Este es mi ojo, esto es lo que veo. Pablo Queralt.
Escribir en paralelo
leyendo un libro viendo una película, escuchando una melodía una canción, a la
gente en el subte, en la calle, tomando fragmentos, frases, reescribiendo
reescrituras una forma de crear a partir
de elementos dados por otras creaciones ya sea de la vida o de la vida
artística para conformar otra idea, otra performance con algo de la idea
oriental de cultura nueva a partir de los fragmentos resultantes de la
tradición o cultura anterior como si fuera un jarrón tirado contra el piso
hasta hacerlo añicos y luego tomar esos pedazos del suelo y con cada pedazo-fragmento
reiniciar hacer una cultura nueva a partir de eso anterior.
La poesía dice este
es mi ojo así lo veo, esto es lo que veo, a veces a uno no le gusta lo que ve y
lo peor es el libro que nos hace ver a uno y nos cambia somos ya otro y uno no
quiere ser ese otro pero ya no hay remedio cambiamos y somos otro y tenemos que
andar así acostumbrarnos a ser ese otro. El libro, la poesía va más allá de
nuestros deseos y nos hace ver lo que hasta antes no veíamos.
El tul que va
tejiendo la escritura pone los ojos del color de cada realidad y entra en esa
neblina que siempre nos lleva a la puerta, al sitio de la primera vez, así
vemos todo con el alumbramiento de conocer las cosas siempre en la sorpresa de
lo desconocido. Entre espacios que deja esa levedad se filtran blancos de la
imaginación que quedaron y no se fueron de un antes ilusorio o real y en esos
blancos se instala el paraíso o infierno de la mente que le presta su oído y
rima; esa música en cada cambio de sentido, de frase, de verso en verso
haciendo carne en la orquestación de las palabras y los silencios. Lo que uno
sospecha y el libro me lo va diciendo.
El mundo creado por
la palabra, por las palabras, el libro que nos va escribiendo su mundo, nos
presta las palabras.
La antiestética de
Noe es la estética de la creación contra la estética establecida, aquella que
arriesga su ficha da el salto no se queda en lo ya hecho como los antipoemas de
Nicanor Parra o en Cesar Vallejo o en la másmedula de Oliverio Girondo forzando
el lenguaje, la palabra.
Los poemas toreados,
hay que torear al poema en cada verso para ver como se mueve esa estructura en
ese a matar o morir en esos límites, que las palabras entiendan lo que queremos
y no es importante si la tarde es del toro o del torero, es el aire el ida y
vuelta en esa mirada que va y viene la que importa, poniendo el color y la
atmósfera de la corrida y que es la que va a salvar al poema o hundirlo en el
fracaso del no logro.
El poema que le pone
color al blanco y negro, hay que saber la velocidad de cada palabra para llenar
ese espacio coloratura como notas fuera de la partitura, la voz que va
encontrando su vida.
El poema efectivo a
diferencia del poema efectista abre más el sentido, de modo que a muchas
preguntas hay pocas respuestas, son las muchas preguntas que va sembrando como
una forma de conocimiento, en cambio el efectista tiene muchas respuestas
inmediatas para todas las preguntas sobre las cosas efímeras, respuestas
efímeras para sus preguntas, pierden el misterio el conocimiento de lo oculto
en el mismo resplandor de sus palabras.
El poema es una
construcción, vamos buscando la voz entre las voces, esa que se adecua a
nosotros ahí nos encontramos, en una voz que aunque copiemos o tomemos de otro o
quede remante de lo escuchado, lo leído, lo visto resulta propia, es imposible
que no este presente lo nouménico, lo que da la impronta.
Del libro inédito de ensayos Dicho al oído.
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