domingo, 27 de marzo de 2022

Alice Oswald la paseante de la laguna, la luna y el salto cuàntico. Pablo Queralt.

Alice Oswald la paseante de la laguna, la luna y el salto cuántico. Oswald como la mejor discípula que aprende de uno mismo recorre el Severn y su existencia que es ella ilimitada en el contorno del afuera, la anciana que todas las noches da las buenas noches a la luna desde su ventana, esa es ella una de sus múltiples casitas. Los pescadores a orillas del riacho la recolección de peces, cada día con su escena, su vida son partes de una misma escena en sus distintas variantes. El río que escucha es el verdadero no el superficial, el que se reitera en su mecanismo de repetición golpeando el embarcadero una y otra vez. La que le habla a los cangrejos, el barro, la maleza, al mar que se conforma y se desfigura en una hora todo eso que merodea y se llama vida. Poesía de grandes alegorías y bellas imágenes suaves y abruptas, es la cirujana de la luz para entrar con su fina delicadeza en la grieta, es un tic toc a la verdad perdida como ella misma dice porque es “ Muy difícil de definir más cercano en especie A los poderosos ángeles del purgatorio Que vienen con energía solar a la oscuridad Sin usar otras velas que sus alas brillantes”. Su imagen vivida en la que esta en la misma luna musculosa, impasible en cuyo motor estoy viviendo, nos dice. Narra las distintas salidas de la luna entre el barro, allá terca y tirante atada a la tierra. Casi una elegía al tono Hérnandiano, “Entra un soñador Ojos cerrados. Espantados Pies doloridos Habiendo caminado por la carretera desde el anochecer” versos que te sacan de cualquier infierno. Y estos otros versos “Donde podría una vieja mujer en negro Deslizándose en el anochecer bajo la lluvia tan lejos hasta la esquina Haciendo que su camino se sienta en la premisa de cada pisada Donde podría ser encontrada”, y la que sigue preguntando y preguntándose desde el umbral de la vista, la que casi se arrastra con su bastón para poder descifrar un lugar oscuro desde el lado de lo oscuro, porque sabe hacerlo. Pone el coche en el corazón y escanea todos los lugares del mundo en este paseo por el Severn, fortalezas del agua tomando prestado luna, el olor de los pescados, el zumbido del aleteo de pájaros, todo es materia en su paso. La que sabe esperar con paciencia para ver la lechuza madre, todo en la naturaleza tiene su razón de ser en los ojos del observador de aves: el misterio, esperando un poder, cuando la niebla esta en flor y los dedos del anochecer flexionan y tiran sus dados a la suerte del mundo, como una madre que cuida a su hijo muerto y enseña su mansedumbre y el porque de su aversión a la luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario