EL AMANECER DE LOS TIEMPOS 2. Yves Bonnefoy, traducción Pablo Queralt.
Y es también que yo no puedo olvidar que ese
desván, esa maciza estructura baja, calurosa, con fragancia, suelo de tablas
mal unidas, tenía verano durante largos años, el lugar del fin de la vida de
arcones que quedaban abiertos por que desbordan de viejos libros y de revistas.
Muchos de ellos estaban en habitual desorden, pero yo encontré entre ellos
aquellos titulados Lo sé todo,
enciclopedia mundial ilustrada, con una página de cobertura de pequeño hombre
vestido de negro, cuya cabeza era el globo terráqueo.
De un dedo, que aterrorizaba! El se toca la
frente, los ojos perdidos en su sueño. De rodillas, delante de un baúl, yo paso
las horas leyendo, Lo sé todo,
contemplando de lejos litografías de carbonilla de ríos de la Polinesia, con
bellos seres, semidesnudos sobre las arenas, o me aterrorizaban habitaciones
mal iluminadas por esparcidas lámparas de aceite dentro de la ronda de claridad
en las que se exhibían abominables cabezas de las que jamás habría sabido.
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