20 líneas al día de
Harry Mathews- Por Pablo Queralt-
Para Harry Mathews escribir es borrón y cuenta nueva,
una página en blanco a llenar es cada día. Por
cierto el poeta neoyorquino nos
sorprende en su calendario de escritura como en una bitácora o cuaderno de
secretos. Y así lo demuestra en sus “Veinte líneas por día”, editorial Mansalva
2015 en traducción de Cecilia Pavón. Poeta y novelista del grupo de John Ashbery, Kennet
Koch, y miembro del grupo Ouvoir de Littérature Potentielle junto a Calvino, Queneau,
reúne en su libro “Veinte líneas por día” textos escritos desde el 17 de marzo
de 1983 hasta el 25 de junio de 1984.
Estos escritos son ideas que se le ocurren al poeta como
el ir a la ópera para soltar sus emociones, llorar, que de otra forma quedarían
contenidas, reprimidas. En cada página revela un misterio, nos da un
conocimiento que en realidad es sabiduría, esa que se necesita para vivir, en
el sentido de reconocer, agudizar el sensorio en las cosas que verdaderamente
hacen al ser, en ese sentido sin proponérselo quizás sea este un manual, una
suerte de Tao que ilumina.
Varios son los motivos que animan la escritura en
Mathews, y se lo interroga en cada página de estas veinte líneas, como estar
sentado en el tren agiliza su pluma, en ese movimiento sin moverse que da el
viaje en tren, como decía Francis Ponge, es el clima perfecto para ver
reconocer a alguien hace años no frecuentada, en esa melancolía patética de esa
alegría perdida hace años, en ese espasmo de abrazarse como queriendo aniquilar juntos todo el tiempo que habíamos estado sin
vernos.
Todavía me sigue impactando su potente claridad de
consciencia al releer su encuentro con su amigo Bobby, bebedor que dejando el alcohol, al ver que es
una sed que da más sed, concluye que eso hacía más interesante la posibilidad
de dominar el problema, lograrlo demostraría que incluso la ebriedad puede ser
un agente de consciencia que la frase in “vino veritas” no se refiere
exclusivamente a la exposición involuntaria de uno mismo sino, también a la
posibilidad de una lucidez consciente.
Sus textos son ese lenguaje universal donde se
conjugan poesía, ensayo, novela, prosa quién podría decir es este género, es
donde se encuentran todos, como lo hacía George Perec o Arnaldo Calveyra y
muchos otros tantos, como Severo Sarduy.
Es el momento donde el país de los libros se iguala al país de la vida,
allí radica el genio de su escritura, su verdad.
El libro ya no será
algo imaginado sino algo escrito algo que existe fuera de vos. Un niño en un
útero significa la vida misma.
Además de escribir sin quererlo su propia
autobiografía, aunque sea otra biografía o solo se revelen en esas historias
algunos recuerdos. Como un poder llegar a cosas que desconoce a través de su
verdadera historia en otra historia que es la que esta contando y no es la
propia. Mi vida recordada y mi vida
inventada.
Como quitarse envoltorios para llegar al estilo,
cuando en otra página, otro día se plantea escribir bien. Donde convoca a
Roland Barthes, para que la escritura sea natural y personal, y que ese
envolverse el cuerpo en los sentidos, para que no se vea, ese pudor dice, no le
quite el brillo y lo nouménico a la escritura, lo propio, el tono del que
habla, el detalle que enamora. Hacen a la cosmogénesis, la poyesis de su escritura.
A pesar de todo lo
que ya he aprendido, todavía me falta aprender lo esencial, y que vivir como lo
hago, entre revelaciones, es vivir en base a la experiencia muerta, vivir de
conceptos. Yo diría vivir la experiencia muerta, anulando la
fuerza inspiradora “el poder del universo
esta en mí”. Esa forma de decodificar
“el mensaje definitivo”.
Arrastra en sus escritos universos propios para
hacerlos terreno existencial, ese de todos, cada línea abierta libera ideas
expansivas, ese material sensible que se potencia, este libro en ese sentido
compone una unidad de constelación. Es un metabolismo vital que nos atraviesa
transversalmente, formando un nuevo sentido en las cosas. Y se da a un juego de
preguntas, interrogantes, planteamientos ¿que
tema no penetra nunca estas páginas? Y si esa exclusión no pondrá en peligro
todo el proyecto? Son develamientos
de la verdad, son campos de transito de lo posible, de extraer, que componen
esta máquina estética. No poder escapar a esa mirada en sentido universal,
cuando se atraviesan los portales, esa mirada hospitalaria y la otra
desconfiada que hacen acortar las distancias del adentro- afuera, la
interioridad a que todo poeta se refiere, la forma de vivir las cosas. Y
siempre el sondeo de situación del yo, cuestionamiento crítico,
autoconocimiento como el testigo en esa
experiencia de deseo y satisfacción “¿qué te pasó a vos? ¿dónde estaba el yo?”
“vi esos nuevos colores y traté de identificar
los sentidos que me importaban”
“el logro tenía que
ver con un rito supersticioso de cumplir con las obligaciones y no con recrear
tu plenitud”
“crezco en etapas, la
misma una y otra vez””.
20 líneas por día editado por Editorial Mansalva 2016.
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