Vas a
bailar, bailar. El libro de la danza. Goncalo M. Tavares.
Por
Pablo Queralt.
Un libro que se mueve, nos remite a un ritmo,
las bradi y taquicardias en la voz del autor que hace una marca del terreno
donde se mueve. Sabe contarnos de sus disritmias y sus momentos de lucidez. “La
historia de la danza no es no puede ser el recorrido de los movimientos trazado
del suelo”. A un poeta que le interesa lo etéreo, toma al poema como el
aire para ser remontado, esa es su danza: la de los pájaros haciendo su coreografía
de vuelo. La máquina es la fuerza que impulsa a la acción, el deseo, las
aversiones, el temor, el amor –odio, alegría-tristeza todos los tándems que
mueven al ser y son la DANZA. La única técnica es el alma, por y para quién
volamos como una unidad, la de esos pájaros (albatros, patos, cornejas) que
vuelan en v de modo de resistir mejor la densidad viento/aire y poder volar
como una unidad, de modo que el primero orienta, timonea y el resto va haciendo
fuerza para que la experiencia, la vida del alma, el volar sea agradable con
menos desgaste y compartida en ese todo.
Existe una música en este volar y es la del
cuerpo al desplazar su forma libre, no esclava para que se continúe con el
ritmo, la danza, en el músculo, el corazón al mismo tiempo la sangre circulando
por venas y arterias. Nos dice este libro que nada es posible sin la danza, el
ritmo, ese intercambio que nos hace vivos.
El cuerpo y su fantasma como una forma de estar
y no estar, un serpentear entre las sutilezas cuando esa energía se desplaza
dentro o fuera de la materia, ese ir más allá del descubrimiento, en una
inmovilidad aparente que es movilidad, reconocer lo que no se sabía
existía. Dice “el cuerpo debe SER entonces la
botánica en el límite del agua” el cuerpo es agua, su mayor porcentaje
y el ser usa esa danza del cuerpo para hacer su experiencia ¿es que yo me
conozco?
Nos plantea todas las posibilidades
existenciales como un filósofo andando los paisajes de la poesía, es ser en el
ser centro del blanco, ese blanco vacío para ser llenado, página resuelta en
ese “volver
loco al suelo para que la atmósfera pueda dar consejos” esa es su forma de conocer, el camino
por donde nos lleva con sutilezas este libro de la danza. Es un dribbling permanente
y simultáneo completando su abanico de formas un “echar sal en la propia carne y
ofrecerse al banquete”, solo se espera la llegada de Platón, Plotino y
sus seguidores, el banquete esta servido. La nueva idea de quién danza es
aceptarse, la aceptación, somos humanos y nos pasan cosas pero a pesar de las
fracturas y las neurosis hay que dejar que los huesos
respiren, respiro siento y amo como ley
fundamental, yo soy. Eso es tener raíces gordas.
Como que la respiración parece no existir igual
que el ser y allí esta la verdad. El corazón es lo bello, no debe pasar el pensamiento el
puente dejemos respirar al corazón con sus piernas cortas que alcance el cielo
alto, parece decirnos arrojar a las personas al secreto, no
secretos a la persona como una concepción corpórea del asunto y el cuerpo es la
tierra secreta por tanto divino por que es tierra y soplo y aire que vienen del
todo, es el todo. El libro va en una cadencia de vacío-llenado ese es el ritmo
de la danza, uno se vacía para permitir la entrada del nuevo conocimiento. Pero
no va de un polo a otro, sino que pasa por todos los elementos que rigen la
vida: tierra, agua, fuego, madera, metal, de tal forma que conforma a lo largo
de los poemas una suerte de vueltas de mándala que nos informa de algo que el
poeta quiere transmitir. Si observamos la acepción y significado de la palabra danza
vemos que se diferencia a la de baile, por ejemplo en la disco se le dice baile,
y danza se asocia más a un trasfondo cultural o folclórico, en definitiva
transmite un saber, un conocimiento que es lo que hace este libro de la danza.
Con sus máximas prohibir la memoria, que la inteligencia sea bella, o sea usada
para nuestras propias construcciones y no para las construcciones de la mente,
miedo, tristeza, culpas. La danza no tiene memoria dice el autor, El cuerpo
comienza ahora en el momento en que termina.
Podríamos decir Carpe diem o vivir el presente que es lo único
que existe, ya que pasado y futuro son meras elucubraciones de la mente, como
manifiestan casi todos los maestros espirituales. Es una danza de la energía en
la materia, la del compuesto sustancial completo cuerpo, mente y espíritu.
Danzar a pesar de las averías, las ideas viene
de afuera, de adentro? Las evidentes vienen de afuera, las profundas de
adentro, aclara el autor.
Personifica los órganos con su existencia el
corazón es el último órgano. Después esta la muerte.
Sigue arrojando sus máximas “cada
movimiento debe aumentar el prestigio del cuerpo” respetar el
movimiento de las células, como unidad de movimiento, de vida que el átomo no
sea perezoso, allí esta la unidad de conocimiento de la vida de conocerse uno
mismo.
Gastar las velitas en cada cumpleaños del
cuerpo cuyo movimiento cae solo con la caída de la imaginación en ese gastar. Y
allí el cuerpo arriesga o colecciona? Nos dice el autor solo coleccionar imposibles.
Y finalmente “la felicidad es más importante
que la realidad”, todo es movimiento, “el muerto ocupa la muerte el vivo la
habitación provisoria, destruir la hipótesis de la fotografía: el cuerpo debe
ser más rápido que la imagen.”
libro de la danza- goncalo m. tavares. Editorial
zindo&gafuri – traducción Aníbal Cristobo. 2017.
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