Gerardo Deniz. Un grande de la poesía, el alquimista. Por Pablo
Queralt.
Quiero decir de Gerardo Deniz : un grande de la poesía. Fue clown
Augusto o Bianco?, da igual, si esa alternancia nos hizo felices como una
película de Fellini, abrazo sus paginas, sus poemas, como enseñanzas de
sofisticación, su empeño o no como una grisalla de sensaciones, me veo
arrastrado hacia allí. Es una fuerza actualizada su obra, una formación
permanente. Que quiere decir en formación permanente? Precisamente que el poema
cada vez que es leído interactúa de una forma viva, diferente para cada
actualidad presente, es material sensible dinámico, no una imagen, una foto
quieta en el álbum, que más bien es un territorio familiar, el de la condición
humana, eso somos en esas paginas de Deniz. Su donaire, su eros en pos de lo
verdadero, en definitivo bello necesario, “pues claro que vergüenza se deriva
de verga” juega con la semiótica de las palabras y a su vez con su significante
ya que la vergüenza es la desnudez, ya en la mitología, cuando Adán y Eva se
cubren su desnudez al comer del árbol de la sabiduría, pero no la desnudez
corporal que es algo simbólico cultural sino la desnudez de aquello que aparece
visible nuestro que conocemos y no nos gusta o no aceptamos. “Tan erótica locuela
brinca de falacia en falacia” en su poema Envidia del pene, especie de poemas
breves como haikus sin metro, irregulares de su libro Letritus, y su ironía
burlona, sarcástica como en su poema Sigmund “como es una ladilla se cree
autoridad en todo triángulo”. El juego con las palabras el uso de nombres
farmacológicos o de la medicina o de la química, también palabras poco comunes
finas y elegantes o creadas como inanidad, ripuario, peneja, fenilpiruvica,
jenízaros, lobezna, plombagina,
elucidado, anagramarla, santonina, rosicleres, sabihondez, atrida, bacterias
ferroautótrofas, propada, pepenando, y la voz de la calle como peliagudos,
sanguijuelas, berrinche, pirujeces, besucón, todo es como un grifo que gotea en
su poesía desde lo lumbroso hacia las sombras donde podemos estar aluna vez o
estuvimos, recorre todos los rincones su voz su poema como un tango. En su
libro Ton y son (1996) nos dice, pregunta “Moriré en escena sobre el
adoquinado…?” “soy de esas moscas que asemejan abejas y haraganeamos en las
colmenas…”, “Soy la cigarra de la fábula” “soy uno –un libro- donde deberíamos
ser varios, más bien muchos afines.” Su escritura a veces poemas en prosa
largos otras veces breves poemas cortos rimados otros de 2 o 3 versos, así su
oralidad maquínica, no me los imagino más que leídos en voz alta. Alimentando
su poesía de lo que esta en el cruce en el caos que va silencioso y hay que
darse vuelta para percibirlo, entre un sí y otro sí algo que se vacía en sus
versos y otro llena así construye universos una polifonía destruyendo
composiciones y recreando otras, una deconstrucción de cada real, vamos sobre
un cosmos del adentro-afuera, reconocible en cada uno de sus poemas con su
fuerza abarcadora.
Será que Deniz habla, piensa así como escribe o crea o compone un
sistema, un artefacto, el artefacto Deniz perfectamente reconocible y propio,
tal vez si tal vez no, pero lo cierto es su existencia para transmitir más allá
de palabras, versos, ecuaciones algo que nos trasciende y nos pone en
revelación. Sus autoafirmaciones y contrapuestos, silogismos al servicio del
poema “me gusta tanto que sabiéndolo, empieces como si nadie estuviese al
tanto”, “el amor es de esas mesas eternamente cojas que ni siquiera el mesero
logra aquietar”, “quisiera devolverte cuanto das sin fingir cuanto tú tienes
que hacer”. O en otro poema una vez más siempre presente el eros “una
jovenzuela que apenas conocí, nombre ominoso, esta entregada cuentan a estudiar
pornografía. Capaz y vacunada, ¿no es acaso excesiva?”.
Podríamos trazar paralelismos o nexos con flujos intensidades de
imaginación tensiones estéticas con Pelongher, Severo Sarduy, Rosenthal Tauber,
Osvaldo Lamborghini, tal vez allí hayan puntos de unión. “Mi infancia como la
de todos no fue feliz pero si interesante”, autobiografía, recuerdos tomados de
un afuera adentro, ritornelos, espacios vividos, en el eterno retorno. Hace
carne lo sublime, la esencia hace su territorialidad en un trabajar para vivir
en los distintos ritmos y espacios que se salen de lo limitado para ser campos
incorporales ilimitados, “la materia envejece en su entraña, pronto lo
descubrirán, ya no es como al principio ni como después”, “hay algunos que han
estirado la pata…..todo ello es lento, muy mucho, para extraer moralejas sobra
tiempo pero ¿Qué nos impide empezar a sermonear?”.
“Tras varios concilios, la paz kantiana fue lograda. Se vio a más de un
antropoide ser seducida por platirrina arte…. Zumbaba una especie de salmodia
habitual” de Cronicón, así pinta sus escenarios en ese gajo de alegría, tristeza, alboroto. También en sus
poemas esta allí el reconocer el secreto, lo intimo tal vez en un tono
semibizarro del brujo en esa alquimia de palabras “ te he visto despertar de
malos sueños con una sacudida”. Poemas novelados con detalles alucinantes o
Dantescos, que enhebran con un dulce acido el hilo
de las historias y operetas que guarda la memoria. Abre el cofre de la
vida y sigue sus pisadas, sus pistas encarnando lo central y lo periférico
rimando compases más allá del tiempo y el espacio con erudición del sabio y la
picardía romántica del que tiene las cartas y sabe con destreza repartirlas.
Poemas.
#
A veces, alejándome en mi celerífero
que trocaré pronto por una draisina,
se me ocurre (entonces me vuelvo y te tiro un beso)
que si tus esteroides te hacen tan bella,
los míos más bella todavía,
y hasta crean el concepto de belleza,
bien pudieran
con un estorbosísimo sulfhidrilo en 8 beta, quizá
lograr que al dejar de mirarte no me afectara tu
pendejez
(ya que suprimirla
sería superior a toda química)
#
Ponderan mi memoria de cosas variadas
(—Tiene usted una memoria felicísima,
me dijo a mis diecisiete un viejo químico),
pero el secreto que sólo yo conozco
es que más y mejor recuerdo todo
lo que atañe a cierto olfato y cierto tacto
(no hablo de zonas erógenas pues son el cuerpo entero),
y que estos rastros mnémicos
me asaltan a mano armada en mil circunstancias.
De pronto mi órgano de Jakobson, mis manos y lo demás
despiertan, desvergonzados y simultáneos,
ante la estantigua de las ausencias,
quienes, por si fuera poco, cargan a la espalda
sentimientos, palabras, preguntas sin respuesta o respondidas,
más toda la tramoya necesaria
para seguir existiendo sin perder lo existido
que siempre concluyó de igual manera,
pero dejando todos los detalles tragicómicos.
Huellas dactilares, indicios de ADN,
parafernalia caduca, pero ello,
lo puedo asegurar, no tiene gracia ninguna.
#
Me preocupa (entre otras quisicosas) pensar,
ahora que me quede ciego,
qué voy a hacer con la mesa de billar que traigo dentro de la cabeza
cuando rueden por ella
(y a oscuras)
cisticercos, pezones lisos como caramelos chupados,
canicas, avellanas, vólvoces (gónadas), burbujas de chicle, o es
y hasta una que otra piedra de la locura.
(No) vamos a ver qué pasa.
(—Tiene usted una memoria felicísima,
me dijo a mis diecisiete un viejo químico),
pero el secreto que sólo yo conozco
es que más y mejor recuerdo todo
lo que atañe a cierto olfato y cierto tacto
(no hablo de zonas erógenas pues son el cuerpo entero),
y que estos rastros mnémicos
me asaltan a mano armada en mil circunstancias.
De pronto mi órgano de Jakobson, mis manos y lo demás
despiertan, desvergonzados y simultáneos,
ante la estantigua de las ausencias,
quienes, por si fuera poco, cargan a la espalda
sentimientos, palabras, preguntas sin respuesta o respondidas,
más toda la tramoya necesaria
para seguir existiendo sin perder lo existido
que siempre concluyó de igual manera,
pero dejando todos los detalles tragicómicos.
Huellas dactilares, indicios de ADN,
parafernalia caduca, pero ello,
lo puedo asegurar, no tiene gracia ninguna.
#
Me preocupa (entre otras quisicosas) pensar,
ahora que me quede ciego,
qué voy a hacer con la mesa de billar que traigo dentro de la cabeza
cuando rueden por ella
(y a oscuras)
cisticercos, pezones lisos como caramelos chupados,
canicas, avellanas, vólvoces (gónadas), burbujas de chicle, o es
y hasta una que otra piedra de la locura.
(No) vamos a ver qué pasa.
Gerardo Deniz nació en Madrid y vivió y murió en Méjico.
Publicó el poemario Adrede (Joaquín Mortiz, 1970), Gatuperio (Fondo de
Cultura Económica, 1978), Picos pardos (1987), Mansalva (1987), Grosso modo (1988), Mundos nuevos (1991), Amor y oxidente (1991), Alebrijes (1992), Fosa escéptica (Madrid, Ave del Paraíso, 2002) y Erdera (Poesía completa) México, Fondo de
Cultura Económica, 2005. También el FCE publicó en 2016 Sobre las íes (Antología personal), así como De marras (prosa reunida), en 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario