martes, 15 de enero de 2019


Intensidad y velocidad. Por Pablo Queralt.





Hay palabras de velocidad inicial y después se van quedando, hay otras de velocidad terminal, que incrementan la velocidad a medida que avanzan de forma que varias de las primeras pueden valer por una sola de esta última en el poema. O tal vez según se asocien ganen unas a otras en velocidad para que el poema tenga una circulación de sensible, de entendimiento casi simultaneo al de la luz de la lectura, sin entorpecimientos, que sea una lectura lineal a pesar de no ser discursiva-temática sino con varias líneas en simultaneo de ideas y emociones a la vez, pero que las palabras adecuadas y sobre todo en términos de avance de flujo continuo rítmico y simultaneo le den el toque de verdad al texto.
Los encabalgamientos o los expansores a la forma de Juan ele Ortiz le dan un aire, un respiro, ponen un espacio, un suspenso, una espera que disminuye la velocidad del poema, es un rebaje de velocidad. El ritmo del poema es un tiempo distinto al de la vida, aquí preparamos musculamos, estiramos, elongamos las palabras para que canten todas sus sílabas y consonantes a un contrapunto adecuado al que esperamos de esa realidad, buscamos el paso, caminamos como cantamos, aceleramos o tenemos escenas de frenado para encontrar el erotismo, el justo tono, la voz que queremos. El lenguaje  marca el primer punto del poema, ese estado de acechanza animal latente por debajo de la letra siempre preparado a dar su zarpazo para entrar en acción fijando un sentido, textualizando una idea, un acto de un principio a fin hace su movida. 
La economía de esencias en el poema que se desliza de imagen pequeña a imagen pequeña, como márgenes que se conectan en ese mundo,  las cosas son las que hablan, esa economía de palabras que sucitan en el espíritu de la cosa, el sentido que recorre cada ser que lo habita como algo alcanzado visible, presente, rítmico.
Poemas de una simpleza complejidad, captados en el aire del lugar que cambia según el viaje del poeta, el cuarto, la pileta, la plaza, la playa, la salida de la cancha, del cine, las voces de la calle, el estronar del subte entre estación y estación, el ritmo de una lectura que va in crescendo como una orquesta mozartiana transportando sus interrogantes como un himno, como una canción a la que el poeta no renuncia y adhiere y planta como bandera junto a la higuera en su patio, para decir otro amén.







El poema que no se parte es mérito de las palabras empleadas pero también de las imágenes de la secuencia, el enlace de imágenes que van dando solidez, una argamasa, un ritmo y entonación al poema. Pero también podemos redoblar la apuesta y buscar un poema que se fracture, que se parta por una aparente debilidad y que con cada uno de los versos pedazos podamos seguir, continuar la línea del poema, es otra alternativa la ruptura, la poesía de rupturas, de distintas líneas de ideas, imágenes superposiciones, pero también podemos apostar a la consolidación de la fractura del poema. Solo que la consolidación debe ser rápida por que a nadie le gusta el tiempo de la enfermedad y a partir de allí buscar el camino, seguir el verso del poema como puentes de unión entre los versos, que deben ser sólidos y a su vez flexibles para que lleven el movimiento del camino del poema y que este transite para ser leído, comprendido, apreciado. Debe tener cierta resilencia la de volver a un estado anterior perdido necesario para este tipo de escritura de riesgo, de rupturas.
El cinturón que ajusta el poema, ciñe, adecua las palabras en los versos le da cintura al movimiento de las imágenes, a los focos y en esa secuencia arma su música visual, le da el talle a través de los encabalgamientos, los expansores que alargan, frenan palabras como aún, todavía o mejor la repetición lenta si, si, pero… o aún allí, como que hacen recodos en el camino del poema, bajan la carga, la sobrecarga de exceso de enunciaciones, enumeraciones, de la sobre-adjetivación, las suavizan, agilizan el tránsito del sentido del poema.
Podemos hablar de talles de poemas como una expresión de la forma que incluye al fondo, cuanto más cintura tenga un poema debido al uso de palabras firmes pero flexibles, el poema será más enérgico o potente en el sentido que resiste y es maleable también, no es rígido, entra en el sensorio, fluye, es de curso sináptico transmite sus versos y palabras, funcionan como axones y dendritas que hacen una red de información que da el color, el tono, la intensidad que variará según las palabras más veloces, más livianas o menos que den curso al volumen, el alto del vuelo.

 Del Libro inédito de ensayos Dicho al oido. 




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