El momento del pre-poema y otros momentos. Pablo Queralt.
Me interesan esos momentos del pre
poema, ese curioseo, esa intención, lo que se deja lo que se toma, ese memento,
luego si la vibra del poema en acción, y la paz de lo que el poema sobrevive.
Es en otro lenguaje en el poema que
nos da más, que intenta más, un lenguaje más allá de los significados. Cuando
el poema encuentra su columna vertebral funciona, cuando no también, tendrá la
belleza o el secreto de la araña, la hormiga los invertebrados; son distintas
posibilidades de ser.
Es más fuerte la pulsión del sentir
poético que se siente que la disposición a encontrar las palabras para
transmitirlo a veces.
El observador desaparece en la cosa
como dice Adorno, se hace en la cosa, en el poema tal vez por una armoniosa
contraposición de opuestos anudados fuera de la atracción del deseo hacia una
cosa, se mata al sensorio en ese sentido de posesión, en ese aura- bruma que
levantan las palabras que nos borra cuando el poema llega a ser.
No el poema como acción-reacción, no
un goce como fin del arte, sino algo más resistente fuera del poema, un no a
algo.
Escribe como en huída, huye de una
palabra a otra, escribe por diversión o necesidad o hasta por culpa, otros se
juegan la ropa.
Uno de los porqué leer, escribir es
buscar un lenguaje que nos lave.
Un poema grisáceo no se puede mejorar
corregir, no acepta sintaxis ni ortografía, una poesía es con y es en los demás
una suerte de dejarse ser con el, con el otro y el todo.
Los libros son repertorios de
palabras, frases, un diccionario de versos. Algo similar decía Borges, que
decía escribía con todos los libros que había leído.
No una poesía apegada a la materia que
solo mueve las cosas de lugar sino una poesía que crea un movimiento, un movimiento
distinto al instaurado algo nuevo con lo dado más allá de lo visible.
Escribir capturar cosas y reunirlas, componer un
camino de construcción de planos visuales, sonoros que se van enlazando,
intertextuando según una propia elección contraria o arbitraria causa- efecto
que encuentran entre ellos un acuerdo mientras uno va guiando las palabras y va
saliendo el estilo.
En cuanto al ritmo entendido por una cadencia entre
intervalos, las arritmias tal vez bradiaritmias mortesinas que puedan
transmitir el sensible poético, pero seria difícil para la vida de un poema su
ausencia, si bien hay disritmias audibles o la música clásica atonal, se hace
muy difícil al oído aprendido de hoy día captar lo transmitido sin un ritmo que
tiene todo lo vivo, pensemos solo en la respiración, Cage trabaja muy bien
estos temas en su libro el silencio es música, también San Agustín en su libro
“La música”.
La emoción nace de la falta, el ritmo es la emoción
que respira el poema, la mirada es la
vida que nos une.
El libre discurrir de la conciencia en el poema es
como la improvisación de los actores, pero que debe de estar dentro de un marco
preconcebido.
La poesía es un experimento, es
experimental uno pone unas palabras, unas frases--en la mente o en el soporte--
y ve que sucede, uno espera algo dentro de unos parámetros, un resultado
esperado pero lo inesperado o la dificultad agrega más emoción, la del trabajo
de salirse de una inercia de que todo sale y allí es donde surgen los mejores
poemas, la composición que va más allá de nosotros, nuestras intenciones, esa
felicidad de la creación que nos hace salir de la comodidad.
Adhiero a la
idea de jerarquizar la poesía para crear una voz que quiera ser escuchada por
las cualidades del poema que le saca todo el brillo el jugo que puede dar el
lenguaje.