La poesía de Ana Martins Marques. Tacha esta palabra. Por Pablo Queralt.
La voz de la contemporaneidad hecha de emociones, contemplaciones, reflexiones versificada en un agua transparente, translucida, cristalina de palabras y sentidos claros, con aflujos y golpes de detalles alucinantes cargados de máximo sentido, son el vivificante contenido de este poemario. El relato familiar, el espacio de lo vivido, ritornelos que son rematados con nuevas líneas de mirada que ensanchan los puntos de vista. En una continúa máquina de pensamiento y de sensación, desterritorializando la subjetividad desencadenando reflejos de comprensión. Hay una interactividad constante entre palabras, entre palabra vacía que nos aplasta y palabra esencial que resingulariza. Dando una nueva cara a las cosas, una nueva forma de sentirlas. Una nueva partitura que inaugure una nueva religión, nuevas biblias, acelera el devenir transformador de las verdades esenciales de vida, una noción de camino, como que “las camisas en los armarios se visten por si mismas”. Como saber que la muerte anda cerca por eso la vida planea su venganza, en un libro nunca escrito como una ofensa a la muerte un desafío “Quien sabe todo lo que se muere con quien se muere? Quien sabe que le trajo esta muerte a la vida? Las casas de colores están alegres sin motivo.” Cada verso es un oxímoron en sí mismo. Un libro un verdadero desafío estético y de sentidos. Estamos todos reunidos en la playa de la infancia y así recorremos el libro poema a poema, con una bendición en cada página, un contenido de sentido que nos lleva adelante en el deseo de comprender más. El sinsentido y el contrasentido van y vienen como un mar en el soporte y en la mente imaginativa que nos transporta, transmuta, transforma. Algo cambia después de interactuar con este poemario, invita a la experiencia. Días que son fotografías uno parecido a otro donde fluyen los apuros, los tedios, los amores nuevos que son como la memoria de amores antiguos, el mundo como una lista de cosas o un diccionario fuera del orden alfabético y en el orden de las vicisitudes, todo para finalmente ser abandonado con apuro, así somos. La casa de la infancia divide nuestra vida en dos, donde el tiempo se coló sin que nadie lo invitará. Aparece cuando se enredan los pensamientos con las palabras, porque también anochece en la memoria y Ana Martins bien lo sabe porque transitó por ese ser desajustado para el mundo y por la vida. Entre los gatos por la casa y lo que canta en la parte inmóvil del cuerpo donde guarda los recuerdos de la infancia, cada poema es un ir y venir en ritornelos del allí de la infancia y el aquí ahora que se comparte, un recorrido de los pensamientos por lo que pasa, acontece, porque si los dejas secarse al sol pueden adquirir la velocidad del viento. Imágenes bellas de vuelta cargadas de sensación y vida, hacen un cuadro pictórico con palabras que pasan de aquí para allá casi desapercibidas como puntos no visibles que dan la forma de la imagen. Como llamar a lo sin nombre por su nombre, o entrar al mundo mudo con palabras. Este fascinante juego de opuestos creando una atmósfera un ritmo de absorción para ver las palabras que no se entienden solo en el sentido de la luz pasando entre las plantas, allí siempre es infancia, las nupcias de todo. Observar en el silbido de una canción el enigma del mundo mudo, allí en las mínimas cosas el detalle, el significado en el silencio y las palabras. La palabra es el medio, el camello para hablar con las cosas y con las palabras mismas. Como en un cuadro de Hooper que se imponen las grandes imágenes con los pequeños detalles alucinantes. Una estética minimalista entre la poiesis del silencio y la palabra, hurgar en esa cicatriz donde nace el texto. Hacer una lengua de palabras para contar, escribir es lo recurrente en el poemario, tema central donde alrededor giran los acontecimientos y reflexiones, la palabra y su uso como significante y como comunicación con sus sonidos, intercambios, enclaves, sus distintos sentidos. La poesía como laboratorio fuente de todos los géneros, una exploración de hasta donde, una urdimbre de palabras y contrasentidos. Avanzamos y es soñar el sueño del libro para descubrir y despertar en otro sueño. Encontramos el sonido del poemario como el del mar que avanza y retrocede, este mar de palabras imbricando ritmos, espacios, silencios, su marca de música, los pasos, la respiración de las palabras construyendo el poema todo se hace presente detallando, visibilizando el artificio como modalidad estética. Un libro imprescindible en lo bello de la inteligente simplicidad cantando la polifonía del mundo.
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