su plenitud máxima para dejar el sometimiento y cerrar el circulo. Y dejar esa fricción, especie de insistencia que se mueve dentro de uno o del que se mueve dentro de uno con algo que desea y  se le ha negado, algo que quiere ahora postergado, algo que absorbe demasiado tiempo emocional, y que es ira sobre ira. Esa doble oscuridad de la que habla. Y conoce la musculatura de su peligro, no es tanto el miedo a lo que suceda sino tal vez el deseo de que suceda. El que se ve a sí mismo y al mendigo como un par de átomos ínfimos, pasando uno al lado del otro o a través. Pintando la imagen del rizoma. La autentica naturaleza sensual.  
Eso que lo hace pensar siempre en el dolor con la sensación del último saludo, esa compañía para compartir todo lo bueno y lo malo que la vida le reservara y es un pasado finalizado, con la crudeza de un lamento. Un oboe practicando escalas entre la maraña de voces y la felicidad de haber conocido enteramente al otro, ese momento tan único, eso es amor. Le canta al miedo su canción rememora a Coleridge, creyendo que habrá cura para el corazón humano para remediar sus ansiedades, recelos, y el corazón metafórico acuchillado, diseccionado, en todas las ventanas del parpadeo de las televisiones con sus políticas del terror, guerra, miseria sin fin, encuentra una iridiscencia de otro mundo surgida del reverso de algún filamento para rescatarnos. Como un opúsculo la vida del protagonista es un hombre que vive trabaja, se casa tiene hijos, su casa hasta que viene la tempestad y se lleva todo hasta el árbol del cuál quedan colgados, le arrancan a su familia y es engullido por las voraces olas, llora por su vida y se va al fondo, se hunde.    
Y comprende en ese vasto mar-océano, en ese vislumbre como un dios donde se encuentra que todo lo vivido era ilusión, la realidad era eso desde
el principio, ese dios enorme como la nube de una tormenta o el mar sin límite.  
Y es en esa lucha por mantener la conciencia adquirida cuando uno es atrapado por no prestar atención y baja la vigilancia aturdido por todo lo que existe y la ansiedad, que es necesario sufrir para aprender y el tema es despierta ya.
Y la necesidad de exonerar experiencias de amor cuando rompen la cosmología de uno y lo que une las vidas reales entre sí, nos dice el autor. Liberarse de los vínculos por eso de que si te amo no te necesito, porque ya te amo. Y si estas, venís mejor pero sino también. Es imponente la formación de sentido de sus fragmentos de intensa prosa poética, el movimiento que pone en existencia una verdad o estado de las cosas. Nuevas líneas de sentido se prolongan y aúnan, y se va absorbiendo, digiriendo, se incorpora un mundo infinito cuando en ignorancia se corría riesgo de asfixia y precariedad. El espacio y el tiempo no son espacios neutros salvo cuando se alza la voz baja para rimarlos con los compases interiores, ahí toda la sabiduría que nos da Williams, nos muestra como dos enamorados contemplando la mutua felicidad, la pasión del uno por el otro.

 Sus libros Reparación, El canto han sido traducidos al español en ediciones Bartleby editores. Entre los reconocimientos que recibió figuran el premio del Fondo Nacional de las Artes, en 1985 y 1993. Fue finalista del Pulitzer en 1987 y lo ganó en el 2000. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura, en 2003, por “The Singing”.



Madre. Alice Oswald. Traducción Pablo Queralt. 


 Estoy esperando a una lechuza común. 
Manteniendo intacta mi paciencia 
Para una criatura blanca mucho más tranquila 
 Hecha de puntales de cometa y cuchillos. 
Esperando un poder Apareciendo solo cuando esta la niebla en flor 
Y las arañas cierran todas las rutas hacia los campos. 
Con los dedos del anochecer que se flexionan lentamente 
Viniendo más lentamente, dolorosamente vivo. 
¡Fuera de alcance! Fuera de alcance! 
Ella trabajará su turno 
Como un mecánico que desengancha un auto de manera experta sin que parezca, 
Tirando de los cordones de sus alas 
Como dos velas rígidas ..) 
 Estoy esperando a una vieja reina deshilachada 
Para caminar hacia esa ventana: 
La que abrilla como la luna 
Pero caga en las paredes, 
Ella cuya casa no tiene libros o baño. 
La que mira a su hijo muerto 
Y nunca arregla 
Su ropa de cuna carcomida por ratas… 
Esperando a la madre trabajadora 
Posee esos huesos plumosos. 
Algún tipo de aversión a la luz 
Para enseñarme su mansedumbre.

sábado, 1 de agosto de 2020

El pasante. Alice Oswald. Traducción Pablo Queralt.




Esa noche esos postes de la cerca muy delgados
Luchaban por salir del barro otra vez
E inmediatamente comenzó la comida, hubo
Ese revoloteo de servilletas blancas de zancudos apresurándose



Estaba esa garceta vieja y doblada
Empujando y balanceando su cuchillo y tenedor
Y tantos lodazales mucosos
Tanta garganta suave chupando mis pies


Pensé ten cuidado esto es lodo profundo esto es
Boca pura tiene tales músculos labiales
Cuál succión de besos húmedos
Al más mínimo contacto se pega a tus manos


Ahí va ese playero común hasta su barbilla en
El plato hirviendo de papilla y
Toda la noche ese sonido de alimentación que se filtra
De humedad digiriendo pequeñeces




Y luego me arrastre sobre la hierba gris
Y todas esas vainas de comida viscosa estallan debajo de mi
Pensé saber de quién era la lengua
Pisando y bajo cuyo ojo cerrado








Cada zapato cada caparazón cada media
Cada hueso estará abarrotado.
Para mi malestar la comida seguía y seguía
Estaban esas colas de juncos


Sumergiendo sus pajitas en los muertos
Hubo una marea astuta que se lleno rápido
Pensé realmente que debía tener pies palmeados
Debería tener alas blancas para caminar acá.









jueves, 16 de julio de 2020

Ricardo Molinari un gran poeta. Por Pablo Queralt. 




El que se para frente al día ventoso de otoño que lo vio nacer y hoy a tantos años abandonado del tiempo le canta su oda. Ricardo Molinari es una oda escrita en las páginas de su vida y de todo aquello que interesa al escribiente, escritor. A través de su largo prolífico y copioso oficio nos encandila de imágenes, palabras a su antojo utilizadas creando campos de universos que enlazan con colores, incandescencias, claridades de aire,  días murmurantes donde descubre el brillo en lo sombrío. Es el que vuelve retorna para mirar y allí lo sentido, la sensación que rompe sobre lo observado como al pasar en el vagar por nubes y planicies. Y ese sueño que va con el aliento tiniebla del anhelar ligero y que en un suspiro de tanto estar consigo levanta el vuelo y es luz y muerte sin morir que lo lleva. Es admirable como construye y deconstuye a la vez adjetivando y dando potencia a lo que se dice, es una poesía de la fortaleza ante lo irredimible. La templanza lo lleva en una escritura del si y del no. Ardiente y callada sombra toma de mí, dice mis días idos, ansiosos días en su dueño. El lenguaje que maneja al escritor para crear un nuevo  idioma destruyendo, construyendo palabras que compiten, se empujan unas a otras y crean lo inesperado, lo fantástico y fantasmal. Dando un ritmo una maquina sensorial a un nuevo idioma hermético y paisajista como un friso del ser jugado en cada paso del que se aleja del sendero buscando la luz que su lírica le permite. Ese es su cuaderno, un contrapunto entre la voz y la palabra construyendo sentido para olvidar que vivió, es el neopathos de los griegos vuelto a su visión de vivir, a su Sur, entre cielos y atardeceres hace su periplo, su peris pathos. Dejando toda sucesión lineal avanzando en transposiciones se desplaza contemplando y siguiendo el curso de cielos y pájaros y eligiendo una palabra con otra para cambiar
el sentimiento como diría Manucho Mujica Lainez, o el curso del sentido y sentimiento.  Sus palabras pierden el anclaje a las leyes del correcto significado, significante y del control de lo estipulado y pasan a ser autónomas interdependientes de sus asociaciones como resultado de lo diverso para dar sentido pleno. Trastocan el sentido y construyen bloques de sensorio activo fuera del equivaler generalizado y de la unidimensionalidad
a través de la musicalidad de verso a verso y esos saltos con incorporaciones de fragmentos de canciones o enhebrando coplas populares o citas de quién se escucha a sí mismo por encima en esa salmodia siempre cantando, generando un nuevo gusto por la vida, donde danza un mito Molinari descabalgando antiguos mitos. Alguien que quiere llegar al otro por los deshechos días entre nubes por el inconmensurable Atlántico, la vuelta de toda huída, un regreso al nido, al Sur. En los mezclados ríos de la sangre, el íntimo corazón de la vida, dice una totalidad en una cosmovisión de unidad. La naturaleza viviente en los sentimientos habita sus largos poemas, odas, construyendo formaciones de sentido y estado de cosas simplificando y expandiendo la complejidad de existencias de los mundos. Un carácter discursivo de expansión romántico, lírico, en todas las dimensiones que nos sacan y nos ponen en otro mundo, estadio. Esa es su conformación maquínica poniendo la nueva noción de escala. Es un ser polifónico infinito reconociendo un haber estado ahí dando el secreto del momento, instante fuera del tiempo, en las distintas velocidades que adquieren sus composiciones. Un drama y friso musical es su espacio de planeta, energía y su ángulo de vista, configuraciones que extrae y actualiza en una infinidad de existencias posibles. En su doble enunciación una finita y la otra infinita incorporal, colmando su campo territorial, voz-palabra, sustancia-esencia. Allí cabalga el poema Molinariano. El que exploró distintas formas de escritura en un avance hacia su expresión. Las odas, las elegías, sonetos. La prosa poética. Siempre siguiendo al zorzal que llama al dulce tiempo y silba transparente para mirar donde el ayer y el hoy se miran las cadenas. Esas cadenas que liberó de su vida y transitó como un esclavo más que se escapó. Su casa siempre fue la poesía y salía
de ella solo para ver y para traer por las noches el material de su escritura.

sábado, 4 de julio de 2020


Pescador. Alice Oswald. Traducción Pablo Queralt.




Otros miles de años
La luna madre de muchos ríos,
Creció joven de nuevo.
Le podría pasar a cualquiera
Cuyo ser se atenúa y ensancha
Como llevado por el viento.


Un hombre por ejemplo,
Sentado muy quieto en su red de huesos,
Sumergido en la vejez hasta los ojos,
Cuando la marea retrocede, sus brazos
Arrastrados a sus lados
tan huecos como cañas.


Otros miles de años,
Cada doce horas,
Cada vena del valle vuelve a llenar su jeringa
Al pensar en la luna:
La hierba del pantano eriza sus pelos
Y los árboles hablan con sombras en sus voces.

Un hombre por ejemplo
Sentado muy quieto en su red de huesos,
Sumergido en la vejez hasta los ojos,
Cuando la marea regresa corre
Persiguiendo el rayo de un salmón.
                                                                       

 Libro Un sonambulismo por el Severn. Ed faber and faber.


miércoles, 1 de julio de 2020


Mary Jo Bang. Extrañas criaturas cantarían canciones. Por Pablo Queralt.




La metáfora es la infancia siempre hacia allí nos remitimos, son nuestras primeras impresiones. El canto de esas criaturas que cuanto más nos alejamos nos son más extrañas o son nosotros mismos. Mira por la oscuridad cada sonido es un pensamiento golpeado por el hacha que derrumba el bosque. Para que se vea aquello primero que nos alucinó, iluminó. Un mundo hecho de almuerzos, cenas, de década en década, un pasar, viendo una película, esa batalla eterna de los lunes, martes ect ect. Imágenes apiladas donde ver los detalles de una vida y no hacer como si. Así abrir el corazón y dejar que el tonto ignorante se vaya. Ya el romance no será un juego para tontos al que nunca jugaste. Donde el corazón domina a la cabeza en todo lo que ve forzando un abismo creciente de estar enamorado, ese es el mar. Obertura? Preludio? Todo es una historia de amor y poder. Esa patria habita Mary Jo. Y si no tenemos más nada para hacer, no dejemos que el día se acabe entremos en sus versos, sus palabras algo nuevo vendrá hacia nosotros. Todavía hay muchas maravillas nos dice. Es su club sumergido en la oscuridad absoluta donde se huye o se busca poder decir la verdad, te amo, no te amo, como viviremos, y que haremos un final de palabras sin peso. Y la cama puede ser una autopista en una vida de camionero o simplemente volver a casa, escribir un guión de fotografías hermosas que están en la mente traduciendo la oscuridad en una ausencia lacerante. O llamar de noche al mono haber si había trepado a la palmera. Abrazarlo y llorar juntos. Esas pesadillas como la muerte que avanza en la imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo. Escenas que progresan, vividas, formadas por subducción en la nada que no se puede ver. Crear un estado de naturaleza, para achicar el pánico, que la vida fuera más fácil. Estamos volando a ciegas, estamos asustados, dice por que sabemos que una imagen nunca puede acostarse con el objeto que representa, ese sexo no puede ser divertido, no al menos en el arte. La vida es una burla, a simple vista somos humanos, lo humano y lo sensible, personajes jugando su juego, resbalando el pasado, la ficción se mueve desde la observación haciendo conciencia. El pie avanza, si, sin embargo hay raíces. Una narrativa poética devorando escenas, un tiro al blanco, constituyendo un territorio existencial, un bestiario de una poesía bestial de los pinguinos, elefantitos, pájaros que comerán cualquier cosa, el tractor anaranjado, el mantel de vinilo, las sillas, todo dando máquina a un flujo mitad-animal, mitad-hombre, mitad-objeto, constituyendo un territorio existencial. Los ojos se animalizan, son bestiales formas de captar la historia hacer la crónica, el izquierdo más preciso que el derecho, se personalizan, adquieren esas dimensiones.  El terror al próximo paso, un avanzar en el susurro, el altavoz, cuyo punto de inflexión es la adquisición de conciencia donde ya el reloj no avanza en un solo sentido, del que todo lo ha tocado, y es el viaje al fuera de tiempo-espacio,  lo brillante de la noche la distancia. Hacia allá vamos buscando su partitura en el fondo de esa profundidad sin fondo. El yo que une a uno mismo? Eso es vivir? Hacer conciencia y que no sea tarde para que nos demos cuenta, de lo que podría haber sido una casa.



El claroscuro del pinguino. Mary Jo Bang. kriller71ediciones. Traducción Patricio Grinberg y Aníbal Cristobo.

viernes, 5 de junio de 2020

Thom Gunn, un hombre que suda de noche ¿terrores nocturnos?
Por Pablo Queralt.



Escribir hasta romper el sueño y fundirse en un abrazo con la vida, algo que no nos limita, nos saca de la película para sentirnos ilimitados, ese camino transita Thom Gunn, con sus lucidas observaciones donde el ojo del poeta crea una nueva realidad. Lo que esta allí por verse. Una rugosidad del cuerpo, del cabello, de la piedra, todo pasa a ser elemento de conocimiento, reflexión, un saber que se va haciendo desde un sensible propio en cada poema, es la vida del poeta que nos cuenta su devenir. Nos cuenta del amor de ese de los viejos que no se sabe si es entusiasmo o pasión o acto reflejo. Nos va revelando un secreto del misterio a cada paso como decía William Carlos Williams acerca del poema. Saca sentido pleno de todo lo que observa, y ya no somos seres para cumplir sino para sentir, encontramos un nuevo gusto, una nueva ternura que marca su registro en nosotros. Relaciona la complejidad de distintas formas de existencia encontrando lo nouménico, lo particular el detalle que enamora en cada una de las cosas, las acciones, las gestualidades. Monta en sus poemas un teatralismo real con otro virtual, que va reinventando en sus intensidades discursivas. Distintos modos del ser captados en amigos, amigas, cuadros, el niño de la mano de su amigo el padre visto desde el autobus, el linyera, los rostros, los cuerpos los espacios vividos. Una dinámica que completa esa maquina de la sensación y la materia, con lo que allí esta. Siempre en un estado naciente como en la canción del sube y baja, el fresco de los niños en la plaza, en su juego, los detalles de las piernas al moverse en esa balanza, donde al bajar ninguno gana. Alegorías constantes en el ir y venir de sus poemas casi fotográficos algunos, la doble fotografía la del adentro y la del afuera. Las noches son oscuras y terminamos como empezamos.  Nuestras vidas son improvisaciones y en su templanza nos las muestra. Y los poemas los versos se encabalgan unos a otros construyendo una identidad colectiva y en esa conformación lo bello y el nuevo entender. Una especie de polifonía rizomática, territorializando un cuadro de Edward Hopper, minimalista pero con detalles alucinantes. Ese choque incesante con la realidad en escenas renovando el entendimiento con nuevas materias de entender fuera de la contaminación de lo obvio. Crea una modelización estética en su proceso artístico, transversalidades abstractas que dan un universo de consistencia. Su experiencia poética es a lo Francis Ponge , la de estar quieto en movimiento como en el autobús que esta en movimiento y uno quieto en el asiento viendo por la ventanilla cuanto pasa y en ese registro en relación al sentido interno deviene el poema. En toda acción por pequeña que fuere encuentra el poema, el secreteo, como el mismo Ponge decía: hasta un vaso de agua puede ser el mejor poema cuando uno tiene sed. Un hombre tiene sudores nocturnos en la cama y se levanta ante los desafíos del mundo en su piel y su cuerpo un escudo que no sabía roto con sus desgarros curados, ese  que creció mientras exploraba y ahora abraza a sus dolores, como si una vida fuera suficiente habilidad  y ternura para aprender a embellecer el cuerpo de una amiga muerta, al fin y al cabo es un esteticista ante todo.   



lunes, 1 de junio de 2020

PERAMBULANS IN NOCTEM.Y Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.



En la primera casa, estuvo esa copa posada allá abajo, fuera del tiempo, esos años bajo el cielo de entonces, todo tan rápido. Elevándose en montañas de humo de diversos colores que se disipan en la indiferencia de la luz. Tomo la copa con ambas manos, esos grandes muros gruesos, este río oscuro a lo lejos, estos caminos tortuosos en el cauce, yo la llevo, en esta noche, todavía de verano. Yo la voy a depositar a los pies de los dioses sonrientes, ellos mismos de piedra esperan arrodillados debajo de los álamos de la ribera?


No, yo voy allí con ella, esta oscuro, el sueño aflora, los álamos se diluyen, se decoloran, toqué con mis labios el brebaje que transporto, incluso lo bebí, vagué, y ahora son laderas cubiertas de hierba donde pastan los animales, donde el sol va a tocar el horizonte. Ya el pastor lleva sus cabras y sus ovejas al pequeño establo, que silencio, es una paz como yo no conocía sobre la tierra. Heme aquí, quedándome allí donde yo quisiera vivir, yo poso la copa en la hierba en un estrecho camino cubierto de piedras. Que sería de nuestra existencia al llegar ese torbellino con colores cambiantes, aquí en el invernadero cerrado entre los muros de nuestra nueva posada, por allí diseminadas a veces esféricas hasta muy lejos dentro de la fragancia de la lavanda salvaje.
Yo miro en esas fotografías esa segunda casa. Quienes son esos dioses que se aferran alrededor de ella? Tan lejos están ellos que yo los distingo apenas, al pie de los altos muros. Los árboles que ellos han plantado no son más que ligeros vapores en el cielo gris de esas fotos antiguas que nosotros sacamos, defectuosamente, adentro de una cubeta encontrada en una de las habitaciones.





Una nueva vez, pero hacia donde, yo llevo la copa y su humo! Yo he entrado a la casa, yo recorrí los divanes ahora desiertos. Todavía el olor del grano, todavía por las pequeñas ventanas abiertas para todo el cielo de las mañanas primaverales, de verano, y al lado de ellas la cama, la mesa. Debajo del altillo está el sótano que un dios de otro siglo había habitado. Ellos habían terminado por conseguir un hogar para ellos, habían atizado troncos a lo largo de la noche observando el fuego que se apagaba. La pared estaba ennegrecida por el hollín, eso fue lo que primero notamos cuando nosotros hubimos entrado en ese otro sueño.



Yo he tomado la copa con las dos manos, el humo de su profundidad se esparcía, ello me impedía ver donde iba, ahora en esa noche, y yo no sé por cuanto tiempo me sería posible llevarla, antes de tocar con las rodillas quizá a una mesa baja.










viernes, 22 de mayo de 2020

Mirada adentro. Li Young Lee. Por Pablo Queralt.




La infancia siempre esta presente en todo buen escritor. Algún detalle lo revela o sino también es el idioma del vivir o sobrevivir. Esa es su identidad la palabra en su mirada de mundo. Como una expansión de fotografías, ventanas, enseñanzas. Es él entre el deseo y el éxtasis buscando su refugio: ser feliz. Todas las caras que están del otro lado de la cara del reloj, esas que le enseñaron a no esperar a morir para decir cuantas cosas quise y no hice. Un padre, una madre, como una luz que se consume. Volver al patio, a los secretos, a los compañeros. Y si esto es un sueño de Dios y viene alguien a despertarlo?. Tal vez sean las noticias, un juego que todos juegan sin saberlo, tal vez. Li sigue su idioma familiar creando su mundo nuevo, a partir de lo dado. El mejor cielo esta acá en la tierra y es mejor vivirlo. Sin saber la primera ni la última página, ese es su libro, un discurrir, un modo de estar, ser ahí. Ocupa ese universo intemporal, y va por campos incorpóreos su máquina. Como si su escritura hubiese encontrado el lugar, su lugar. A partir de sus ojos arrancados al no podemos quedarnos aquí y no tenemos adonde ir. Ese deambular transita sus versos, un rescate, un andar por las orillas, todo eso que se alarga y ha de durar toda una vida. El tiempo es el país. En la primera oscuridad esta la primer luz. Es ese nuevo idioma que el padre le explica al hijo. Alguien que quiere cantar pero no sabe canciones, y sabrá si canta bien? Toda su música va en palabras que distribuye con sentido de sabiduría en la hoja. Es que alguien que ha perdido el lugar de origen... decía Sócrates cualquier cosa menos el exilio. En su máquina estética revela las distintas dimensiones de los sentidos y sensorios que van en un incesante movimiento artístico y de lo vivido. Esa experiencia en esferas de universos incorporales traducen una mirada, una forma de vivir. Materia, alma, cosa, hombre rimados en espacio- tiempo, en su misterio, en ese macrocosmos en el goce del pasaje al poema. Y el poema da la respuesta. Es la identidad del poeta. Hay una territorialización estética y de sustancia y esencia por encima de la realidad. En un ir hacia regiones no regidas, nos lleva su poesía, en ese desinterés que siente el alma por el espacio-tiempo. En la voz del viajero puede escucharse toda una vida por que al fin y al cabo hablar es no acertar, por eso cantemos si al fin “el hombre es un secreto que se ciega a sí mismo”. Y el principio de nuestro conocernos es el principio de la misma realidad. Si el mundo es oscuridad siempre encuentra un camino hacia otra mano, como su libro dando vuelta las sombras de la página como olas. 


Mirada adentro. Editorial Vaso Roto.  


miércoles, 20 de mayo de 2020

QUE BUENO. Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.





Ah que bueno!


La lámpara pequeña que se me confió a la hora de dormir para encontrar el camino de mi cuarto a través de la sala muy concurrida que nosotros llamamos el salón. Un espacio totalmente sin luminosidad, cuando no había, como a veces, raramente, un rayo de luna sobre la cortina de la ventana del fondo. La puerta del comedor se cerró atrás mío, yo no tenía más para guiarme en la oscuridad que la frágil chispa curva en la cumbre de un cono de cobre. Larga, larga, avance en los pliegues de la noche, después de lo cuál yo puse la pequeña lámpara sobre un banco cerca de la cama y después me resigne a escuchar.

Y todas las demás esas latas de hierro delgado, esos cilindros con un borde ligeramente acanalado que se emplea para las cocciones lentas. Ellas contenían granos de café verde molidos en grueso. Allí se practicaban dos agujeros frente a frente en la base, se los rellenaba con el aserrín que el carpintero de la villa les dejaba a mis abuelos pobres, allí se introducía el fuego , no sé como, ese fuego se extendía largamente bajo las marmitas de fondo negro. Se dejaba al sol. El olor del aserrín caliente había invadido la cocina en sombras por una hora o dos, quedaba vacía. Y otras veces eso estaba en todas las partes, en las habitaciones, el olor envolvente del café, puesto al fuego en un hornillo equipado con una pequeña pala giratoria. Había para maniobrar una manija curva, apoyándose sobre el calor rojizo, que uno no sabe bien hoy día, esta noche, que no podré nunca más recordar la expresión.



Y todavía ese vacío bajo la gran escalera de piedra, un hueco donde  la altura era otra cara de algunos otros caminos. Se accedía allí al fondo del vestíbulo, entrando primeramente a un reducido ambiente sin luz, con nada más que coberturas descuidadas. Yo allí empujaba sin hacer ruido la puerta. El hueco sobre el lado derecho de ese pequeño ambiente, yo me arrodillaba, yo iluminaba con mi linterna de bolsillo. Viendo de esta manera por debajo, el camino no parecía más que una sola masa gris, groseramente tallada y de plata con lomas y cruces, pedregullos y cada tanto atravesando a los caminos algunas manchas negras que yo quería creer eran marcas que habían sido trazadas por un trapo empapado en alquitrán.



Sobre los caminos nada, ese sendero estaba vacío. Y el suelo allí parecía tierra removida mezclada con grava. Una araña se arriesgaba en esa extensión, yo la tomaba con la ayuda de una lámpara y ella se inmovilizaba un instante y después retomaba su camino.       

jueves, 7 de mayo de 2020

LA PUERTA BAJA Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.





Ellos fueron expulsados, ellos han errado todo un día. Y ahora, en la hierba profusa de este extremo de mundo, allí delante de una grana casa, todo en la lejanía una granja que parece abandonada, todas sus persianas cerradas. Pero ves, allá en ese cobertizo, esa puerta baja casi abierta! Nosotros podemos forzarla y entrar. Baja la cabeza, quieres?


Una puerta? Por las ranuras de las maderas, ellos perciben árboles que son los mismos que aquí donde ellos dos se encuentran todavía, el mismo follaje frondoso casi bajo el mismo cielo; y si la puerta resiste bajo su empuje, es por que del otro lado ella es cubierta solo de malezas que son semejantes a aquellas que en el mundo que ellos dejan raspan sus piernas desnudas, sus rodillas.


Bien familiar para otros, esta puerta baja. Ello les recuerda su casa de infancia, y ese gran sector del extremo del jardín donde el anochecer cuando todo  se hace amenazante gris y oscuro, los amantes se refugian antes que se los llame para cenar. Había en ese jardín de atrás una pequeña casa dejada en ruinas, ellos se escondían ahí. Yo me deslizaba acercándome, y tu me seguías. Nosotros estábamos entonces en una sala muy baja, con un techo desfondado y una viga en estado a medio derrumbarse. Nosotros nos extendimos al sol, en la paja seca, perfumada.


Sea! Pero aquí la puerta franquea, esa puerta baja del último día. Ah eres tu? Has crecido! Se hace de noche de aquí en adelante, y esta cabeza que tu tienes toca el cielo estrellado, esas manos que tu tienes sujetando por todas las partes a las cosas extrañas en la noche, tus ojos que son de un color desconocido buscando los míos: y yo tengo miedo!
Tu te acercas a mí y me dices “Ven”. Y el nos hará caminar mucho tiempo, caminar tarde, en ese otro mundo, hará frío.


De uno al otro nos decimos, quién eres? Que nombre se guarda en el abismo? Que le quedará de brillo, un resto de hierro, piedra, en ese poco profundo arroyo, cerca del cuál nosotros oramos sobre la paja caliente en un escenario de otro siglo abandonado en la ruina.       




domingo, 12 de abril de 2020

Mark Strand y su Puerto oscuro. Por Pablo Queralt.

Abecedario del poeta Mark Strand | Babelia | EL PAÍS

Casi como un pintor entre el sol naciente y un mar duro hace, Strand de su musa todo lo que retumba y todo lo que respira, esa es su calle principal. En ese estar listo para partir atraviesa la noche oscura. Como un limpiaparabrisas entre el pasado y el futuro. Como en un gran asado con amigos hace de sus paginas cuentos, escrituras del álbum, desde ese lugar escribe, en ese aquí y ahora. Anda como el testigo, el ser que contempla el como, el por qué y para qué, en esta travesía del mundo. El nivel de luz y claridad, como decía Aristóteles: la luz que se posa en las cosas y hace posible verlas, como dos entendimientos en la cosa, lo divino y lo humano. Más allá de la superficialidad busca encontrar la calma entre pasado y futuro, así se desliza en sus poemas. Hay una letanía de soldados y mujeres que han partido como un horizonte al que no sabe si nunca podrá alcanzar. En la profundidad de su visión, la interioridad, descubre cada cosa para su lugar y que nunca el deseo será satisfecho en ese plano. Y así viene por si mismo. Llenando todo lo demás. Buscar en los escenarios signos que debemos descifrar siempre en esos cielos, esas nubes, para aplicar a nuestros propios fines. Y cuál es el fin? Clarificar, el sentido entre las cosas y nosotros, ese rechazo o duda o saber. Dispersando nieblas. Exigir momentos exóticos, luz del día, hay mucho por hacer: hacer de la imprecisión el centro del plan, hacer de la tristeza un curso obligatorio, para conocer, en el poco tiempo que disponemos, ese es el trabajo, empujar el piano agonizante hasta la playa. Nos dice en un mundo sin cielo todo es despedida, un darse cuenta de lo que pasa en un despertar al cambio, transmutar. Agradece la salud del cuerpo para que el alma cumpla con su fin, conocer, saber, amar todo lo que hay sobre la tierra, sin apoderamientos para no pasar en vano. La memoria guarda la belleza mortal del mundo en un lugar que no es lugar, nos dice. Donde destroza el antes para estar en un ir como un nadie sin pasado, para que no pueble nuestros días con culpas, dolores que ya fueron, porque andar reviviéndolos. Como los chinos observando los cielos, las nubes, los vientos, en el no olvido pero sin revivir el dolor transformando todo en la gratitud y placer de ser, estar vivos.
Por qué querrían tanto los pasajeros ver apenas lo que nunca podrán tener? Y de quién se despiden? Desde que aquella nube tras la montaña se movió. Distintos planos mueve en su escritura moviendo un plano de superficie y otro de conocimiento, de sabiduría que es el máximo conocimiento de las cosas útiles para vivir, en las maestrías que nos da la vida y que la vida tenga un sentido, al ser vivida.
El mundo es extraño, parte de un orden más grande e inconciente de la vida que se reúne sobre él. Es una lástima que no podamos creer que el hombre y la naturaleza estan esencialmente adaptados el uno en el otro, ahora que la naturaleza incluye el olvido en el que no nos atrevemos a mirarnos, y así pasamos malgastando la vida, en la película, la superficie sin saber, sin conocer, el ser que nos habita, sin mirar para adentro.

Un lugar que parecía brumoso es el final de esta travesía barco por medio, cielos y nubes donde un grupo de poetas querrían estar vivos de vuelta para decir palabras que no habían dicho, palabras cuya ausencia había sido el silencio del amor, cuyas caras al acercarse se escondieron bajo sus alas, y al mirar algo volando de un lado al otro, un ángel de los buenos estaba a punto de cantar.  


Puerto oscuro. Mark Strand. Editó Zindo&Gafuri.


jueves, 9 de abril de 2020

HORAS EN ESTE PERIÓDICO QUE NO ME IMPORTA. Yves Bonnefoy. Traduce Pablo Queralt.



7 horas.  Me despierto. En mi mente todo está claro. Preguntas que me parecieron insolubles están presionando en mi espíritu pero es por sus respuestas, sus soluciones ahora evidentes, más que evidentes: es la luz misma, que ha tomado forma verbal. La secuencia de números primos, por ejemplo, es infinito, pero si, y sé por que, y es simple, lo demuestro fácilmente, tengo pleno acceso a esta interioridad de números que desanimó a los buscadores: y hay buen tiempo, todo es un cielo!  Otra cosa. Que quiso decir Mallarme cuando evocó, su “gran trabajo”, un libro, simplemente en muchos volúmenes? Cuando intentó llevar la palabra al infinito grado de cielo estrellado? El también estaba buscando en el hueco de los números. Los números fueron además su palabra, pero se estaba perdiendo, y yo mejor que él entiendo lo que quería, lo acompaño en su proyecto que vuelvo a visitar y que también – ay por que lo veo ilusorio- lo analizo palabra por palabra… Dios, existe? Rápido, tomo este cuaderno que veo en la mesa, el gris sobre gris, uno más oscuro que otro, en el resplandor del día que se levanta. Otros descubrimientos se anuncian, tengo que anotar todo esto.

Encuentro el cuaderno, todavía un poco tanteando, lo abro, garabateo palabras. Este resplandor, son estas grandes nubes que pasan delante de mis ventanas que están abiertas, pero aquí hay un rayo de sol deslizándose entre ellas, él presenta el día en mi mesa, toca mi mano, toma el lápiz, el decolora el sueño. Que significan esas pocas palabras que acabo de escribir?  Nada incomprensible. Y así es la expresión de sus primeros números, ese secreto que yo había percibido? Yo de eso no tengo más que esas sombras de recuerdo a las que no se sabe más dar forma ni contenido cuando llega el fin del sueño nocturno. Se cree poder volver a ver dando la cara, no, eso no es más que un reflejo en una puerta vidriada, y ella ya ha vuelto a cambiar toda su imagen. Yo entonces desperté, realmente desperté, yo estaba en esas grandes nubes rojas como dentro de esos jirones de otro sueño.


Y este es el presente delante de mi, alrededor mío, en mi, como el mundo se muestra cuando se desprende del sueño, cosa tras cosa se retira en sí, se reduce a su momento de aparición haciendo regresar a la vida a esa otra y única evidencia que es el canto del gallo, el ladrido de un perro, en la ruta, el ruido lejano de un auto que pasa. Es como si esas nubes rojas hubieran sido grandes manchas de tinta en las cuales dormían figuras fantasmagóricas, y ellas son millones pero si se las observa bien, si se quiere verlas más profundamente esas que se deshacen en vapor, es el bello camino delante de la casa, con sus grandes castaños, que fueron plantados formando una hilera hace ya algún tiempo, mal brotados, que va a hacer que el jardinero vuelva a emprolijar.      


Yo he soñado saberlo, lo he reconocido, he vuelto a la divina ignorancia. También tan silenciosamente como pude dentro de la casa todavía adormecida, giré la llave de la puerta que daba al jardín, yo salí, lo rojizo del cielo tiene todavía alguno reflejos sobre las dalias de la terraza invadida por la hierba: se podrá quitar la hierba, no, esta bien así como esta, fuera del tiempo. Yo empujo ahora la barrera sobre el camino, un poco chirriante. Se extiende bajo mis ojos el admirable horizonte sobre esa primavera que comienza, ligeras ondulaciones de sol da suaves colores que toman sus manos bien hacedoras. Yo voy a ir hasta allí donde la ruta y el horizonte y el cielo se juntan, con los árboles, de repente, pero la misma paz…. Y yo comprendo!


Yo comprendo, y que eso es simple, transparente! Donde estaba mi cabeza?  Estaba tan profundamente dormido hace solo unos momentos? Pero sí, esos árboles, allá abajo, los castaños todavía, a veces robles, alerces y también nubes que han dejado de ser  rojas- apenas un rosado sobre estas dos sombras de bufandas blancas, retenido todo contra esta colina donde hay, se dice, círculos de piedras, quizás tumbas- y también la hierba que mi pie aplasta y la alondra de debajo del seto que al ruido de mis pasos levanta vuelo, pero si, esas vidas, todas esas vidas que se evaporan del fango claro que parecen ser, son, van a ser un momento todavía, no más que la simple materia sino signos, en un texto que en una hora, al alba, propone al espíritu, desgraciadamente en vano cada día. Signos poco simples, seguramente. Las diferentes letras de esta lengua que, lo leeríamos, nos permitiría ser, parecen innumerables en su apariencia, pero aquí están ante mis ojos en toda su plenitud y delicia de la escritura invisible, y entre las palabras que esas letras forman esa alegría, que razón tan bella y apaciblemente respirable!  No queda más nada de estas formulaciones, ecuaciones, sueños de la última hora! Yo comprendo, descifro. Y entonces tengo la tarea de hacer entender esta palabra a aquellos que duermen todavía. Rápidamente, encuentro en mi bolsillo la libreta que llevo conmigo cuando empiezo
el camino. 


Aquí esta. Pero donde esta el lápiz que siempre llevo? Pienso en otro bolsillo, en otro todavía, yo busco, y es como si dentro de mi cama me volviera hacia la pared pero la luz del cielo raso está también de este mismo lado en reflejo en el crepi blanco, y escucho de nuevo el canto del gallo, los ladridos, el paso de un automóvil. Me pongo de pie, escucho. Que hay en mi espíritu? El hermoso poema de Matthew Arnold, Dover Beach, y especialmente su última estrofa. Estos versos de la noche serena, de la mar en calma, pero donde también resuena el ruido de los guijarros cuando la marea se mueve en la playa.           

Ah, love, let us be true
To one another! For the world, which seems
To lie before us like a land of dreams,
So various, so beautiful, so new
Hath really neither joy, nor love, nor light,
Nor certitude, nor peace, nor help for pain;
And we are here as on a darkling plain,
Swept with confused alarms of struggle and flight,
Where ignorant armies clash by night.

 Quién soy yo? Veo cerca de mi amigo, mi compañera, dormida todavía, ligeramente destapada. Y pienso en lo que me dijiste ayer y ahora escucho aún mejor, otra pagina de este periódico que yo no tengo. Tu estabas en la ventana de nuestra habitación. Ven, me dices. Pero ahora: ah, es muy tarde! Muy tarde? Porque ya no hay más luz dentro de este anochecer final del verano, y que ha aparecido en  un instante, sobre tres o cuatro árboles grandes cerca de aquí : un aumento extraordinario en su brillo, de este don que ella es para la tierra? Ah, love, vivamos esta gran tarde, todavía tan luminosa. Es lo mismo que contemplar la darking plain, no es así?    








viernes, 27 de marzo de 2020

Dancing Queen. Amanda Berenguer. Por Pablo Queralt.


Mira a esa chica es Amanda la que lleva el anillo, esa corona del otro reino, para no olvidarse, como un aviso sagrado cuando va soñada o muerta. Sin saber va, curadadel espanto pervive, sobrevive, canta, baila Amanda! La Sibila que hila en el viento, pide amor, el agua imprescindible del que bebe: gramática, lluvia, memoria hasta la evaporación como un oxigeno tan necesario de una Amanda que avanza, sin destino en medio de la púrpura y de un continuo maravillándose del mundo. Es el documento de una dicha. Es la cuidadora del fuego prometeico, tan flauta centenaria, la que no habita aria de ninguna especie, la que habita el éxtasis de la detención del tiempo, solo allí es la experiencia: la sorpresa del presente, aquí y ahora por siempre. La que permanece en la palabra para no ser la mentira del espejo. Y escribe lo primero que se le ocurra, en la luz de las secuencias arma su película, con su jardín, sus flores, sus picaflores, las estrellas fugaces, sus manías caseras, la mala suerte del gato negro, un pedile a San Antonio, y la lóbrega rosa que se enciende, se apaga, la loba, es su imaginario por la ventana que le toca, como palabras que la persiguen,  la maravilla de la luna nueva cuando se la mira por primera vez, y en ella siempre es la primera vez. Especie de Biografía que se escribe cada mañana, retomando frases, trozos de versos, unidos por la sintaxis simple pero luminosa entre lo que quiere ser y lo que no puede ser. Al fin como decía Borges, lo importante de haber podido hacer lo que quería hacer del texto. En sus versos los problemas ya se han escrito con solución. Los culos están de moda? Buscando entre la serie de el Bosco, su ironía y humor, su gracia, culo de mujer donde salen flores, culo ensartado con corneta larga, oleos, culo veo culo quiero. Al igual que Barrandéguy ordena un orden para escapar del caos, al igual que Emily Dickinson pasea por el mundo del hogar y el jardín con sus pájaros, sus porches, ventanas, aleros, la mesa, las sillas, sus manteles, hay brilla su felicidad, hermanas en la poesía. Están en otra dimensión creando criaturas especialísimas que se le escapan de las manos. En rachas de felicidad o infelicidad con el beso en la boca, el labio contra el labio, “el labio de arriba el cielo, la tierra el otro labio”. El resplandor, la tibieza en los pajaritos que saltan llovidos en el jardín por las migas de pan, el exquisito regalo, todos invitados a la fiesta, nos abrazamos y tomamos después de almorzar. Es que uno ve pasar el tiempo a tal velocidad que parece quieto, y de donde viene y adonde va. Sentirlo es el fin. En qué rincón de la sombra se cumple el fogonazo? nos dice. Y en esa lentitud del jardín con su humedad, su valle de lágrimas, que mece el aire interior, y la que pasa curvada por el peso en la tarde de la radio, en esa voz borrosa de la am, las cosas que se escuchan, toda esa magia, pintura de chozas, esa música todo, todo entra en el cuaderno empapado de mediodía, de Domingo, Lunes, de verano. Todo invade la extensión vacía, todo la impresiona como a un Van Gogh de la escritura. En la potente sombra que nos arrastra estamos trabados en nervio y sangre, con el alma al aire. Pozos hondos, coágulos de amor, ese rayo de luz del éxtasis ido, le da cuerda a los relojes, el tiempo hipócrita en la sombra del solo recuerdo del miembro penetrando su carne. La pasión siempre moviendo lo que separa el afuera y el adentro. En esa nada vestida de negro y engreída. Potranca desafiante, desvergonzante, marca el paso desafiante entre el sufrir y el gozo del espejo del otro, hasta los tuétanos, despelleja la vida en conjuro compartido dice, marca su standart. Y pregunta quién sos poesía? Y emplumada vuela cazadora. Que le tenga cuidado el amor a Amanda que le puede cantar su canción. Siempre la casa y la radio la vuelven al mundo, su adentro afuera en esa dimensión de la nada, en esa carta infinita que escribe como un diario, ¿de que? de un amante caído del cielo? De la palabra que da vida? de lo que salva por un instante infinito? Del testigo? Del poeta sobre la tierra? De algo que no sabemos? De recorrer ese llamado infinito en el naranja encendido de los aloes, en ese canto que uno tiembla, de algo que nos va llevando a la singular bifurcación en la ruta del Ser.     



Ooh
You can dance
You can jive
Having the time of your life
Ooh, see that girl
Watch that scene
Digging the dancing queen

ABBA.

Libros
La cuidadora de Fuego. Editorial La Flauta mágica.
Constelación del Navío. H Editores Poesía 1950-2002.



martes, 24 de marzo de 2020

Emma.
La poesía deEmma Barrandéguy. Pablo Queralt.



El cielo del verano le pertenecía a Emma en esas vueltas al amanecer cuando las bocas, las manos, los besos la llevaban a ese dialecto de la noche donde mueren los disfraces, y es uno de noche y su simulacro de día? Esas ideas contradictorias que viven en los grandes es en el ideario de Barrandéguy. Salen las ideas para que no le revienten en la cabeza los sentidos, para no dejar avanzar el caos del día. En el deseo que nos hace sabios y es fiesta de los sentidos, la pulsión que esta a punto de no ser ordenada y es control por la que puede ser pensada y vivida en signos y palabras. El valor de seguir el deseo y escribirlo. Existe lo que no se mira? los dormitorios sin sexo, lo que se pulveriza porque no se repara en ello, es verdad que yo fui así en esos años? Un repreguntarse para conocer. Todo es inconocible en el que solo ve la representación de las cosas. Todo lo que ya es imposible de volver a reunirse. Y en la magia de un tango que convoca lo eterno baila, canta su canción. Lo sensual haciendo máquina en el poema, las tentaciones por el sexo disputadas, el gozo salvaje sin limites de edad en los viejos los jóvenes, los dulces solaces procurados, vividas con una ternura de tiza que marca las líneas del gozo de sentirse vivo. 
Es un cantar bajo la luz de la luna y las manos que tocan ese cielo, el espacio del propio cuerpo y del amado. Aquello que refleja y es uno en el otro, soy en y con vos, esa incandescente felicidad de vivir escrita. Esos son sus días. Ese yo no soy las voces que están en la mente sino el que las escucha, mientras canta y cose en el rito doméstico del día. Las voces como camino a nuestros corazones viviendo instancias. Cantar con la segura independencia con que lo hacen los hombres forma parte de su alegría, captar el ritmo de los mundos. En una lenta velocidad infinita sus poemas juegan intensidades de pulsión y libido que traspasan umbrales, son representaciones creativas. Abarcar con las manos, los temas de los días, crear y vivir y mirar.Estamos en la constelación Barrandéguy  de brillos y esencias, que instauran maneras del amor, de ser con sus ritornelos hacia lo que grabó, hizo mella, un tenderse con la cara al cielo. Para arrojarnos entre su inquietud callada y el recuerdo un puñado de palabras. Los veinte pasos al fondo del patio, la ventana que marca el status de los viejos para volver a sentarse en sus rodillas. El amor, el amor es la reina en su silenciosa intensidad, su fulgor. También es un dolor de hombro en todos los hombros, el que ha cesado de arrojar la pelota. El revés exacto de su vida la trompeta del jazz en lo que inexplicablemente permanece y es reiteradamente suyo.
Brindo por Emma y su mundo que nos trae en bandeja sentidos y estados, intensidades
de existencia, los universos del pecho y la boca, un punto de vista del espacio.
Lo mágico de sus poemas hacen todo bello, cada cosa que se va encontrando,
le encuentra su brillo, es un vivir la vida, despolarizar, una permisibilidad de ser feliz con lo que el mundo ofrece, eso es todo nada más. Un manual para andar felices por el mundo.       
El cielo del verano le pertenecía a Emma en esas vueltas al amanecer cuando las bocas, las manos, los besos la llevaban a ese dialecto de la noche donde mueren los disfraces, y es uno de noche y su simulacro de día? Esas ideas contradictorias que viven en los grandes es en el ideario de Barrandéguy. Salen las ideas para que no le revienten en la cabeza los sentidos, para no dejar avanzar el caos del día. En el deseo que nos hace sabios y es fiesta de los sentidos, la pulsión que esta a punto de no ser ordenada y es control por la que puede ser pensada y vivida en signos y palabras. El valor de seguir el deseo y escribirlo. Existe lo que no se mira? los dormitorios sin sexo, lo que se pulveriza porque no se repara en ello, es verdad que yo fui así en esos años? Un repreguntarse para conocer. Todo es inconocible en el que solo ve la representación de las cosas. Todo lo que ya es imposible de volver a reunirse. Y en la magia de un tango que convoca lo eterno baila, canta su canción. Lo sensual haciendo máquina en el poema, las tentaciones por el sexo disputadas, el gozo salvaje sin limites de edad en los viejos los jóvenes, los dulces solaces procurados, vividas con una ternura de tiza que marca las líneas del gozo de sentirse vivo. Es un cantar bajo la luz de la luna y las manos que tocan ese cielo, el espacio del propio cuerpo y del amado. Aquello que refleja y es uno en el otro, soy en y con vos, esa incandescente felicidad de vivir escrita. Esos son sus días. Ese yo no soy las voces que están en la mente sino el que las escucha, mientras canta y cose en el rito doméstico del día. Las voces como camino a nuestros corazones viviendo instancias. Cantar con la segura independencia con que lo hacen los hombres forma parte de su alegría, captar el ritmo de los mundos. En una lenta velocidad infinita sus poemas juegan intensidades de pulsión y libido que traspasan umbrales, son representaciones creativas. Abarcar con las manos, los temas de los días, crear y vivir y mirar.Estamos en la constelación Barrandéguy  de brillos y esencias, que instauran maneras del amor, de ser con sus ritornelos hacia lo que grabó, hizo mella, un tenderse con la cara al cielo. Para arrojarnos entre su inquietud callada y el recuerdo un puñado de palabras. Los veinte pasos al fondo del patio, la ventana que marca el status de los viejos para volver a sentarse en sus rodillas. El amor, el amor es la reina en su silenciosa intensidad, su fulgor. También es un dolor de hombro en todos los hombros, el que ha cesado de arrojar la pelota. El revés exacto de su vida la trompeta del jazz en lo que inexplicablemente permanece y es reiteradamente suyo.
Brindo por Emma y su mundo que nos trae en bandeja sentidos y estados, intensidades
de existencia, los universos del pecho y la boca, un punto de vista del espacio.
Lo mágico de sus poemas hacen todo bello, cada cosa que se va encontrando,

le encuentra su brillo, es un vivir la vida, despolarizar, una permisibilidad de ser feliz con lo que el mundo ofrece, eso es todo nada más. Un manual para andar felices por el mundo.  

Poesías completas. Colección Fénix. Ediciones Del Copista. Dirigida por Pablo Anadón.    



domingo, 8 de marzo de 2020

UNA FIESTA DE ANIVERSARIO. Y Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.




Que hermosa reunión esta noche en los jardines de esta antigua mansión del boulevard Saint Germain! Muchos amigos están aquí a quienes les gusta estar juntos, algunos años después, si fuera posible por siglos. 

Pero lo que me sorprende es que entre ellos hay algunos que no son los de siempre. John que llega de Oxford donde estudia, es una vieja mujer toda achacada, su pelo blanco desordenado, con una hermosa sonrisa.
Este hombre de espalda estrecha con rasgos huecos, ojos inquietos buscando los míos, pero es la pequeña Jeanne que se ha convertido en la gran escritora, o en una pintora de un siglo ido- es este Elsheimer, es este Dante? Entonces yo veo que él me hace el honor, probablemente por malentendido, de dirigirme la palabra. Yo no hubiera esperado de su parte una postura muy noble, con una mirada fría o distante, no, son solo dos manos temblorosas, excepto que sus dedos están muy apretados en una pequeña bola de goma amarilla: para este amigo de siempre, es todo lo mismo también o todavía la pequeña Jeanne con su sabido vestido a rayas, con sus faldas demasiado largas.

Y a nuestro alrededor que inquietud tengo y creciendo y esos hombres y esas mujeres altas algunos enmascarados gritando su felicidad en este sol, que ahoga sus voces y risas en el deslizamiento de sus sombras! 

Voy a uno que esta un poco apartado, donde las losas de la terraza se van convirtiendo gradualmente en césped. Es joven, viejo, hombre, mujer, me contestará en francés, en italiano, en inglés o en uno de esos idiomas desde el azul lejano o desde el fondo del tiempo del que ignoro todo, como saber?  Ocre, amarillo, pronto vagamente ocre rojo su pullover, pero ya completamente roja la bufanda que se anudó encima. Alejémonos de él, les dije. Ves este camino tan desordenado que cruza el césped apacible? Estos arbustos altos y espinosos, estos nidos acostados dentro, casi bloqueando el camino, y ahora estos enormes robles agitados por el viento y por debajo, muy abajo en el abismo, donde descendemos poco a poco, estas zarzas y moras que nos gustaba recoger, te acuerdas? Aquí estamos en el bosque, amigo mío. Es oscuro, es áspero y salvaje, nuestro camino se pierde allí, estamos en el medio de nuestras vidas no es así? Vamos a encontrarnos con esas extrañas bestias… La lonza, no?
Quién es usted ? grita horrorizado.

Quién soy? Como saber? Qué vestimenta me roba, de lo que podría haber sido mi vida? te tomo de la mano, adolescente que eras, no te resistas, te arrastro bajo la cubierta de los grandes robles, tendremos miedo, será oscuro, serán estas bestias las que yo decía, pero pronto veremos brillar esta estrella en la cima de una colina, y de pronto…  
      





Que has visto? Que has oído?


Visto nada. Me imagine que estaría allí, puedo gritar “pero eres tú…?”  Allí estos árboles, estas bestias, incluso estas piedras, me dices que allí no existen. Retiras bruscamente las cortinas de los árboles, ¡nadie! Y por lo tanto no hemos oído?


Si, una voz.


Yo escucho. Que son estos golpes, sordos, irregulares, impetuosos? Nada más que voces de niños, sus disputas en el jardín donde juegan, tan tarde ahora en la oscuridad… Ah, mi amigo, es cierto que allá abajo, como aquí y allá no hay luz excepto de noche, por la noche?

Voy, es un camino muy estrecho que serpentea detrás del pueblo. Setos que lo bordean pero por sus claros que son numerosas veo un poco de una llanura inmensa que un resto de sol colorea. Bien conmovedor en este país vecino al mar Báltico la forma en que lo lejano se hace horizonte, lo visible de lo indistinto, los colores de las napas del silencio. Voy, se que pasaré por una casa que la cubre sus grandes árboles, y ahí es donde juegan estos niños, se diría infinitamente. Voy. Las hojas ya secas caen de las altas ramas, polvo de oro. Y pasan por encima de mí cantando lor lai un vuelo de grullas que durante unas semanas de cada otoño se reúnen muy cerca de aquí, estoy aquí donde estoy y amo vivir.













martes, 3 de marzo de 2020

LA OTRA ESCALERA. Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.



Pero mi primer pensamiento, al retornar, había sido el cantero al extremo del cuál se abre el subte, que desde hacía tantos años embrujo mi memoria. Un muro ensamblado en hierro, montado alrededor de caminos de piedra que a sí mismo en esas bellas mañanas de verano, descendían para pronto pederse en la más espaciosa de las noches. Y allá al fondo, en alguna parte, como saber, se abriría, se dice, el estrecho corredor, cuya tarea, era unirse a la pendiente allí frente al valle: ese mundo hacia el cuál se haría posible huir, de los días de angustia.
Nadie de todas formas, no se arriesga en esta escalera de siglos donde no se sabe más nada.


Yo estoy aquí, es otro siglo todavía en la entrada del subterráneo bajo esos mismos árboles que los de mis años de infancia. Pero esos caminos de mis recuerdos no son hoy tan impresionantes, yo los veo por otra parte menos numerosos, un poco más de una docena de piedras planas grises oscuras, un poco atravesadas por el desgaste, a sí mismo allí abajo un espacio bastante bien iluminado por una luz que se asemeja a aquella del día.

Yo desciendo, con coraje, a mano izquierda sobre ese espacio, una puerta vidriada esta entreabierta, es una habitación con su ventana frente a mí. Yo entro, yo paso delante de una pequeña cama que parece realmente de este mundo, con las mismas sabanas todas recién planchadas. Y allí una mesa, alrededor de la cuál yo camino. Por la ventana veo el valle, y a lo lejos el río. Una puerta todavía, hacia el exterior, y yo estoy en una terraza que me hace bien reconocer. Es el nivel que esta por debajo de lo más alto en ese vergel que allí se despliega en tres o cuatro niveles bajo el cielo.


Ah, como explicarme que lo más lejano, lo más inquietante, no sea quizás solo esto que esta aquí, y tan calmo? Que esto puede justificar de esa manera que tiene el espacio de postergar la realidad, de desafiar la memoria? Sin duda que ese mundo, donde el pretende guardarme no es más que otras partes de esta ilusión donde otras veces yo tenía todo a si mismo para defenderme.


Yo me apoyo contra un reborde de piedras venidas del cauce, groseramente ajustadas, donde esa puerta y esa ventana fueron formadas debajo de la más alta terraza. Cierto, es mucho el tiempo que yo reflexiono. Que yo presto atención a este anochecer a esto que ahora todavía me dicen esas colinas en el horizonte, esos vapores que son claros sobre el agua oscura y rápida del río, esa línea de álamos lo que yo invoco recordando los plátanos que nosotros habíamos recogido a lo largo de la ruta hacía allá abajo para nuestros pájaros enjaulados.  


Y he entendido bien? No, me dijeron ellos, esas lejanías no te permiten abusar. Claro, vivo, tibio, fresco, esa luz de verano que nosotros te ofrecimos, que tu has sabido aceptar de nosotros desde tu primer día. Pero sombrío, húmedo, laberíntico, infinito, abismo, que se encuentra a cada instante de tu vida. Nosotros no somos, tu no eres. Solo tiene realidad el sueño que tu haces de un vergel, de una mañana de una bella estación, de esas frutas ya casi maduras que tu juntas en la hierba, atento a la avispa y a la abeja.