EN EL ATELIER DE UN PINTOR- Yves Bonnefoy- Traducción Pablo Queralt.
En el atelier de un pintor at the very witching time of night. Avanzando en la noche
que puedo hacer mejor que arriesgarme aun más, caminar después de deslizarme
caminando sobre los reflejos de la luna sobre una piedra pulida hasta este
amigo pintor que trabajó todo el día?
Tanteando encontré la segunda puerta, la empujé
de par en par, entré. La oscuridad es casi total, yo no distingo que una pared
muy áspera al alcance de mi mano a mi derecha parece elevarse infinitamente a
lo alto hacia un posible cielo uno de aquellos mundos de aquí ya que es tan sin
estrellas. Toco esta pared, me recuesto contra él, él me ayuda a seguir
adelante: con precaución, como debería, entonces sé que el taller esta muy
lleno de estorbos, caballetes, cuadros, potes de pintura dejadas abiertas en el
piso. Y también aquí y allá los montones informes de lino húmedo.
Pero que eso que me lastima? Está vivo, siento
bajo mi mano un lomo de lana suficientemente alta. Y tuve que asustarla a esta
oveja porque esta dando un salto a un lado con un balido que en esta oscuridad
arroja alarma: por todos lados hasta muy lejos un pisoteo que supongo empujando,
bramando esta vez, rebuznando, un grito que a veces es escalofriante, agudo,
del simple y triste rumor de todas esas vidas invisibles. Mi amigo el pintor serías
un retratista? Si puedo encontrar un interruptor alumbrar, ir y ver estas
cabezas paradas delante de mí, no, estos hocicos, grandes orejas erguidas, ojos
innumerables fijos sobre mi con este miedo incesante y este asombro de no
entender
que son la parte de la vida?
Sí, pero donde está ella, esta luz? me siento
sobre la arena o me hundo en el agua tibia de las olas de la rompiente cerca de
mí : los escucho, respiro el olor …escucho la mano, en la pared. Es una mesa,
esta, con lápices, hojas? No, no.
Pintor, tenías ayer gestos tan precavidos para
no dejar que el mundo envejezca! Mirando directamente al color, cortando el
azul, el verde, una gran tijera lleva en la vida, la muerte, el deseo, la
infancia. Haciendo que se eleven toda clase de días entre las hojas, y que cada
vez eso fuera inesperado, tranquilizador, hermoso. Ah pintor, amigo mío, tu
bien existes! La prueba, este abrigo quizá negro, manto de tinta, silencioso,
infinitamente duro, cemento tal vez, que toco sin ver nada en este perchero
cerca del cual me quedé, en la puerta
todavía.
Y aquí lo que ha pasado a mi lado, son dos
hombres. Uno
le dice al otro: “the air bites shrewdly, it is very cold”. En cuanto se abre la
puerta de par en par, los dos salen riendo, y eso es por un instante un rayo de
luna, estrecho pero lo suficiente brillante como para ver, allá abajo, en el centro del estudio de
tu búsqueda sin fin. Donde estamos? En las murallas. Estas cerca de uno de los
grandes creneles, también sentado contra la piedra, tus ojos vuelven a ese cielo
decididamente sin estrellas. Y tienes delante de ti, tienes en tus manos hojas
cuya sangre fluye, es una cara aun, la de un Dios, un gran sufrimiento que
respetas. Pero que estas hacías tu?
No hubiera sabido, desde este umbral donde
estaba, pero resulta que estoy también muy cerca de ti, mi amigo, y veo que
eres inmenso, una especie de jardinero, y que te comprometes a correr un agua -es
verde azul y amarillo ocre y negro también, y rojo, un rojo del cielo del atardecer-
en los pliegues movedizos de un campo del comienzo del mundo. Un agua que ha
llegado desde infinitamente lejos para rejuvenecer este suelo que ha sido
arado. Ya crecen las plantas que ni tú ni yo hubiéramos sabido ayer. Y la oveja
que me había golpeado, aquí está. Su cabeza busca mi mano y ella tiembla, por
supuesto esta preguntando, como cualquier petición en esta tierra.
Detrás de este atelier hay un gran jardín, o
parque, con árboles de otro sector y viejos caminos que no terminan en ninguna
parte. En un punto llegué a una especie de kiosco. Entras,
tres pasos, es pequeño, solo una habitación con una mesa donde una vez se
abandonó un rollo de cuerda. El rollo
esta deshecho, un extremo de la cuerda cuelga del suelo, casi lo toca.
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