lunes, 17 de noviembre de 2025

perambulans in noctem Yves Bonnefoy traduce Pablo Queralt.

 


QUE BUENO

 

 

Ah que bueno!

 

 

La lámpara pequeña que se me confió a la hora de dormir para encontrar el camino de mi cuarto a través de la sala muy concurrida que nosotros llamamos el salón. Un espacio totalmente sin luminosidad, cuando no había, como a veces, raramente, un rayo de luna sobre la cortina de la ventana del fondo. La puerta del comedor se cerró atrás mío, yo no tenía más para guiarme en la oscuridad que la frágil chispa curva en la cumbre de un cono de cobre. Larga, larga, avance en los pliegues de la noche, después de lo cuál yo puse la pequeña lámpara sobre un banco cerca de la cama y después me resigne a escuchar.

 

Y todas las demás esas latas de hierro delgado, esos cilindros con un borde ligeramente acanalado que se emplea para las cocciones lentas. Ellas contenían granos de café verde molidos en grueso. Allí se practicaban dos agujeros frente a frente en la base, se los rellenaba con el aserrín que el carpintero de la villa les dejaba a mis abuelos pobres, allí se introducía el fuego , no sé como, ese fuego se extendía largamente bajo las marmitas de fondo negro. Se dejaba al sol. El olor del aserrín caliente había invadido la cocina en sombras por una hora o dos, quedaba vacía. Y otras veces eso estaba en todas las partes, en las habitaciones, el olor envolvente del café, puesto al fuego en un hornillo equipado con una pequeña pala giratoria. Había para maniobrar una manija curva, apoyándose sobre el calor rojizo, que uno no sabe bien hoy día, esta noche, que no podré nunca más recordar la expresión.

 

 

 

Y todavía ese vacío bajo la gran escalera de piedra, un hueco donde  la altura era otra cara de algunos otros caminos. Se accedía allí al fondo del vestíbulo, entrando primeramente a un reducido ambiente sin luz, con nada más que coberturas descuidadas. Yo allí empujaba sin hacer ruido la puerta. El hueco sobre el lado derecho de ese pequeño ambiente, yo me arrodillaba, yo iluminaba con mi linterna de bolsillo. Viendo de esta manera por debajo, el camino no parecía más que una sola masa gris, groseramente tallada y de plata con lomas y cruces, pedregullos y cada tanto atravesando a los caminos algunas manchas negras que yo quería creer eran marcas que habían sido trazadas por un trapo empapado en alquitrán.

 

 

Sobre los caminos nada, ese sendero estaba vacío. Y el suelo allí parecía tierra removida mezclada con grava. Una araña se arriesgaba en esa extensión, yo la tomaba con la ayuda de una lámpara y ella se inmovilizaba un instante y después retomaba su camino.       

 

 

 

La puerta baja. Yves Bonnefoy traduce Pablo Queralt.



 






LA PUERTA BAJA

 

 

Ellos fueron expulsados, ellos han errado todo un día. Y ahora, en la hierba profusa de este extremo de mundo, allí delante de una grana casa, todo en la lejanía una granja que parece abandonada, todas sus persianas cerradas. Pero ves, allá en ese cobertizo, esa puerta baja casi abierta! Nosotros podemos forzarla y entrar. Baja la cabeza, quieres?

 

 

Una puerta? Por las ranuras de las maderas, ellos perciben árboles que son los mismos que aquí donde ellos dos se encuentran todavía, el mismo follaje frondoso casi bajo el mismo cielo; y si la puerta resiste bajo su empuje, es por que del otro lado ella es cubierta solo de malezas que son semejantes a aquellas que en el mundo que ellos dejan raspan sus piernas desnudas, sus rodillas.

 

 

Bien familiar para otros, esta puerta baja. Ello les recuerda su casa de infancia, y ese gran sector del extremo del jardín donde el anochecer cuando todo  se hace amenazante gris y oscuro, los amantes se refugian antes que se los llame para cenar. Había en ese jardín de atrás una pequeña casa dejada en ruinas, ellos se escondían ahí. Yo me deslizaba acercándome, y tu me seguías. Nosotros estábamos entonces en una sala muy baja, con un techo desfondado y una viga en estado a medio derrumbarse. Nosotros nos extendimos al sol, en la paja seca, perfumada.

 

 

Sea! Pero aquí la puerta franquea, esa puerta baja del último día. Ah eres tu? Has crecido! Se hace de noche de aquí en adelante, y esta cabeza que tu tienes toca el cielo estrellado, esas manos que tu tienes sujetando por todas las partes a las cosas extrañas en la noche, tus ojos que son de un color desconocido buscando los míos: y yo tengo miedo!

Tu te acercas a mí y me dices “Ven”. Y el nos hará caminar mucho tiempo, caminar tarde, en ese otro mundo, hará frío.

 

 

De uno al otro nos decimos, quién eres? Que nombre se guarda en el abismo? Que le quedará de brillo, un resto de hierro, piedra, en ese poco profundo arroyo, cerca del cuál nosotros oramos sobre la paja caliente en un escenario de otro siglo abandonado en la ruina.       

 

 

 


un poema de Lawrence traduce Pablo Queralt.




 Hombre y máquina

 

El hombre inventó la máquina

y ahora la máquina ha inventado al hombre.

 

El padre Dios es un dinamo

y Dios el hijo una radio parlante

y Dios el espíritu santo es el gas

que mantiene todo funcionando.

 

El hombre inventó la máquina

y ahora la máquina ha inventado al hombre

 

Intimates
David Herbert Lawrence (England, 1885-1930)

Don't you care for my love? she said bitterly

.I handed her the mirror, and said:
Please address these questions to the proper person!
Please make all request to head-quarters!
In all matters of emotional importance
please approach the supreme authority direct!--
So I handed her the mirror.

And she would have broken it over my head,
but she caught sight of her own reflection
and that held her spellbound for two seconds
while I fled.

 

.  Intimos 

 

No te preocupás por mi amor dijo ella amargamente

 

Le entregué el espejo y le dije:

¡Dirija estas preguntas a la persona adecuada!

¡Envíe todas las solicitudes a la oficina central!             

En todos los asuntos de importancia emocional

¡Por favor acérquese a la autoridad suprema!

Entonces le entregué el espejo

 

Y ella me lo hubiera roto en la cabeza

pero ella vio su propio reflejo

y eso la mantuvo hechizada por dos segundos

mientras yo huía.

 

 

To women, as far as I'm concerned 
David Herbert Lawrence (England, 1885-1930)

The feelings I don't have I don't have.
The feelings I don't have, I won't say I have.
The felings you say you have, you don't have.
The feelings you would like us both to have, we
neither of us have.
The feelings people ought to have, they never have.
If people say they've got feelings, you may be pretty
sure they haven't got them
So if you want either of us to feel anything at all

 

Para las mujeres en lo que para mí respecta

 

Los sentimientos que no tengo, no los tengo

Los sentimientos que no tengo no diré que los tengo

Los sentimientos que dices tener, no los tienes

Los sentimientos que te gustaría que ambos tuviéramos,  nosotros

Nosotros no los tenemos  

Los sentimientos que la gente debería tener nunca los tendrá.

Si la gente dice que tiene sentimientos puede que seas bonita

seguro que no los tienen

Entonces si quieres que alguno de nosotros sienta algo en absoluto.

 

un poema Thomas Hardy traduccion Pablo Queralt.

 


Noche vieja en tiempos de Guerra.

 

I

Miedos fantasmales,

Y el aleteo de la llama,

Y el latir del reloj,

Y una pizarra suelta,

Y el zumbido de la noche ciega,

Que cansinamente entonan,

Los pinos espectrales!

 

 

II

 

Y la sangre en mis oídos

Rasgueando siempre lo mismo,

Y el gallo a dos aguas

Con su rejilla irregular

Y yo solo.

 

III

Se acerca la duodécima hora

Oculto a mano, como con vergüenza,

Deshago el candado,

Y escucha y espera

Para el joven desconocido.

 

IV

En la oscuridad hay carreras

Como si la muerte a horcajadas viniera

Para adormecer a todos con su golpe

Un caballo a paso loco

Sobre surcos y piedras.

V

 

No aparece ninguna figura,

No hay llamada de mi nombre,

Sin sonido pero Tic toc

Sin chequear más allá de la puerta

Su ruido, se ha ido.

 

 

VI

 

Que jinete lleva

No hay nadie para proclamar;

Y el año viejo ha golpeado

Y escasamente animado

El nuevo hace gemir.

 

VII

 

Tal vez ese más lagrimas!

Más hambruna y llamas!

Más separación y conmoción!

Es el orden del destino

Que el jinete acelera

Para palidecer a Europa;

Y cansadamente entonan los pinos.

 

 

 

 

 

 

 

 

A New Year's Eve in War Time - Thomas Hardy

 I

Phantasmal fears,
 And the flap of the flame,
And the throb of the clock,
And a loosened slate,
And the blind night's drone,
Which tiredly the spectral pines intone!

 II

And the blood in my ears
Strumming always the same,
And the gable-cock
With its fitful grate,
And myself, alone.

III

The twelfth hour nears
Hand-hid, as in shame;
I undo the lock,
And listen, and wait
For the Young Unknown.

 IV

In the dark there careers —
As if Death astride came
To numb all with his knock —
A horse at mad rate
Over rut and stone.

V

No figure appears,
No call of my name,
No sound but 'Tic-toc'
Without check. Past the gate
It clatters — is gone.

VI

What rider it bears
There is none to proclaim;
And the Old Year has struck,
And, scarce animate,
The New makes moan.

VII

Maybe that 'More Tears! —
More Famine and Flame —
More Severance and Shock!'
Is the order from Fate
That the Rider speeds on
To pale Europe; and tiredly the pines intone.

 

un poema Thomas Hardy traduce Pablo Queralt.

 


Segun el poderoso trabajo

 

I

Cuando el molido parece cesar

En el vago vacío de la noche

Y el espacio amplio del cielo sin tormentas

Entre el crepúsculo y la luz del tiempo,

Y el miedo al fin es informe

A la atracción la llamamos Paz.

 

II

Paz este alboroto escondido, cambio,

Este deleite de murmullo rápido

Este nunca ser verdaderamente

Este devenir cada vez más

Esta rueda giratoria en vuelo

Huyendo del rango de la percepción.

 

According to the Mighty Working - Thomas Hardy

I

When moiling seems at cease 
In the vague void of night-time, 
And heaven's wide roomage stormless 
Between the dusk and light-time, 
And fear at last is formless, 
We call the allurement Peace. 

II

Peace, this hid riot, Change, 
This revel of quick-cued mumming, 
This never truly being, 
This evermore becoming, 
This spinner's wheel onfleeing 
Outside perception's range.

 

 

 

porque te odio ahora? Sarah Howe traduce Pablo Queralt.

 


Porque te odio ahora?

 

Haré sonar un puñado de huesos vudú

en la cara de tu madre, esa fanática cristiana de las mañanas de té.

 

Liberaré a tu sufrido padre de la esclavitud de las ambiciones

titánicas y desmedidas de su esposa de cara roja de ira.  

 

Casaré a tu hermano con la divorciada cabeza hueca.  

Se lo propuso con su corazón de vendedor de autos de segunda mano.

 

Pero que haré contigo?

 

Podría dar tres vueltas a tu testamento,

por muy inútil que sea temblando alrededor del tablero.

 

Podría pisotear la mascarada

en la llamada histriónica suciedad.

 

Podría arrancar el relleno de todos tus grandilocuentes y cliches

halagos. Y decirte todo el tiempo que te has deshecho en halagos,

me aburres.  

 

Podría tenerte.

Podría tenerte

cuando quisiera.

 

Pero soy demasiado magnánimo para eso.

En cambio viejo amigo, me limitaré a vilipendiarte

desde la comodidad de mi retorcida mente.  

Why do I hate you now?

I’ll jingle a fistful of voodoo bones
In your smarmy mother’s Christian tea-morning zealot face.

I’ll cut your long suffering father from the bondage
Of his red-faced wife’s misplaced tyrant ambitions.

I’ll marry your brother to the air head divorcee
He set his shrivelled little second-hand-car-salesman heart on.

But what shall I do with
you?

I could flick your worthless little will
Three times trembling round the board.

I could tread the masquerade called wit
Into the histrionic so-called dirt.

I could rip out the stuffing of all your grand and clichéd
Blandishment. And tell you all the time you gushed you bored me.

I could have you.
I could have you anytime.
I could have you anytime if I liked.

But I’m far too magnanimous for that.
Instead, old friend, I’ll just vilify you from the comfort of my own
Twisted little mind.

miércoles, 15 de octubre de 2025

Un poema de Sarah Howe. Traduce Pablo Queralt.

 




DESDE UN BALCÓN

 

El sol es una naranja del Peloponeso

que tiñe nubes y paredes revocadas,

 

veleros viran hacia el mar.

Formas de ciruelas damascenas persiguen la luz bajo las enredaderas;

 

Sombras se abren camino,

entre los espesos arabescos de encaje surcados en el marco.

 

Las colinas son un fresco manchado de humo desflecado

tejados estridentes como semillas de granada.

 

Los álamos son las lanzas los de guerreros muertos

hace mucho tiempo brotadas de un arroyo de dientes de dragón.

 

Desde esa descolorida cúpula terracota

se alzan las enruladas y guturales notas

 

de la misa vespertina que se expanden

 y desbordan en polifonía como la hábil trama del tejedor,

 

a su paso el humo que desaparece arrastrado

desde el arco dorado de un incensario.

 

Al otro lado de esta tenue imagen grabada,

un gato blanco camina sobre un frio dintel de piedra.

 

Solo se oye el lejano zumbido de una motoneta

circulando por rutas estrechas.