sábado, 22 de septiembre de 2018

20 líneas al día de Harry Mathews- Por Pablo Queralt-





Para Harry Mathews escribir es borrón y cuenta nueva, una página en blanco a llenar es cada día. Por 
cierto el poeta neoyorquino nos sorprende en su calendario de escritura como en una bitácora o cuaderno de secretos. Y así lo demuestra en sus “Veinte líneas por día”, editorial Mansalva 2015 en traducción de Cecilia Pavón. Poeta y novelista del grupo de John Ashbery, Kennet Koch, y miembro del grupo Ouvoir de Littérature Potentielle junto a Calvino, Queneau, reúne en su libro “Veinte líneas por día” textos escritos desde el 17 de marzo de 1983 hasta el 25 de junio de 1984.
Estos escritos son ideas que se le ocurren al poeta como el ir a la ópera para soltar sus emociones, llorar, que de otra forma quedarían contenidas, reprimidas. En cada página revela un misterio, nos da un conocimiento que en realidad es sabiduría, esa que se necesita para vivir, en el sentido de reconocer, agudizar el sensorio en las cosas que verdaderamente hacen al ser, en ese sentido sin proponérselo quizás sea este un manual, una suerte de Tao que ilumina.
Varios son los motivos que animan la escritura en Mathews, y se lo interroga en cada página de estas veinte líneas, como estar sentado en el tren agiliza su pluma, en ese movimiento sin moverse que da el viaje en tren, como decía Francis Ponge, es el clima perfecto para ver reconocer a alguien hace años no frecuentada, en esa melancolía patética de esa alegría perdida hace años, en ese espasmo de abrazarse como queriendo aniquilar juntos todo el tiempo que habíamos estado sin vernos.  
Todavía me sigue impactando su potente claridad de consciencia al releer su encuentro con su amigo Bobby,  bebedor que dejando el alcohol, al ver que es una sed que da más sed, concluye  que eso hacía más interesante la posibilidad de dominar el problema, lograrlo demostraría que incluso la ebriedad puede ser un agente de consciencia que la frase in “vino veritas” no se refiere exclusivamente a la exposición involuntaria de uno mismo sino, también a la posibilidad de una lucidez consciente.   
Sus textos son ese lenguaje universal donde se conjugan poesía, ensayo, novela, prosa quién podría decir es este género, es donde se encuentran todos, como lo hacía George Perec o Arnaldo Calveyra y muchos otros tantos, como Severo Sarduy.  Es el momento donde el país de los libros se iguala al país de la vida, allí radica el genio de su escritura, su verdad.
El libro ya no será algo imaginado sino algo escrito algo que existe fuera de vos. Un niño en un útero significa la vida misma.
Además de escribir sin quererlo su propia autobiografía, aunque sea otra biografía o solo se revelen en esas historias algunos recuerdos. Como un poder llegar a cosas que desconoce a través de su verdadera historia en otra historia que es la que esta contando y no es la propia. Mi vida recordada y mi vida inventada.
Como quitarse envoltorios para llegar al estilo, cuando en otra página, otro día se plantea escribir bien. Donde convoca a Roland Barthes, para que la escritura sea natural y personal, y que ese envolverse el cuerpo en los sentidos, para que no se vea, ese pudor dice, no le quite el brillo y lo nouménico a la escritura, lo propio, el tono del que habla, el detalle que enamora. Hacen a la cosmogénesis, la poyesis de su escritura.
A pesar de todo lo que ya he aprendido, todavía me falta aprender lo esencial, y que vivir como lo hago, entre revelaciones, es vivir en base a la experiencia muerta, vivir de conceptos. Yo diría vivir la experiencia muerta, anulando la fuerza inspiradora “el poder del universo esta en mí”. Esa forma de decodificar “el mensaje definitivo”.
Arrastra en sus escritos universos propios para hacerlos terreno existencial, ese de todos, cada línea abierta libera ideas expansivas, ese material sensible que se potencia, este libro en ese sentido compone una unidad de constelación. Es un metabolismo vital que nos atraviesa transversalmente, formando un nuevo sentido en las cosas. Y se da a un juego de preguntas, interrogantes, planteamientos ¿que tema no penetra nunca estas páginas? Y si esa exclusión no pondrá en peligro todo el proyecto?  Son develamientos de la verdad, son campos de transito de lo posible, de extraer, que componen esta máquina estética. No poder escapar a esa mirada en sentido universal, cuando se atraviesan los portales, esa mirada hospitalaria y la otra desconfiada que hacen acortar las distancias del adentro- afuera, la interioridad a que todo poeta se refiere, la forma de vivir las cosas. Y siempre el sondeo de situación del yo, cuestionamiento crítico, autoconocimiento como el testigo en esa experiencia de deseo y satisfacción “¿qué te pasó a vos? ¿dónde estaba el yo?”
 “vi esos nuevos colores y traté de identificar los sentidos que me importaban”
“el logro tenía que ver con un rito supersticioso de cumplir con las obligaciones y no con recrear tu plenitud” 
“crezco en etapas, la misma una y otra vez””.

20 líneas por día editado por Editorial Mansalva 2016.








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