LA TAREA DEL TRADUCTOR. Y. Bonnefoy. Traducción Pablo Queralt.
Traducir? El joven traductor se zambulle. Esas
son las palabras apropiadas para decir que él permanece joven y que esa pagina bajo
su mirada representa un océano de agua cerrada. Los soles cubren con muchas
chispas diminutas, casi alegres, la ligeramente encrespada superficie, pero él
sabe, que allí debajo esta el abismo: al comienzo un verde, un verde azulado, no
puede ser más oscuro, llegando pronto al negro.
Se zambulló. Y alrededor de él de repente
aparece una tenue claridad vaga en diversos lugares desde los cuales percibe lo
que parecen vidas. Que es lo que esta delante de él?
Él esta nadando en esa dirección, él observa:
eso es esférico, se agita como una vibración, una luz pálida esta dentro, es
una bombilla vieja que delimita desde arriba una mesa cargada de libros? De hecho es un estudiante que esta sentado
allí, con la frente en sus cuadernos, los brazos alrededor de la cabeza. Parece
dormido. Bien cerradas las ventanas de su habitación, pero el agua del exterior
golpea furiosamente contra sus cristales. Que silencio!
Se desplaza, con un movimiento suave de los
brazos alejándose de esta medusa.
Y este
otro, un poco menos brillante? Pero es el mismo joven! Grita, lucha, intenta liberarse de dos
secuaces siniestros que lo maltrataran, que lo llevan, esta claro, donde? Rosencrantz y Guildestern obviamente.
Así, a distintas distancias, estas existencias,
estos fuegos. Debería aceptarlas como cosas vivas, estas medusas, diría yo,
pulpos, inmóviles, una de sus miradas filtrándose bajo alguno de sus parpados, donde
puedo reconocer bellas nubes detenidas en el cielo de allí abajo con colores
increíbles ni de las mañanas ni de las noches? Quizás no son más que palabras,
de lo que se piensa? Nada más que grupos de imágenes privadas de sentido, pero
que ni la memoria ni la voluntad disipan? Nudos de humo que hacen espirales en
el agua ahora que es mucho más azul que verde, bóvedas que el nadador no ve por
encima de él cuando, sigilosamente desciende, busca.
Mi hijo donde estas? No te escondas!
Difícil en efecto la traducción. No se sabe si
tenemos derecho a imaginar.
Y todavía hundido, se hunde aún más lejos, más
abajo, aun más abajo el traductor. Más
raras y menos luminosas se hacen estas vidas del abismo, que él no sabe si
están dotadas o no de conciencia. Polonio pasa corriendo sin aliento, jadeando,
es demasiado para este hombre gordo, se caerá, donde tendrá derecho a creer en
una playa de arena negra frente a una aurora ahogada en las brumas.
Desciende si, por sacudidas. Con todos sus ojos
cuestiona a la inmensidad de la noche. Qué hacer con esta palabra por ejemplo
en esta oración? Tiene un ritmo, lo creí del inglés, y puede ser, pero esa palabra, no, no es inglés, no es de
ningún idioma conocido, de ninguno de este mundo. En este verso de Shakespeare
esta el silencio, para brillar vagamente como lo hacen las piedras.
Desciende. Se necesitan años para no dejar de
ver uno de esos seres, si esa es la palabra para decirlo.
El traductor entiende que nunca alcanzará el
suelo que ha soñado. Confiesa que nunca finalmente, encuentra bajo su pie algo
de arena clara, no se recuperará, sus ojos llenos de luz. Hubiera sido hermoso,
y reconfortante, beneficioso, tocar con sus manos el gran naufragio! Ella está
rota allí. Nada queda en pie de los enormes mástiles. Cofres de libros
abiertos, las hojas permanecen todavía colgando alrededor, no, ni siquiera. Una frase pintada en la proa sería sin embargo
visible. La haríamos emerger de la noche, mediante la antorcha eléctrica que se
ha conservado para este gran momento, se podría soñar con traducirlo a algún
otro idioma hablado en otra parte, o en ninguna parte, que esta en lo más
profundo de cada uno de nosotros.