La escritura, la
música, la esencia de la poesía II. Por Pablo Queralt.
La escritura
expansiva no busca ordenar las cosas sino fluir, ser en la reproducción de las
cosas que mi ojo ve o el ojo de otros que me interesan y me ayudan a ver en esa
tensión que llevan las palabras. Más que su significado, su relato creciendo y
desarrollándose en sus secretos proliferando en la distorsión, en la ensoñación
en esa escucha ni siquiera lectura sino en sus resonancias musicales,
pictóricas en ese vivir.
Agradezco que mi
primer poema no saliera de un tiro solo, sin dificultades pues de esa forma no
hubiera sabido por que salió, no hubiera aprendido a hacerlos ya que hubiera
sido de suerte. Hacer un poema abarca, incluye para mí ir contra esa adversidad
con la que hay que lidiar, sortear para la construcción que hace al oficio del
poeta, ese saber que solo se obtiene a través del oficio y la dificultad. Lo
que no implica que luego por la
experiencia los poemas salgan cada vez con menos dificultades y casi se horneen
en la cabeza y ya en el soporte, papel pantalla salgan casi impresos.
El lenguaje como una
forma de desarmar para ver desde otro punto, crear otro punto, es frotar
información sobre información como decía Cage citando a Mac Luhan, ya que casi
todo esta dicho. Sacar la individualidad de la masa con algo de intuición que
esta en toda inspiración, mejorar la calidad de atención.
O usar la palabra
para lo que no puedo evitar decir, según Cage como una declaración ir en el
sentido de la cosa en el espacio “un encuentro más no deseo”.
Que sea el objeto y
la ilusión una unidad indivisible donde fijar nuestro sensorio acomodándose a
la naturaleza propia de los sentidos reunidos en esa sola cosa que reúne sueño
y vigilia, la de los ojos cerrados.
Empezar como una
batalla perdida sin otra felicidad que la de empezar a lo Passolini como un
regalo, una fotografía, un dibujo pintado con los colores que nos gustan. Un arco
iris más allá que nos anima al camino a la canción. Un diario que construimos
que nos atrapa, otro lugar donde la vida es una especie de letrismo, donde cada
letra tiene su actividad, unas más activas que otras como las a y las z
marcando un ritmo, una musicalidad. Es interesante ver el texto, su posibilidad
musical y de resonancia desde este punto de vista las letras como notas, como
números, ese río y su sonido.
No me interesan las
palabras como barandas sostén o barco donde no hundirse y salvarse, si las
palabras que viven, sudan, se autodestruyen en el poema y dejan ese polvo, esa
estela, estrellas que nos dejan una esencia algo fuera que destruye el muro con
sus ladrillos, palabras que dejan ver caer un mundo para ver. La palabra
baranda cae, la palabra barco se hunde a la larga o a la corta pero lo que
transmite queda, en ese aire ese vacío flota la esencia de la poesía. La música
tan fundamental en las películas de acción es igual de fundamental en el poema
con sus contrastes, no esa armonía que nunca hay en la naturaleza si los
distintos ritmos, luces, adecuaciones que ponen la piel de gallina, la música
de las palabras dando el sentido y el matiz.
Del libro inédito de ensayos Dicho al oído de Pablo Queralt.
"La palabra baranda cae, la palabra barco se hunde a la larga o a la corta pero lo que transmite queda, en ese aire ese vacío flota la esencia de la poesía." Muy bueno, Pablo!
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