miércoles, 15 de octubre de 2025

Un poema de Sarah Howe. Traduce Pablo Queralt.

 




DESDE UN BALCÓN

 

El sol es una naranja del Peloponeso

que tiñe nubes y paredes revocadas,

 

veleros viran hacia el mar.

Formas de ciruelas damascenas persiguen la luz bajo las enredaderas;

 

Sombras se abren camino,

entre los espesos arabescos de encaje surcados en el marco.

 

Las colinas son un fresco manchado de humo desflecado

tejados estridentes como semillas de granada.

 

Los álamos son las lanzas los de guerreros muertos

hace mucho tiempo brotadas de un arroyo de dientes de dragón.

 

Desde esa descolorida cúpula terracota

se alzan las enruladas y guturales notas

 

de la misa vespertina que se expanden

 y desbordan en polifonía como la hábil trama del tejedor,

 

a su paso el humo que desaparece arrastrado

desde el arco dorado de un incensario.

 

Al otro lado de esta tenue imagen grabada,

un gato blanco camina sobre un frio dintel de piedra.

 

Solo se oye el lejano zumbido de una motoneta

circulando por rutas estrechas.

 

 

 

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