La escritura, la
música, la esencia de la poesía. Por Pablo Queralt.
La composición
musical del poema como partitura nos da el ritmo, amplitud y frecuencia de
latido del poema que nos habla del pulso del escritor, su respiración es su
tono, que nos lleva en la lectura.
El ritmo del poema
marcado por las notas, las palabras que van haciendo secuencias de ritmo, la
música de las palabras, del poema que deja su jugo, su esencia elixir.
Distintos registros:
el lenguaje que usa el que escribe distingue una voz de otra, en la vida y en
la poesía y en el poema. Cuanto más se arriesga más se gana, más poético puede
ser o no, pero es la actitud que se espera del poeta.
Pensar en un idioma y
escribir en ese idioma, distinto a pensar en un idioma materno y escribir en la
lengua diferente, la del lugar donde se vive esto último puede dar efectos
especiales al poema, no esperados, hallazgos espontáneos del habla, bienvenidos
si enriquecen.
Escribir hasta
olvidar las palabras que lo escrito no sea leído, si mirado, escuchado como un
sonido su mejor música, acordémonos de Cage
y su conciencia de música total al mismo tiempo en ese espacio del mundo
y su espuma de palabras sueltas en el limo.
Amo la lengua
italiana es tan visceral, el espasmo de la pulsión contundente siempre tiene
una palabra automática, exacta, impostergable para cada acto. Las palabras que
se vienen unas sobre otras, rapiditas, sentando un curso, un canto silábico
entre las consonantes, haciendo su melodía a la par de lo que dice el texto,
una especie de forma y fondo, letra y música.
El mismo registro en los distintos temas, distintas estéticas que aborda
la voz con sus variantes de tonos, coloraturas, sombras, el uso de distintas
palabras, ritmos rupturas.
La respiración como
un problema de adentro, como fondo de música de las distintas angustias ante
una tragedia cotidiana, en el ritmo de la escritura que asuma las batallas de
los sentimientos, en ese campo se mueven los ojos, las expectativas de la
lectura, ese sonido de las palabras embebidas en pintura que tensan el color,
los pensamientos.
Del libro de ensayos Dicho al oído. Inédito.
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