EN EL ATELIER DE UN PINTOR
Estoy en el atelier de un pintor en el momento
más expectante de la noche. Tan avanzada la noche ¿que puedo hacer mejor que
arriesgarme aun más, caminar después de ir deslizándome con los reflejos de la luna
como sobre una piedra pulida hasta este amigo pintor que trabajó todo el día?
Tanteando encontré la segunda puerta, la empujé
de par en par, entré. Allí la oscuridad es casi total, yo no distingo más que
vagamente una pared muy áspera a mi derecha, al alcance de mi mano, parece
elevarse infinitamente a lo alto hacia un posible cielo de uno de aquellos
mundos de aquí como hay tantos sin estrellas. Toco esa pared, me recuesto
contra ella, me ayuda a avanzar: con precaución, como se debe, entonces, debido
a que yo sé que el atelier esta
abarrotado de mesas, caballetes, cuadros, potes de pintura dejados abiertos
en el piso. Y también aquí y allá los montones informes de lino húmedo.
Pero que eso que me choca? Está vivo, siento
bajo mi mano un lomo de lana suficientemente alto. Y tuve que asustarla a esta
oveja porque hizo un salto al costado mío con un balido que en esta oscuridad
provocó alarma: por todos lados y hasta muy lejos percibo un retumbar en el
cuál yo sentí ser atropellado, esta vez con bramidos, rebuznando, un grito que
se destacaba a veces muy agudo, del simple y triste rumor de todas esas vidas
invisibles. Mi amigo, el pintor, serías un retratista? Si pudiera encontrar un
interruptor y alumbrar, ir y ver estas cabezas paradas delante de mí, no, estos
hocicos, grandes orejas erguidas, ojos innumerables que me miran firmemente con
ese miedo incesante y ese asombro de no entender que son una parte de la vida?
Sí, pero donde está ella, esta luz? Yo siento que
estoy sobre la arena, donde se abate el agua tibia de las olas que se rompen,
todas cerca de mí : las escucho, respiro el olor …extiendo la mano, sobre el
muro. Es esto una mesa, con lápices, y hojas? No, no.
Pintor, tenías ayer gestos tan precavidos para
no dejar que el mundo envejezca! Mirando directamente al color, cortando el
azul, el verde, con grandes tijeras que lleva la vida, la muerte, el deseo, la
infancia. Haciendo que se eleven toda clase de días entre las hojas, y que en cada
vez eso fuera inesperado, tranquilizador, hermoso. Ah pintor, amigo mío, por
suerte existes! La prueba, este abrigo quizá negro, manto de tinta, silencioso,
infinitamente duro, cemento tal vez, que toco sin ver nada en este perchero
cerca del cual me quedé, en la puerta
todavía.
Y aquí lo que ha pasado a mi lado, son dos
hombres. Uno le dice al otro: “the air bites shrewdly, it is very cold”.
En cuanto
se abre la puerta de par en par, los dos salen riendo, y eso es por un instante
un rayo de luna, estrecho pero lo suficiente brillante como para ver, allá abajo, en el centro del estudio en
tu búsqueda sin fin. Donde estamos? En las murallas. Estas cerca de uno de los
grandes creneles, también sentado contra la piedra, tus ojos vuelven a ese cielo
decididamente sin estrellas. Y delante de ti, tienes en tus manos hojas cuya
sangre fluye, se distingue una cara aun, la de un Dios, con un gran sufrimiento
que respetas. Pero que hacías tu?
No hubiera sabido, desde este umbral donde
estaba, pero resulta que estoy también muy cerca de ti, mi amigo, y veo que
eres inmenso, una especie de jardinero, y que te comprometes a hacer correr el
agua -es verde azul y amarillo ocre y negro también, y rojo, un rojo del cielo
del atardecer- en los pliegues movedizos de un campo del comienzo del mundo. Agua
que ha llegado desde infinitamente lejos para rejuvenecer este suelo que ha
sido arado. Ya crecen las plantas que ni tú ni yo hubiéramos imaginado ayer. Y
la oveja que me había golpeado, aquí está. Su cabeza busca mi mano y ella
tiembla, por supuesto esta preguntando, como cualquier petición en esta tierra.
Detrás de este atelier hay un gran jardín, o
parque, con árboles de otro sector y sus viejos caminos que no terminan en
ninguna parte. En un punto llegué a una especie de kiosco. Se
entra allí, en tres pasos, es pequeño, hasta una habitación con una mesa donde
una vez se abandonó un rollo de cuerda. El
rollo esta deshecho, un extremo de la cuerda cuelga hasta el suelo, casi lo
toca.
LA TAREA DEL TRADUCTOR
Traducir? El joven traductor se zambulle. Esas
son las palabras apropiadas para decir que él permanece joven y que esa pagina
bajo su mirada representa un océano de agua cerrada. Los soles cubren con muchas
chispas diminutas, casi alegres, la ligeramente encrespada superficie, pero él
sabe, que allí debajo esta el abismo: al comienzo un verde, un verde azulado, no
puede ser más oscuro, llegando pronto al negro.
Se zambulló. Y alrededor de él de repente
aparece una tenue claridad vaga en diversos lugares desde los cuales percibe lo
que parecen vidas. Que es lo que esta delante de él?
Él esta nadando en esa dirección, él observa:
eso es esférico, se agita como una vibración, una luz pálida esta dentro, es
una bombilla vieja que delimita desde arriba una mesa cargada de libros? De hecho es un estudiante que esta sentado
allí, con la frente en sus cuadernos, los brazos alrededor de la cabeza. Parece
dormido. Bien cerradas las ventanas de su habitación, pero el agua del exterior
golpea furiosamente contra sus cristales. Que silencio!
Se desplaza, con un movimiento suave de los
brazos alejándose de esta medusa.
Y este
otro, un poco menos brillante? Pero es el mismo joven! Grita, lucha, intenta liberarse de dos
secuaces siniestros que lo maltrataran, que lo llevan, esta claro, donde? Rosencrantz y Guildestern obviamente.
Así, a distintas distancias, estas existencias,
estos fuegos. Debería aceptarlas como cosas vivas, estas medusas, diría yo,
pulpos, inmóviles, una de sus miradas filtrándose bajo alguno de sus parpados, donde
puedo reconocer bellas nubes detenidas en el cielo de allí abajo con colores
increíbles ni de las mañanas ni de las noches? Quizás no son más que palabras,
de lo que se piensa? Nada más que grupos de imágenes privadas de sentido, pero
que ni la memoria ni la voluntad disipan? Nudos de humo que hacen espirales en
el agua ahora que es mucho más azul que verde, bóvedas que el nadador no ve por
encima de él cuando, sigilosamente desciende, busca.
Mi hijo donde estas? No te escondas!
Difícil en efecto la traducción. No se sabe si
tenemos derecho a imaginar.
Y todavía hundido, se hunde aún más lejos, más
abajo, aun más abajo el traductor. Más
raras y menos luminosas se hacen estas vidas del abismo, que él no sabe si
están dotadas o no de conciencia. Polonio pasa corriendo sin aliento, jadeando,
es demasiado para este hombre gordo, se caerá, donde tendrá derecho a creer en
una playa de arena negra frente a una aurora ahogada en las brumas.
Desciende si, por sacudidas. Con todos sus ojos
cuestiona a la inmensidad de la noche. Qué hacer con esta palabra por ejemplo
en esta oración? Tiene un ritmo, lo creí del inglés, y puede ser, pero esa palabra, no, no es inglés, no es de
ningún idioma conocido, de ninguno de este mundo. En este verso de Shakespeare
esta el silencio, para brillar vagamente como lo hacen las piedras.
Desciende. Se necesitan años para no dejar de
ver uno de esos seres, si esa es la palabra para decirlo.
El traductor entiende que nunca alcanzará el
suelo que ha soñado. Confiesa que nunca finalmente, encuentra bajo su pie algo
de arena clara, no se recuperará, sus ojos llenos de luz. Hubiera sido hermoso,
y reconfortante, beneficioso, tocar con sus manos el gran naufragio! Ella está
rota allí. Nada queda en pie de los enormes mástiles. Cofres de libros
abiertos, las hojas permanecen todavía colgando alrededor, no, ni
siquiera. Una frase pintada en la proa
sería sin embargo visible. La haríamos emerger de la noche, mediante la
antorcha eléctrica que se ha conservado para este gran momento, se podría soñar
con traducirlo a algún otro idioma hablado en otra parte, o en ninguna parte, que
esta en lo más profundo de cada uno de nosotros.