HORAS EN ESTE PERIÓDICO QUE YO NO TENGO. Y. BONNEFOY. Traducción Pablo Queralt.
Yo comprendo, y que eso es simple,
transparente! Donde estaba mi cabeza?
Estaba tan profundamente dormido hace solo unos momentos? Pero sí, esos
árboles, allá abajo, los castaños todavía, a veces robles, alerces y también
nubes que han dejado de ser rojas-
apenas un rosado sobre estas dos sombras de bufandas blancas, retenido todo
contra esta colina donde hay, se dice, círculos de piedras, quizás tumbas- y
también la hierba que mi pie arruga y la alondra de debajo del seto que al
ruido de mis pasos levanto vuelo, pero si, esas vidas, todas esas vidas que se
evaporan del fango claro que parecen ser, son, van a ser un momento todavía, no
más que una simple materia sino signos, en un texto que en una hora, al alba,
propone al espíritu, desgraciadamente en vano cada día. Signos no muy simples,
seguramente. Las diferentes letras de esta lengua que, lo leeríamos, nos
permitiría ser, parecen innumerables en su apariencia, pero aquí están ante mis
ojos en toda su plenitud y delicia de la escritura invisible, y entre las
palabras que esas letras forman esa alegría, que razón tan bella y apaciblemente
respirable! No queda más nada de estas
formulaciones, ecuaciones, sueños de la última hora! Yo comprendo, descifro. Y
entonces tengo la tarea de hacer esta palabra para aquellos que duermen
todavía. Rápidamente, encuentro en mi bolsillo la libreta que llevo conmigo
cuando empiezo
el camino.
Aquí esta. Pero donde esta el lápiz que siempre
llevo? Pienso en otro bolsillo, en otro todavía, yo busco, y es como si dentro
de mi cama me volviera hacia la pared pero la luz del cielo raso está también de
este mismo lado en reflejo en el crepi blanco, y escucho de nuevo el canto del
gallo, los ladridos, el paso de un automóvil. Me pongo de pie, escucho. Que hay
en mi espíritu? El hermoso poema de Matthew Arnold, Dover Beach, y
especialmente su última estrofa. Estos versos de la noche serena, de la mar en
calma, pero donde el ruido de los guijarros también resuena cuando la marea se
mueve en la playa.
Ah, love, let us be true
To one another! For the world, which seems
To lie before us like a land of dreams,
So various, so beautiful, so new
Hath really neither joy, nor love, nor light,
Nor certitude, nor peace, nor help for pain;
And we are here as on a darkling plain,
Swept with confused alarms of struggle and
flight,
Where ignorant armies clash by night.
Quién soy? Veo cerca de mi amigo, mi compañera, dormida otra vez,
ligeramente destapada. Y pienso en lo que me dijiste ayer y ahora escucho aún
mejor, otra pagina de este periódico que yo no tengo. Estabas en la ventana de
nuestra habitación. Ven, me dices. Pero ahora: ah, es muy tarde! Muy tarde? Ya
no hay más luz dentro de este anochecer final del verano, y que ha aparecido
en un instante, sobre tres o cuatro
árboles grandes cerca de aquí : un aumento extraordinario en su brillo, de este
don que ella es para la tierra? Ah, love, vivamos esta tardanza, todavía tan
luminosa. Es lo mismo que contemplar la darking plain, no es así?