sábado, 6 de abril de 2019

El momento del pre-poema y otros momentos. Pablo Queralt.




Me interesan esos momentos del pre poema, ese curioseo, esa intención, lo que se deja lo que se toma, ese memento, luego si la vibra del poema en acción, y la paz de lo que el poema sobrevive.
Es en otro lenguaje en el poema que nos da más, que intenta más, un lenguaje más allá de los significados. Cuando el poema encuentra su columna vertebral funciona, cuando no también, tendrá la belleza o el secreto de la araña, la hormiga los invertebrados; son distintas posibilidades de ser.
Es más fuerte la pulsión del sentir poético que se siente que la disposición a encontrar las palabras para transmitirlo a veces.
El observador desaparece en la cosa como dice Adorno, se hace en la cosa, en el poema tal vez por una armoniosa contraposición de opuestos anudados fuera de la atracción del deseo hacia una cosa, se mata al sensorio en ese sentido de posesión, en ese aura- bruma que levantan las palabras que nos borra cuando el poema llega a ser.
No el poema como acción-reacción, no un goce como fin del arte, sino algo más resistente fuera del poema, un no a algo.
Escribe como en huída, huye de una palabra a otra, escribe por diversión o necesidad o hasta por culpa, otros se juegan la ropa.
Uno de los porqué leer, escribir es buscar un lenguaje que nos lave.
Un poema grisáceo no se puede mejorar corregir, no acepta sintaxis ni ortografía, una poesía es con y es en los demás una suerte de dejarse ser con el, con el otro y el todo.
Los libros son repertorios de palabras, frases, un diccionario de versos. Algo similar decía Borges, que decía escribía con todos los libros que había leído.




No una poesía apegada a la materia que solo mueve las cosas de lugar sino una poesía que crea un movimiento, un movimiento distinto al instaurado algo nuevo con lo dado más allá de lo visible.
Escribir capturar cosas y reunirlas, componer un camino de construcción de planos visuales, sonoros que se van enlazando, intertextuando según una propia elección contraria o arbitraria causa- efecto que encuentran entre ellos un acuerdo mientras uno va guiando las palabras y va saliendo el estilo.
En cuanto al ritmo entendido por una cadencia entre intervalos, las arritmias tal vez bradiaritmias mortesinas que puedan transmitir el sensible poético, pero seria difícil para la vida de un poema su ausencia, si bien hay disritmias audibles o la música clásica atonal, se hace muy difícil al oído aprendido de hoy día captar lo transmitido sin un ritmo que tiene todo lo vivo, pensemos solo en la respiración, Cage trabaja muy bien estos temas en su libro el silencio es música, también San Agustín en su libro “La música”.
La emoción nace de la falta, el ritmo es la emoción que respira el poema,  la mirada es la vida que nos une.
El libre discurrir de la conciencia en el poema es como la improvisación de los actores, pero que debe de estar dentro de un marco preconcebido.
La poesía es un experimento, es experimental uno pone unas palabras, unas frases--en la mente o en el soporte-- y ve que sucede, uno espera algo dentro de unos parámetros, un resultado esperado pero lo inesperado o la dificultad agrega más emoción, la del trabajo de salirse de una inercia de que todo sale y allí es donde surgen los mejores poemas, la composición que va más allá de nosotros, nuestras intenciones, esa felicidad de la creación que nos hace salir de la comodidad.
Adhiero a la idea de jerarquizar la poesía para crear una voz que quiera ser escuchada por las cualidades del poema que le saca todo el brillo el jugo que puede dar el lenguaje.


 El poema- Del libro de ensayos inédito “Dicho al oído”, Pablo Queralt.

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