martes, 20 de noviembre de 2018

La escritura, lo real es lo desconocido. Por Pablo Queralt.




La poesía provocadora patotera que busca una inclusión una fuerza de ruptura, una naranja mecánica a lo Stanley Kubric rompiendo el aire instalado, creando otros damascos, duraznos, estados nuevos de participación.
Lo real es lo desconocido no la realidad que conocemos, es esa que se ve con la mente aquietada, en esa quietud sin deseos, en ese silencio vemos tenemos ojos para ver y es la paz, no la paz del mundo. Hay que alejarse de las orillas del cuerpo y la mente para meterse en el medio del mar de uno.
Para vivir hay que ser valiente para escribir hay que ser cobarde pero para escribir hay que vivir. El poeta conoce el camino la distancia entre esas dos pulsiones, el verdadero poeta no se pierde en ese camino y eso no lo da el oficio, sino el ser que se suelta y se expresa.
Escribir con la pretensión de escribir para crear un lector sin saberlo y ese primer lector es tal vez el mismo que escribe, siempre hay algo nuevo algo de sorpresa en ese acto de la creación, cierto misterio que no vale la pena revelar, solo ejercerlo, vivirlo nos es dado.
El poema debe aumentar el misterio para entrar en él.
El poema tiene que hacernos despertar.




El poeta debe jugarse, no usar siempre la misma receta sino avanzar en su visión y así todo fracaso es conocer y todo éxito conocer. La celebración de lo inmediato como en Baldomero Fernández Moreno, el poeta del nervio óptico, la transmisión instantánea de lo captado en la mirada tal como decía Borges de F M o una voz que tira puentes por sobre las convenciones y las zonas de sombras como motor hacia otras realidades. Pero en el pre-poema todo esto debe ser abolido, no debe haber receta, pero para eso se debe haber conocido, aprendido todas las recetas o las máximas posibles desde el haikus al soneto pasando por el verso libre, los yámbicos y todas las métricas.     
Acá en el poema a la técnica hay que hacerla trizas, el poema tiene que sangrar tiene que hacerte parar los pelitos, hay que poner toda la carne al asador sino va al fracaso no tiene savoire faire, le falta garra.
El Ready made de la escritura de la mirada esta bien pero debe fluir, ir en los sentidos y en el sentido del poeta y mejor si es de la mirada imperfecta fragmentada en las refracciones de luz de lo visto a través de la pantalla de distorsión del propio imaginario inconciente del poeta. Allí en cada fuga o expansión del yo, delirio al que adhiero y en que viajan las mejores visualizaciones, ideas conceptuales más allá de lo que la mente ordenadora dicta. Esa fuga trae su belleza, su conocer distinto, su ángulo de margen de orilla, su visión periférica abarcadora. 
La poesía debe ser como la vida del hombre que en su camino va revelando pequeños misterios, pero que permanece en la incertidumbre final, la poesía hace soportable el misterio.

Del libro de ensayos inédito Dicho al oído.  




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