viernes, 20 de diciembre de 2019

Alfredo Fressia. Testimonio del cuerpo en el tiempo. La voz exquisita. Por Pablo Queralt.



Que es lo que nace del eclipse, hecho de tiempo, tal vez huevo, ostra? Tal vez como un profeta o visionario al que el astro no lo hiere, Alfredo Fressia nos da su respuesta. En una atmósfera de matinée que solo los poetas recuerdan con aquello que pronunció el alma. Aquello  que el pensamiento le dice, Fressia lo hace poema con finas palabras y fluidas, es que su boca echa versos, silencios, espacios, burbujas siguiendo las sombras del misterio, aquello fundamental en el ser, en la vida todo lo que entre cielo y tierra nos hace y define al poeta  en su forma de abordarlo.
Titiritero aleo, de feria en feria con lo poco que haya, canta su poema de agua viva. Su escarnio, su deshora, lo que brota por sus ojos es materia, máquina que fogonea ese aire que acariciamos, lo que se busca sin encontrarse, la resaca amarga del último poema, el mismo que tarde o temprano muere y nace para emerger en el trepidar del polvo del camino. El mismo que trae el anuncio del sol para sacarnos de ser otra vez fantasmas sin bordes bajo la penumbra de años perdidos. Así nos vemos de reojo en el espejo o por el ojo de la cerradura, allí donde estuvimos alguna vez o Alfredo nos invita a estar. Para salir por la calle cantando su canción, así sin quererlo como esas cosas que nunca hacemos dejamos de estar pasados para ser fruto y flor, poema. Allí Plinio, Nicias, Ovidio, Herodoto, Virgilio contra todos los que nos arruinaron la patria y la hicieron una película vieja donde todas las cosas parecieron bañarse en un vapor oscuro. Es el poeta en su Edén, que son sus palabras, sus versos, sus silencios cubriendo la hoja en blanco y allí su medida como los grandes poetas hacen: meterse con los grandes temas universales, aquellos de los cuales el ser humano no puede escapar cuando se enfrenta en su propio espejo y se hace esas preguntas fundamentales y de las cuales los poetas de su talla salen victoriosos. 
Esta allí lo que zumba en la orbita nocturna, lo que retumba antes de la huída, el secreto revelado, siempre  primero a sí mismo tal como decía William Carlos Williams. Hace territorio existencial de las pequeñas grandes cosas, las que existen para resistir como los preciosos tamariscos de las playas de Montevideo, que el viento curva pero no los arranca, como las páginas de sus poemas que hacen de un espacio estético: efusión cósmica.
Así Fressia va encabalgando versos en su gusto por las formas métricas( La mar en medio- ed Civiles Iletrados) construyendo entidades indisolubles cuerpo-mente-alma haciendo sentido, compás interior de aquello que danza fuera del espacio- tiempo. En sus enunciaciones, sus iniciaciones elabora bellas y eficientes formas plásticas : Fue en Praga allá por el otoño…..digo “je l’aime encore”, en voz alta y me río solo mientras dos muchachos se vuelven para mirar a un viejo que ríe sin motivos, allí se cristalizan subjetividades que se conjugan, complementan en alianzas de juego, miradas. Quien habla solo espera hablar con Dios un día, dice Antonio Machado, en su soliloquio, Alfredo Fressia nos cuenta que llegó a un país congelado que nunca estuvo en el Edén, entre golpes y mentiras se dice a sí mismo “abandona esa poesía y cuídate esa tos de perro y de ti mismo y de las cóleras en frío”. Sus presentimientos hechos ecos del camino que bordea siempre un abismo, el que nos sigue como un perro, como nuestra propia sombra, empilchados en la penumbra de un mar infinito donde navega el viscoso animal en  mi poema. Todo se escurre por el adoquinado, a la manera de Cage sabe que el silencio es música, esa que habita ente palabra y palabra de sus poemas, ese fulgor aureo de ese niño en la elipsis que duerme en la almohada que es ese sueño que nos saca de esta realidad, que es solo pasar de un sueño a otro, o simplemente un remate a la manera de Calderón “La vida es sueño y los sueños, sueños son”.   







Sus preguntas con sus finos estiletes al corazón ¿amaste a tu mujer? ¿para que te crearon? ¿no sabía tu padre que no resistirías? ¿comiste con codicia los frutos del pecado? Como una nostalgia, sin esperar respuestas, siempre risueño canta su romanza, sus sueños, Alfredo el exquisito entre verdades y chismes, el primer humillado y siempre, siempre, siempre el último a nacer.  Se está solo, se está en pecado, materia de versos. Esta vida frágil de un tiempo de rosas perfumadita de veraz: Donde puedo ver la muerte peinando sus muñecas. Corazón si sabes que no sos un reloj, oigo del efluvio que dejan sus palabras. En ellas siempre palpita un aria de ópera, o también un tango de Discépolo oigo en sus versos, o más que un lamento, un rumiar, un despertar en las entrañas de la vida donde nos desvalijan, donde oiremos, pero siempre ignoraremos las respuestas y diremos ahí va el que Nació bajo un eclipse…y al fin reunió en la aurora a sus espectros.
Uno de los grandes poetas actuales Alfredo Fressia, salud.

Algunos de sus libros:
La mar en Medio-Editorial Civiles Iletrados.
Poeta en el Edén- Editorial Civiles Iletrados y Lisboa.

Eclipse- Editorial Melón 2013.

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