viernes, 27 de marzo de 2020

Dancing Queen. Amanda Berenguer. Por Pablo Queralt.


Mira a esa chica es Amanda la que lleva el anillo, esa corona del otro reino, para no olvidarse, como un aviso sagrado cuando va soñada o muerta. Sin saber va, curadadel espanto pervive, sobrevive, canta, baila Amanda! La Sibila que hila en el viento, pide amor, el agua imprescindible del que bebe: gramática, lluvia, memoria hasta la evaporación como un oxigeno tan necesario de una Amanda que avanza, sin destino en medio de la púrpura y de un continuo maravillándose del mundo. Es el documento de una dicha. Es la cuidadora del fuego prometeico, tan flauta centenaria, la que no habita aria de ninguna especie, la que habita el éxtasis de la detención del tiempo, solo allí es la experiencia: la sorpresa del presente, aquí y ahora por siempre. La que permanece en la palabra para no ser la mentira del espejo. Y escribe lo primero que se le ocurra, en la luz de las secuencias arma su película, con su jardín, sus flores, sus picaflores, las estrellas fugaces, sus manías caseras, la mala suerte del gato negro, un pedile a San Antonio, y la lóbrega rosa que se enciende, se apaga, la loba, es su imaginario por la ventana que le toca, como palabras que la persiguen,  la maravilla de la luna nueva cuando se la mira por primera vez, y en ella siempre es la primera vez. Especie de Biografía que se escribe cada mañana, retomando frases, trozos de versos, unidos por la sintaxis simple pero luminosa entre lo que quiere ser y lo que no puede ser. Al fin como decía Borges, lo importante de haber podido hacer lo que quería hacer del texto. En sus versos los problemas ya se han escrito con solución. Los culos están de moda? Buscando entre la serie de el Bosco, su ironía y humor, su gracia, culo de mujer donde salen flores, culo ensartado con corneta larga, oleos, culo veo culo quiero. Al igual que Barrandéguy ordena un orden para escapar del caos, al igual que Emily Dickinson pasea por el mundo del hogar y el jardín con sus pájaros, sus porches, ventanas, aleros, la mesa, las sillas, sus manteles, hay brilla su felicidad, hermanas en la poesía. Están en otra dimensión creando criaturas especialísimas que se le escapan de las manos. En rachas de felicidad o infelicidad con el beso en la boca, el labio contra el labio, “el labio de arriba el cielo, la tierra el otro labio”. El resplandor, la tibieza en los pajaritos que saltan llovidos en el jardín por las migas de pan, el exquisito regalo, todos invitados a la fiesta, nos abrazamos y tomamos después de almorzar. Es que uno ve pasar el tiempo a tal velocidad que parece quieto, y de donde viene y adonde va. Sentirlo es el fin. En qué rincón de la sombra se cumple el fogonazo? nos dice. Y en esa lentitud del jardín con su humedad, su valle de lágrimas, que mece el aire interior, y la que pasa curvada por el peso en la tarde de la radio, en esa voz borrosa de la am, las cosas que se escuchan, toda esa magia, pintura de chozas, esa música todo, todo entra en el cuaderno empapado de mediodía, de Domingo, Lunes, de verano. Todo invade la extensión vacía, todo la impresiona como a un Van Gogh de la escritura. En la potente sombra que nos arrastra estamos trabados en nervio y sangre, con el alma al aire. Pozos hondos, coágulos de amor, ese rayo de luz del éxtasis ido, le da cuerda a los relojes, el tiempo hipócrita en la sombra del solo recuerdo del miembro penetrando su carne. La pasión siempre moviendo lo que separa el afuera y el adentro. En esa nada vestida de negro y engreída. Potranca desafiante, desvergonzante, marca el paso desafiante entre el sufrir y el gozo del espejo del otro, hasta los tuétanos, despelleja la vida en conjuro compartido dice, marca su standart. Y pregunta quién sos poesía? Y emplumada vuela cazadora. Que le tenga cuidado el amor a Amanda que le puede cantar su canción. Siempre la casa y la radio la vuelven al mundo, su adentro afuera en esa dimensión de la nada, en esa carta infinita que escribe como un diario, ¿de que? de un amante caído del cielo? De la palabra que da vida? de lo que salva por un instante infinito? Del testigo? Del poeta sobre la tierra? De algo que no sabemos? De recorrer ese llamado infinito en el naranja encendido de los aloes, en ese canto que uno tiembla, de algo que nos va llevando a la singular bifurcación en la ruta del Ser.     



Ooh
You can dance
You can jive
Having the time of your life
Ooh, see that girl
Watch that scene
Digging the dancing queen

ABBA.

Libros
La cuidadora de Fuego. Editorial La Flauta mágica.
Constelación del Navío. H Editores Poesía 1950-2002.



martes, 24 de marzo de 2020

Emma.
La poesía deEmma Barrandéguy. Pablo Queralt.



El cielo del verano le pertenecía a Emma en esas vueltas al amanecer cuando las bocas, las manos, los besos la llevaban a ese dialecto de la noche donde mueren los disfraces, y es uno de noche y su simulacro de día? Esas ideas contradictorias que viven en los grandes es en el ideario de Barrandéguy. Salen las ideas para que no le revienten en la cabeza los sentidos, para no dejar avanzar el caos del día. En el deseo que nos hace sabios y es fiesta de los sentidos, la pulsión que esta a punto de no ser ordenada y es control por la que puede ser pensada y vivida en signos y palabras. El valor de seguir el deseo y escribirlo. Existe lo que no se mira? los dormitorios sin sexo, lo que se pulveriza porque no se repara en ello, es verdad que yo fui así en esos años? Un repreguntarse para conocer. Todo es inconocible en el que solo ve la representación de las cosas. Todo lo que ya es imposible de volver a reunirse. Y en la magia de un tango que convoca lo eterno baila, canta su canción. Lo sensual haciendo máquina en el poema, las tentaciones por el sexo disputadas, el gozo salvaje sin limites de edad en los viejos los jóvenes, los dulces solaces procurados, vividas con una ternura de tiza que marca las líneas del gozo de sentirse vivo. 
Es un cantar bajo la luz de la luna y las manos que tocan ese cielo, el espacio del propio cuerpo y del amado. Aquello que refleja y es uno en el otro, soy en y con vos, esa incandescente felicidad de vivir escrita. Esos son sus días. Ese yo no soy las voces que están en la mente sino el que las escucha, mientras canta y cose en el rito doméstico del día. Las voces como camino a nuestros corazones viviendo instancias. Cantar con la segura independencia con que lo hacen los hombres forma parte de su alegría, captar el ritmo de los mundos. En una lenta velocidad infinita sus poemas juegan intensidades de pulsión y libido que traspasan umbrales, son representaciones creativas. Abarcar con las manos, los temas de los días, crear y vivir y mirar.Estamos en la constelación Barrandéguy  de brillos y esencias, que instauran maneras del amor, de ser con sus ritornelos hacia lo que grabó, hizo mella, un tenderse con la cara al cielo. Para arrojarnos entre su inquietud callada y el recuerdo un puñado de palabras. Los veinte pasos al fondo del patio, la ventana que marca el status de los viejos para volver a sentarse en sus rodillas. El amor, el amor es la reina en su silenciosa intensidad, su fulgor. También es un dolor de hombro en todos los hombros, el que ha cesado de arrojar la pelota. El revés exacto de su vida la trompeta del jazz en lo que inexplicablemente permanece y es reiteradamente suyo.
Brindo por Emma y su mundo que nos trae en bandeja sentidos y estados, intensidades
de existencia, los universos del pecho y la boca, un punto de vista del espacio.
Lo mágico de sus poemas hacen todo bello, cada cosa que se va encontrando,
le encuentra su brillo, es un vivir la vida, despolarizar, una permisibilidad de ser feliz con lo que el mundo ofrece, eso es todo nada más. Un manual para andar felices por el mundo.       
El cielo del verano le pertenecía a Emma en esas vueltas al amanecer cuando las bocas, las manos, los besos la llevaban a ese dialecto de la noche donde mueren los disfraces, y es uno de noche y su simulacro de día? Esas ideas contradictorias que viven en los grandes es en el ideario de Barrandéguy. Salen las ideas para que no le revienten en la cabeza los sentidos, para no dejar avanzar el caos del día. En el deseo que nos hace sabios y es fiesta de los sentidos, la pulsión que esta a punto de no ser ordenada y es control por la que puede ser pensada y vivida en signos y palabras. El valor de seguir el deseo y escribirlo. Existe lo que no se mira? los dormitorios sin sexo, lo que se pulveriza porque no se repara en ello, es verdad que yo fui así en esos años? Un repreguntarse para conocer. Todo es inconocible en el que solo ve la representación de las cosas. Todo lo que ya es imposible de volver a reunirse. Y en la magia de un tango que convoca lo eterno baila, canta su canción. Lo sensual haciendo máquina en el poema, las tentaciones por el sexo disputadas, el gozo salvaje sin limites de edad en los viejos los jóvenes, los dulces solaces procurados, vividas con una ternura de tiza que marca las líneas del gozo de sentirse vivo. Es un cantar bajo la luz de la luna y las manos que tocan ese cielo, el espacio del propio cuerpo y del amado. Aquello que refleja y es uno en el otro, soy en y con vos, esa incandescente felicidad de vivir escrita. Esos son sus días. Ese yo no soy las voces que están en la mente sino el que las escucha, mientras canta y cose en el rito doméstico del día. Las voces como camino a nuestros corazones viviendo instancias. Cantar con la segura independencia con que lo hacen los hombres forma parte de su alegría, captar el ritmo de los mundos. En una lenta velocidad infinita sus poemas juegan intensidades de pulsión y libido que traspasan umbrales, son representaciones creativas. Abarcar con las manos, los temas de los días, crear y vivir y mirar.Estamos en la constelación Barrandéguy  de brillos y esencias, que instauran maneras del amor, de ser con sus ritornelos hacia lo que grabó, hizo mella, un tenderse con la cara al cielo. Para arrojarnos entre su inquietud callada y el recuerdo un puñado de palabras. Los veinte pasos al fondo del patio, la ventana que marca el status de los viejos para volver a sentarse en sus rodillas. El amor, el amor es la reina en su silenciosa intensidad, su fulgor. También es un dolor de hombro en todos los hombros, el que ha cesado de arrojar la pelota. El revés exacto de su vida la trompeta del jazz en lo que inexplicablemente permanece y es reiteradamente suyo.
Brindo por Emma y su mundo que nos trae en bandeja sentidos y estados, intensidades
de existencia, los universos del pecho y la boca, un punto de vista del espacio.
Lo mágico de sus poemas hacen todo bello, cada cosa que se va encontrando,

le encuentra su brillo, es un vivir la vida, despolarizar, una permisibilidad de ser feliz con lo que el mundo ofrece, eso es todo nada más. Un manual para andar felices por el mundo.  

Poesías completas. Colección Fénix. Ediciones Del Copista. Dirigida por Pablo Anadón.    



domingo, 8 de marzo de 2020

UNA FIESTA DE ANIVERSARIO. Y Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.




Que hermosa reunión esta noche en los jardines de esta antigua mansión del boulevard Saint Germain! Muchos amigos están aquí a quienes les gusta estar juntos, algunos años después, si fuera posible por siglos. 

Pero lo que me sorprende es que entre ellos hay algunos que no son los de siempre. John que llega de Oxford donde estudia, es una vieja mujer toda achacada, su pelo blanco desordenado, con una hermosa sonrisa.
Este hombre de espalda estrecha con rasgos huecos, ojos inquietos buscando los míos, pero es la pequeña Jeanne que se ha convertido en la gran escritora, o en una pintora de un siglo ido- es este Elsheimer, es este Dante? Entonces yo veo que él me hace el honor, probablemente por malentendido, de dirigirme la palabra. Yo no hubiera esperado de su parte una postura muy noble, con una mirada fría o distante, no, son solo dos manos temblorosas, excepto que sus dedos están muy apretados en una pequeña bola de goma amarilla: para este amigo de siempre, es todo lo mismo también o todavía la pequeña Jeanne con su sabido vestido a rayas, con sus faldas demasiado largas.

Y a nuestro alrededor que inquietud tengo y creciendo y esos hombres y esas mujeres altas algunos enmascarados gritando su felicidad en este sol, que ahoga sus voces y risas en el deslizamiento de sus sombras! 

Voy a uno que esta un poco apartado, donde las losas de la terraza se van convirtiendo gradualmente en césped. Es joven, viejo, hombre, mujer, me contestará en francés, en italiano, en inglés o en uno de esos idiomas desde el azul lejano o desde el fondo del tiempo del que ignoro todo, como saber?  Ocre, amarillo, pronto vagamente ocre rojo su pullover, pero ya completamente roja la bufanda que se anudó encima. Alejémonos de él, les dije. Ves este camino tan desordenado que cruza el césped apacible? Estos arbustos altos y espinosos, estos nidos acostados dentro, casi bloqueando el camino, y ahora estos enormes robles agitados por el viento y por debajo, muy abajo en el abismo, donde descendemos poco a poco, estas zarzas y moras que nos gustaba recoger, te acuerdas? Aquí estamos en el bosque, amigo mío. Es oscuro, es áspero y salvaje, nuestro camino se pierde allí, estamos en el medio de nuestras vidas no es así? Vamos a encontrarnos con esas extrañas bestias… La lonza, no?
Quién es usted ? grita horrorizado.

Quién soy? Como saber? Qué vestimenta me roba, de lo que podría haber sido mi vida? te tomo de la mano, adolescente que eras, no te resistas, te arrastro bajo la cubierta de los grandes robles, tendremos miedo, será oscuro, serán estas bestias las que yo decía, pero pronto veremos brillar esta estrella en la cima de una colina, y de pronto…  
      





Que has visto? Que has oído?


Visto nada. Me imagine que estaría allí, puedo gritar “pero eres tú…?”  Allí estos árboles, estas bestias, incluso estas piedras, me dices que allí no existen. Retiras bruscamente las cortinas de los árboles, ¡nadie! Y por lo tanto no hemos oído?


Si, una voz.


Yo escucho. Que son estos golpes, sordos, irregulares, impetuosos? Nada más que voces de niños, sus disputas en el jardín donde juegan, tan tarde ahora en la oscuridad… Ah, mi amigo, es cierto que allá abajo, como aquí y allá no hay luz excepto de noche, por la noche?

Voy, es un camino muy estrecho que serpentea detrás del pueblo. Setos que lo bordean pero por sus claros que son numerosas veo un poco de una llanura inmensa que un resto de sol colorea. Bien conmovedor en este país vecino al mar Báltico la forma en que lo lejano se hace horizonte, lo visible de lo indistinto, los colores de las napas del silencio. Voy, se que pasaré por una casa que la cubre sus grandes árboles, y ahí es donde juegan estos niños, se diría infinitamente. Voy. Las hojas ya secas caen de las altas ramas, polvo de oro. Y pasan por encima de mí cantando lor lai un vuelo de grullas que durante unas semanas de cada otoño se reúnen muy cerca de aquí, estoy aquí donde estoy y amo vivir.













martes, 3 de marzo de 2020

LA OTRA ESCALERA. Yves Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.



Pero mi primer pensamiento, al retornar, había sido el cantero al extremo del cuál se abre el subte, que desde hacía tantos años embrujo mi memoria. Un muro ensamblado en hierro, montado alrededor de caminos de piedra que a sí mismo en esas bellas mañanas de verano, descendían para pronto pederse en la más espaciosa de las noches. Y allá al fondo, en alguna parte, como saber, se abriría, se dice, el estrecho corredor, cuya tarea, era unirse a la pendiente allí frente al valle: ese mundo hacia el cuál se haría posible huir, de los días de angustia.
Nadie de todas formas, no se arriesga en esta escalera de siglos donde no se sabe más nada.


Yo estoy aquí, es otro siglo todavía en la entrada del subterráneo bajo esos mismos árboles que los de mis años de infancia. Pero esos caminos de mis recuerdos no son hoy tan impresionantes, yo los veo por otra parte menos numerosos, un poco más de una docena de piedras planas grises oscuras, un poco atravesadas por el desgaste, a sí mismo allí abajo un espacio bastante bien iluminado por una luz que se asemeja a aquella del día.

Yo desciendo, con coraje, a mano izquierda sobre ese espacio, una puerta vidriada esta entreabierta, es una habitación con su ventana frente a mí. Yo entro, yo paso delante de una pequeña cama que parece realmente de este mundo, con las mismas sabanas todas recién planchadas. Y allí una mesa, alrededor de la cuál yo camino. Por la ventana veo el valle, y a lo lejos el río. Una puerta todavía, hacia el exterior, y yo estoy en una terraza que me hace bien reconocer. Es el nivel que esta por debajo de lo más alto en ese vergel que allí se despliega en tres o cuatro niveles bajo el cielo.


Ah, como explicarme que lo más lejano, lo más inquietante, no sea quizás solo esto que esta aquí, y tan calmo? Que esto puede justificar de esa manera que tiene el espacio de postergar la realidad, de desafiar la memoria? Sin duda que ese mundo, donde el pretende guardarme no es más que otras partes de esta ilusión donde otras veces yo tenía todo a si mismo para defenderme.


Yo me apoyo contra un reborde de piedras venidas del cauce, groseramente ajustadas, donde esa puerta y esa ventana fueron formadas debajo de la más alta terraza. Cierto, es mucho el tiempo que yo reflexiono. Que yo presto atención a este anochecer a esto que ahora todavía me dicen esas colinas en el horizonte, esos vapores que son claros sobre el agua oscura y rápida del río, esa línea de álamos lo que yo invoco recordando los plátanos que nosotros habíamos recogido a lo largo de la ruta hacía allá abajo para nuestros pájaros enjaulados.  


Y he entendido bien? No, me dijeron ellos, esas lejanías no te permiten abusar. Claro, vivo, tibio, fresco, esa luz de verano que nosotros te ofrecimos, que tu has sabido aceptar de nosotros desde tu primer día. Pero sombrío, húmedo, laberíntico, infinito, abismo, que se encuentra a cada instante de tu vida. Nosotros no somos, tu no eres. Solo tiene realidad el sueño que tu haces de un vergel, de una mañana de una bella estación, de esas frutas ya casi maduras que tu juntas en la hierba, atento a la avispa y a la abeja.