La escritura, lo real es lo desconocido. Por Pablo Queralt.
La poesía provocadora
patotera que busca una inclusión una fuerza de ruptura, una naranja mecánica a
lo Stanley Kubric rompiendo el aire instalado, creando otros damascos, duraznos,
estados nuevos de participación.
Lo real es lo
desconocido no la realidad que conocemos, es esa que se ve con la mente
aquietada, en esa quietud sin deseos, en ese silencio vemos tenemos ojos para
ver y es la paz, no la paz del mundo. Hay que alejarse de las orillas del cuerpo
y la mente para meterse en el medio del mar de uno.
Para vivir hay que
ser valiente para escribir hay que ser cobarde pero para escribir hay que
vivir. El poeta conoce el camino la distancia entre esas dos pulsiones, el
verdadero poeta no se pierde en ese camino y eso no lo da el oficio, sino el
ser que se suelta y se expresa.
Escribir con la
pretensión de escribir para crear un lector sin saberlo y ese primer lector es
tal vez el mismo que escribe, siempre hay algo nuevo algo de sorpresa en ese
acto de la creación, cierto misterio que no vale la pena revelar, solo
ejercerlo, vivirlo nos es dado.
El poema debe aumentar
el misterio para entrar en él.
El poema tiene que
hacernos despertar.
El poeta debe
jugarse, no usar siempre la misma receta sino avanzar en su visión y así todo
fracaso es conocer y todo éxito conocer. La celebración de lo inmediato como en
Baldomero Fernández Moreno, el poeta del nervio óptico, la transmisión
instantánea de lo captado en la mirada tal como decía Borges de F M o una voz
que tira puentes por sobre las convenciones y las zonas de sombras como motor
hacia otras realidades. Pero en el pre-poema todo esto debe ser abolido, no
debe haber receta, pero para eso se debe haber conocido, aprendido todas las
recetas o las máximas posibles desde el haikus al soneto pasando por el verso
libre, los yámbicos y todas las métricas.
Acá en el poema a la
técnica hay que hacerla trizas, el poema tiene que sangrar tiene que hacerte
parar los pelitos, hay que poner toda la carne al asador sino va al fracaso no
tiene savoire faire, le falta garra.
El Ready made de la
escritura de la mirada esta bien pero debe fluir, ir en los sentidos y en el
sentido del poeta y mejor si es de la mirada imperfecta fragmentada en las
refracciones de luz de lo visto a través de la pantalla de distorsión del
propio imaginario inconciente del poeta. Allí en cada fuga o expansión del yo,
delirio al que adhiero y en que viajan las mejores visualizaciones, ideas
conceptuales más allá de lo que la mente ordenadora dicta. Esa fuga trae su
belleza, su conocer distinto, su ángulo de margen de orilla, su visión
periférica abarcadora.
La poesía debe ser
como la vida del hombre que en su camino va revelando pequeños misterios, pero
que permanece en la incertidumbre final, la poesía hace soportable el misterio.
Del libro de ensayos inédito Dicho al oído.
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